Tras 500 años de encuentros y desencuentros, el Viejo Continente parece redescubrir a América Latina. Ésa fue la principal conclusión del Coloquio Berlín sobre Globalización donde me correspondió representar a CEPAL, evento organizado por la cancillería alemana y un importante banco de la plaza. Similar conclusión detecté en el Día de Latinoamérica en Hamburgo en noviembre pasado; en el Congreso sueco en abril en Estocolmo, y hace un par de semanas en un encuentro con los embajadores latinoamericanos en Bruselas.
La Unión Europea, fuertemente afectada por la crisis subprime, enfrenta severas crisis económicas y sociales en Grecia e Irlanda, mientras continúan los ataques especulativos contra Portugal y España. La unión monetaria y el euro se encuentran amenazados y los programas de rescate no parecen dar el tono preciso como para evitar severas recesiones en las economías afectadas. El Viejo Continente pierde dinamismo económico y demográfico, viendo como gradualmente los motores de la economía mundial se desplazan de Occidente a Oriente y del Norte al Sur. En ese marco, la academia, los gobiernos y el empresariado europeo ven en América Latina no sólo una zona que crece sino que además, en promedio, cumple cabalmente con los criterios de Maastricht, lo que no pueden decir ni la Unión Europea, ni Japón ni Estados Unidos. El mismo día del evento en Berlín, la prensa especializada destacaba que los CDS (instrumentos financieros de intercambio de deuda) de Chile, México y Brasil valoraban mejor a estas economías que a Italia y a varias otras economías europeas, en un nivel similar al de Inglaterra.
Les sorprende la resiliencia de la región frente a la crisis internacional y la rapidez y fortaleza de la recuperación, creciendo 6% este año y cerca del 5% el próximo. La década actual muestra en América Latina estabilidad económica y política, crecimiento elevado, reducción de la pobreza y mejoría en la distribución del ingreso. Esto constituye una década inédita en nuestra región.
América Latina además diversifica socios y mercados de modo acelerado. En particular, el vínculo con China y Asia Pacífico crece de manera significativa. En CEPAL estimamos que, a mediados de esta década, China podría desplazar a la Unión Europea como segundo socio comercial, tanto en importaciones como en exportaciones.
América Latina es además un importante exportador de materias primas y de biodiversidad, posee la mayor superficie cultivable del mundo y el 40% de las reservas de agua del planeta. Cobre, estaño, hierro, aluminio, litio; crudo y gas natural; carnes, soja, café y cacao; frutas, alimentos y agroindustria; pesca y maderas y biocombustibles son todos sectores de gran futuro en AL, sectores donde se requieren nuevas e importantes inversiones. Esto es particularmente importante cuando se debate en los círculos internacionales sobre la posibilidad que estemos viviendo un súper ciclo de los commodities que podría durar 10 a 20 años. Si ello fuese así, nuestra región podría transitar desde su actual situación de ingresos medios hacia el escalón inferior de ingreso de las economías industrializadas.
Alemania siempre ha tenido un estrecho vínculo económico con Brasil pero ahora descubre que América Latina es más que Brasil; que un amplio mercado andino (Colombia, Chile y Perú) crece a tasas del 6%; que México y Brasil inician conversaciones para un acuerdo comercial y que los países del Arco del Pacífico buscan hacer converger sus acuerdos y definir una estrategia conjunta de aproximación a China y al Asia Pacífico. Es razonable entonces el objetivo alemán de actualizar sus relaciones con la región, adecuándolas al nuevo potencial de crecimiento y de contribución a la solución de los temas globales que muestra. Eso es lo que sugiere el documento que la cancillería presentó en este evento y que pronto será dado a conocer.
Ojalá que este nuevo impulso ayude a culminar bien y pronto el Acuerdo de Asociación entre la UE y Mercosur. El paso siguiente sería impulsar la acumulación de origen entre todos los Acuerdos de Asociación de la UE con América Latina (México, Chile, Centroamérica, Colombia y Perú, además del Caribe y Mercosur), esperando la pronta incorporación de Ecuador y Bolivia a ellos. Ello estimularía la gestación de cadenas de valor eurolatinas, lo que estimularía una más amplia gestación de redes de innovación y de negocios tecnológicos, con proyectos conjuntos de universidades y centros tecnológicos de Europa y América Latina.