La startup chilena de renting viene creciendo a punta de bootstrapping desde 2019, proyectándose para duplicar su presencia local este segundo semestre. El sector es promisorio, dicen las cifras, pero hay un cambio cultural que debe ocurrir primero.
“No poseerás nada y serás feliz”.
La frase fue popularizada durante un encuentro del Foro Económico Mundial (WEF) en Davos, hacia 2016, y se atribuye al político danés Ida Auken.
Aunque su intención ha tenido mala prensa -ya que anti globalistas la interpretaron como un deseo del WEF por restringir el derecho a tener propiedad privada- lo cierto es que se refería a la denominada “economía colaborativa” o “economía de plataformas”: aquel futuro en el que no se compra una casa de vacaciones, sino que se arrienda un Airbnb, no se compran películas, sino que se ve Netflix, no se cocina sino que se pide Doordash, y un sinfín de oportunidades de negocio que hoy son posibles gracias a las apps y a los medios de pagos electrónicos.
Ese es el concepto detrás del servicio de renting de vehículos de pasajeros y de trabajo de Smartycar: arrendar por períodos que parten en doce meses, y que el pago resulte más conveniente que adquirir un coche y todos los gastos y trámites que eso conlleva.
“Smartycar es un spin-off de Salfa, una compañía bastante grande en Chile. Y nació siendo un pequeño MVP, o producto mínimo viable, dentro del negocio de arriendo de vehículos y equipos. Pero ya se ha convertido en una empresa con su propio rumbo”, explica a AméricaEconomía Benjamín Salineros, CEO y founder de Smartycar.
La idea se le ocurrió siendo ejecutivo de Salfarent hace unos cinco años. Fue presentada al directorio y contó con el ok de la compañía casi de inmediato.
Basada en el modelo de renting por suscripción, de reciente aterrizaje en Latinoamérica, la startup tiene dos líneas de negocios: una para personas naturales que contratan vehículos de todo tipo, y otra para empresas, orientado principalmente a pymes que necesitan vehículos para un uso laboral.
“En este sector tenemos a empresas agrícolas, forestales, consultores y médicos”, detalla Salineros.
Un diferenciador importante es que el servicio de Smartycar es un modelo de arriendo de mediano a largo plazo. Parte desde los 12 hasta 48 meses, e incluye todos los servicios que se necesita tener en un auto: seguro, permiso de circulación, cambio de neumáticos, reemplazo, entrega a domicilio y retiro también, para realizar las mantenciones.
“A diferencia del rent-a-car, o del arriendo tradicional, nuestro servicio busca que el cliente experimente tener su propio auto, pero contratándolo como servicio. Y eso implica tener una conveniencia tanto de servicio, que incluye los beneficios descritos, pero también una conveniencia financiera, ya que los vehículos pierden valor con el tiempo”, agrega Salineros.
Las metas de la empresa para este segundo semestre son ambiciosas: si bien hoy tiene presencia en todas las principales ciudades de Chile, espera llegar a 1.500 clientes, aumentado además un 50% su facturación.
“Este año estamos creciendo en el segmento empresas y también en el grupo personas. También crecemos en distintas líneas de productos: Smartycar tradicional, Smartycar Eco, que son vehículos eléctricos e híbridos, Smartycar Black, que son vehículos de alta gama, y Smartycar Semi Nuevos, que es una línea que tiene beneficios más flexibles, porque es un valor del 12% o 15% más conveniente que un vehículo nuevo, que puedes contratar desde un plazo de un año y cambiarlo casi en la mitad del contrato”, enumera el CEO.
RENTING AS A SERVICE
Aunque es relativamente nuevo en Chile y Latinoamérica, el renting de vehículos nació hace más de una década, con la crisis del 2008, y es muy fuerte en Europa.
En España, por ejemplo, representa sobre el 25% de los vehículos que se comercializan mensualmente y hoy se calcula que uno de cada cuatro vehículos matriculados cada año en ese país ya son de renting. También es popular en Japón, donde Toyota tiene Kinto mobility, que ya se ha expandido por todo el globo.
“La gran diferenciación, y el por qué nosotros lo llamamos ‘suscripción’ es porque nuestro negocio está basado en tecnología y nuestros clientes son capaces de contratar autónomamente un vehículo, sin la asistencia de nadie. Puedes contratar en una hora el servicio y en tres días tener el auto en tu casa”, detalla el CEO.
Según cifras de la consultora EMR, Informes de Expertos, en 2023 el mercado latinoamericano de alquiler de coches alcanzó un valor aproximado de US$ 8.620 millones. Y se calcula que el mercado crecerá a una tasa anual compuesta del 6,5% entre 2024 y 2032, para alcanzar un valor de US$ 15.190 millones para 2032.
Las razones serían el aumento del turismo, donde la industria de alquiler de automóviles alquilados para viajar distancias cortas prolifera. También ha habido un crecimiento considerable en los viajes de negocios, lo que ha llevado a un aumento en la demanda de vehículos ejecutivos de lujo, sostiene la consultora.
Es un negocio adicional para automotoras y ahí se entiende también por qué grandes marcas junto a startups han apostado por el sistema: en todo Latinoamérica ya hay firmas de renting que compiten con Smartycar, como Arval, subsidiario del grupo BNP Paribas, con presencia en Chile, Colombia y Perú; la chilena Awto, dependiente de Kauffman, que opera en varias ciudades de Chile y también en Brasil, donde además arrienda motos.
En Argentina está E-coche, una plataforma de alquiler de autos eléctricos; Europcar, originaria de Francia, es la empresa de alquiler de vehículos más extendida por toda Latinoamérica con oficinas en Argentina, Brasil, Chile, México, Colombia, Uruguay, Bolivia, República Dominicana, Jamaica, Costa Rica, Ecuador, Guayana Francesa y Guatemala.
La mencionada Kinto, que es la incursión de Toyota en el carsharing, está en Latinoamérica desde 2020. Desembarcó en Argentina y Brasil primero, para después expandirse a Perú, Uruguay, Paraguay, Colombia y Chile.
La empresa brasileña Localiza Rent a Car, tiene presencia con más de 600 agencias distribuidas en siete países: Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y México. Mobilize, fundada por el grupo Renault, ya está presente en América Latina desde hace 20 años. Mientras que en Colombia está la empresa Muverang en las ciudades de Cali, Medellín y Bogotá, tiene una flota exclusivamente eléctrica.
La diferencia con las aplicaciones de movilidad es que Smartycar es dueña de su flota, que hoy bordea los 1.500 vehículos, para un grueso de 1.200 clientes.
Y para tener toda esa flota, la startup invirtió en un centro de operaciones en Santiago, que le permite disponer de toda la operación logística que necesitan para poder administrar estos autos, aumentando el alcance que tiene para atender necesidades a lo largo de todo el país y optimizando procesos como la preparación y entrega de unidades, así como la coordinación de servicios.
CAMBIO DE PARADIGMA
A pesar del impulso y de la competencia, Salineros sabe que aún debe lidiar con el factor más difícil de cambiar, que es la mentalidad en torno a los automóviles.
“Nosotros estamos transformando la experiencia de ser propietario de un auto, a tener el auto como un servicio”, recalca.
Por eso ve su modelo de negocio como un desafío de largo aliento. “Ya que es una transformación bastante cultural en el consumidor chileno, y probablemente en latinoamericano también, dejar de ser propietario de las cosas y tener las cosas como un servicio”.
De todas formas, ve el futuro con optimismo, basado en cómo se inició su negocio: “El primer año suscribimos 50 clientes y fue en 100% con la fórmula ‘familia y amigos’. Nuestro cliente fue un consultor que había visto el modelo en Europa y que le pareció interesante. En tanto, que un amigo contrató una camioneta para él y después contrató otro auto para su señora y hoy día ya va en su tercer vehículo con nosotros renovando cada dos años”, recuerda Salineros.
Hoy sus clientes son básicamente personas de entre 35 y 40 años, usuarios jóvenes que están optando por nuevas alternativas de movilidad, que buscan más flexibilidad y adaptar el costo de tener un auto a su realidad personal. “En vez de gastar varios millones en un auto, prefieren tener la movilidad como un costo fijo y regular, así como tienes el costo del arriendo de tu casa”, agrega.
Como en muchos otros negocios, el suyo también se potenció con la pandemia. “Por dos razones. Una, porque no había autos [para venta]. La segunda es porque la gente empezó a entender que su auto estaba mucho tiempo parado porque no salía de casa y el coche estaba perdiendo valor”, especifica el CEO.
Fue en pandemia, también, cuando convirtió a Smartycar en un negocio basado en tecnología, al comprar una plataforma tecnológica para acelerar el proceso de selección y contratación de días a solo minutos. “Veníamos haciendo 20 a 25 suscripciones mensuales de forma manual y cuando implementamos la app saltamos a 60, 70 clientes”, añade.
Junto con duplicar la cantidad de suscriptores este 2024, todavía está el desafío de que opten por vehículos más limpios en emisiones, con su línea Eco.
“Dado que trabajamos con todas las marcas del mercado y la ventaja es que el renting o la suscripción permite disminuir las barreras de entrada para poder experimentar, porque no eres dueño del vehículo, por lo tanto, no tienes la incertidumbre de la operación, del valor futuro de ese auto, tampoco tienes que asumir el alto costo que tienen hoy día los vehículos eléctricos o híbridos. El 1% de nuestros clientes hoy prefiere un vehículo eléctrico o híbrido. Pero todavía cuesta, hay una preferencia aún lenta por estos coches” concluye.