Dentro de los cambios que estamos presenciando, llama la atención la intensificación de las relaciones económicas entre los países emergentes. China está obviamente al epicentro, pero se están dando también nuevas redes comerciales, financieras e industriales entre zonas que hasta hace poco tenían vínculos de baja densidad. Uno de estos ejes emergentes es el de América Latina con los países árabes.
Históricamente las diásporas de Medio Oriente también llegaron hasta América Latina. Se estima que hay unos 20 millones de latinoamericanos de origen árabe, de los cuales 7 millones se encuentran en Brasil. Símbolo de estas migraciones son los empresarios de origen sirio o libanés que levantaron importantes imperios, como es el caso de Carlos Slim, la mayor fortuna del continente. Sin embargo, las relaciones con la península árabe fueron hasta una fecha más reciente poco desarrolladas. Hoy, en cambio, los países árabes son el tercer principal socio comercial de Brasil, absorbiendo más de US$ 10 mil millones de exportaciones de ese país, cerca de un 11% del total.
El fondo ADIA, de los Emiratos, (el mayor fondo soberano del mundo, junto con los fondos chinos SAFE y CIC) posee edificios en Rio, participaciones en la Bolsa de São Paulo y bonos brasileños. El holding Al Qudra, por su parte, ha mostrado interés en el sector agroindustrial brasileño, mientras el fondo de private equity de Abu Dhabi, Mubadala, planea también diversificarse hacia Brasil.
Los inversores árabes, como el operador de puertos DP World, por ejemplo, han participado también en la construcción del puerto de Callao, en Perú. DP World tiene previsto también una inversión de US$ 250 millones en Cuba, con el objetivo de transformar el puerto de Mariel en un puerto de primer rango mundial. El fondo Aabar Investments, de Abu Dhabi, invirtió cerca de US$ 330 millones en el Banco Santander en Brasil. En octubre de 2010, Qatar Holdings adquirió 5% de esta misma filial brasileña del banco español por un monto de casi US$ 2.000 millones.
El sector agroindustrial, y todo lo vinculado al agua, (bien que escasea en la península arábiga), es de particular interés. Empresas como Hassad Food, filial del fondo soberano de Qatar, o Al Dahra Agricultural Company, de Abu Dhabi, están buscando ampliar también su presencia en la región. Cosan, la mayor productora mundial de caña de azúcar y etanol, creó una filial especializada en localización y valoración de tierras agrícolas, Radar Propiedades Agrícolas, que tiene como clientes inversores de los países árabes. Este interés por la región no es de sorprender: América Latina concentra cerca de 60% del total de las reservas hidráulicas mundiales y Brasil, por sí sólo, algo más del 13% mundial. Este oro azul se está volviendo igual de precioso como el oro negro.
Por ahora sólo dos bancos latinoamericanos, Banco Itaú y Banco do Brasil, tienen pequeñas oficinas de representación en Dubai, mientras el gigante minero brasileño Vale estableció una planta de acero de US$ 1.000 millones en Omán.
Las ciudades también se están conectando. Emirates Airlines acaba de abrir vuelos diarios entre Dubai y São Paulo, y Qatar Airways opera rutas entre Doha, São Paulo y Buenos Aires.
Para estimular las relaciones entre ambas regiones varios empresarios latinoamericanos crearon en 2009 el Gulf Latin American Leaders Council. En abril de 2010, unos 25 empresarios de la región viajaron a los países árabes. En 2005, Brasil impulsó la primera Cumbre Árabe – Latinoamericana, que se repitió en Qatar en 2009. La tercera está programada para febrero de 2011 y tendra lugar en Lima, Perú. Argentina está también moviendo fichas, y hospedó a finales de 2010 una conferencia con los Emiratos.
Por el lado árabe, en 2009, una delegación de Abu Dhabi visitó 14 países en el hemisferio occidental, buscando ampliar el espectro de posibles inversiones. En enero de 2010, el jeque Hamad Al-Thani, emir de Qatar, visitó Argentina, Brasil y Venezuela, en busca de oportunidades. Este año los Emiratos Árabes Unidos anunciaron que ampliarán su red de embajadas en América Latina, con la apertura de una representación en Chile, mientras que el primer ministro de Kuwait inició en julio un recorrido de tres semanas por toda la región.
Todo este movimiento entre América Latina y el mundo árabe demuestra una cosa: la tendencia global hacia un mundo mucho más descentralizado.