En la última década se vio cómo la inversión colombiana en el país del norte superó los US$4.700 millones, un fenómeno que se da por la seguridad jurídica para los capitales consignada en el TLC.
Bogotá. El logo de la pequeña mujer holandesa de sonrisa coqueta, delantal azul y un sombrero blanco puntudo hizo su debut en 1992. Con dos hornos y un portafolio de 40 referencias de galletas de trigo comenzó a conquistar el estado de Texas. Pero a la vuelta de 18 años, Lil’ Dutch Maid se convirtió en una auténtica sensación para el mercado estadounidense.
El número de productos sobrepasó la centena (cuenta con galletas de esencia de vainilla hasta con crema de mantequilla de maní) para venderse en 43 estados norteamericanos, trabajar con 100 intermediarios y facturar ventas anuales del orden de los US$84 millones.
Sin embargo, desde octubre del año pasado, sus prioridades cambiaron: ahora estudia intensivamente español y los mercados de América Latina y el Caribe.
La razón es sencilla: tiene nuevo dueño. “El estadounidense es un mercado grande, estable, donde un nuevo jugador tiene la posibilidad de ganar participación”, comenta Carlos Enrique Piedrahíta, presidente del Grupo Nutresa, el conglomerado colombiano que desde varios años atrás había sondeado el mercado estadounidense en busca de esa posibilidad dorada que les permitiera profundizar su participación en el segmento de las galletas.
La oportunidad llegó a mediados de 2010, cuando se enteraron de que Fehr Holdings, propietaria de las marcas de galletas Lil’ Dutch Maid, Sun Valley y Tru-Blu, buscaba nuevos dueños.
En el negocio pesó algo más que la importante participación en el mercado estadounidense: sus dos plantas de Texas y Oklahoma se encuentran en una posición privilegiada por la cercanía a los cultivos de trigo. “Antes comprábamos este cereal en Estados Unidos para fabricar galletas en Colombia o Costa Rica. Teníamos que pagar fletes y aranceles, y devolverlo en forma de galletas para exportación. Ahora lo compramos cerca de la planta, fabricamos las galletas con nuestras marcas Noel y Pozuelo”, explica Piedrahíta, y agrega que el país del Norte se convierte así en la plataforma de exportación perfecta para los mercados de Centroamérica y el Caribe.
La adquisición se cerró en octubre del año pasado por US$68 millones. Fue la última operación de una década dorada para la inversión colombiana con rumbo a Estados Unidos, que entre 2001 y 2010 ascendió a US$4.773,5 millones.
“Muchos de los empresarios, que en los años 90 exportaban flores, se convirtieron en distribuidores en EE. UU. e invirtieron en empresas donde aplicaron la experticia que habían aprendido en Colombia”, asegura Camilo Reyes, director ejecutivo de la Cámara de Comercio Colombo-Americana, quien asegura que no es coincidencia que esta cifra se haya forjado en la misma década en la que se realizó uno de los procesos más importantes para las relaciones bilaterales: el Tratado de Libre Comercio (TLC).
La era del cemento
De acuerdo con las cifras del Banco de la República, la transformación en el flujo de inversiones colombianas a Estados Unidos comenzó a darse en 2005. Ese año los capitales ascendieron a US$1.410,4 millones y uno de los grandes responsables fue la cementera antioqueña Argos.
“En la década pasada identificamos la oportunidad de avanzar más allá en la cadena de comercialización de nuestro producto e integrar verticalmente el cemento producido en la Costa Norte colombiana con la producción de concreto en el sur de Estados Unidos”, dice Luis Alberto Vélez, presidente de la empresa que desde los años 50 le vendía bultos de cemento a los constructores estadounidenses.
Igual que en el caso de Nutresa, la adquisición se realizó por motivos estratégicos. Por la misma época en la que Argos se lanzó con su nuevo proyecto, el gobierno de Venezuela, donde tenía buena parte de su operación, comenzó a desplegar su política de nacionalizaciones. También pesó la cercanía de los puertos en la zona franca de Mamonal, Cartagena, (desde la cual la empresa se disponía a abastecer al mercado del Caribe) con los del Golfo de México.
La entrada triunfal a Estados Unidos se dio en tres fases: con la ayuda de una banca de inversión, Argos adquirió en 2005 una concretera en el estado de Texas, y otra, en 2007, en Alabama, por las que canceló US$1.000 millones. El proyectó finalizó en marzo pasado, cuando pagó US$761 millones por la operación estadounidense de Lafarge, el segundo productor mundial de cemento.
Tres inversiones realizadas en los años en que el TLC había sido firmado y su texto aprobado (tanto por el Congreso como por la Corte Constitucional) en Colombia. En él sobresale el capítulo 10, en el que se establecieron los mecanismos para la protección recíproca de las inversiones y se definieron mecanismos de arbitraje cuando surjan disputas legales.
“Estos mecanismos traen consigo un nivel de seguridad jurídica y se convierten en un estímulo y una garantía para las inversiones de doble vía”, destaca Reyes. Garantías que sólo entrarán a funcionar en el momento en que el TLC salga del limbo político en el que se encuentra en el Congreso estadounidense, se apruebe y se ratifique. Por eso no deja de sorprender que, aun sin estos mecanismos, los empresarios colombianos depositen su capital y el futuro de sus compañías en el país del Norte.
“Es entendible, porque Estados Unidos es un mercado de más de 300 millones de compradores potenciales y el primer importador del mundo. Y sigue siendo nuestro primer socio comercial”, agrega el dirigente gremial.
Tanto analistas como empresarios le apuestan a que el TLC será aprobado a finales de este año, para entrar en vigor en 2012. El positivismo es tal que las inversiones colombianas siguen creciendo: así lo demuestra el reciente proyecto de Alpina en Nueva York, con el que busca consolidar el sabor nacional en ese país.
Alpina y su estrategia neoyorquina
US$14 milloness invertirá en su primera planta en EE.UU., en el estado de Nueva York.
50 empleos creará esta iniciativa en el poblado de Batavia, situado en el occidente del estado.
2010 fue el año en el que se inició este proyecto, desarrollado por su filial Alpina Foods LLC.
32 referencias de bebidas lácteas comercializa Alpina actualmente en el mercado estadounidense.
50 mil millones de pesos es el presupuesto de inversiones de Alpina para 2011.