Rafael de la Cruz y Osmel Manzano, autores del libro “Cómo acelerar el crecimiento económico y fortalecer la clase media en América Latina y el Caribe” están convencidos de que la región se recuperará de la recesión económica producida por la pandemia y podría albergar países desarrollados en los próximos años.
Mientras que gran parte de los países de América Latina concentran sus esfuerzos en contener los graves y negativos impactos que viene dejando el COVID-19 en sus economías, el BID, a través del libro “Cómo acelerar el crecimiento económico y fortalecer la clase media en América Latina y el Caribe” propone una guía práctica para retomar la expansión del PIB tomando como punto de partida duplicar la inversión pública en infraestructura, bienes públicos y logística.
AméricaEconomía conversó con los autores de este importante estudio, (que se puede descargar de forma gratuita aquí) Rafael de la Cruz, gerente de Países del Grupo Andino del BID y Osmel Manzano, asesor económico regional para la Región Andina del BID, quienes a pesar de considerar esta pandemia como un gran bache económico, aseguran que este es el momento preciso para repensar los paradigmas macroeconómicos que no solo ayuden a América Latina a recuperase de la recesión, sino también registrar tasas de crecimiento cercanas al 7% (el doble de lo que vienen creciendo en los últimos años) que encaminen a muchas economías al estatus de países desarrollados en las próximas décadas.
-¿Cómo concebir un libro con estrategias de crecimiento económico y fortalecimiento de la clase media en medio de una coyuntura de pandemia que tendrá consecuencias devastadoras en América Latina?
-Rafael de la Cruz: Este es un libro que no se escribe para el corto plazo o para la coyuntura, sino que está pensado para para los próximos 20 años. No esquivamos el tremendo bache que es esta pandemia, pero incluso si esto no hubiese sucedido, lograr el crecimiento económico no es algo que se pueda hacer de un día para el otro. Sin embargo, hay que empezar a trabajar desde ya para lograrlo. Los cálculos más conservadores estiman una caída del PIB del 5% o 6% debido al COVID-19 e incluso ya muchos piensa en un retroceso de 10% o más para fines de 2020. No tenemos todos los datos necesarios para saber qué tan fuerte va a ser la recesión y cuánto va a tomar la recuperación porque la economía no está funcionando al 100% en la mayoría de la región. América Latina se va a recuperar de esto, pero tendrá que trabajar muy duro en varios temas, uno muy importante es el grave déficit fiscal que deja todo esto. El BID va a estar muy pendiente de trabajar al lado de los países para recuperarnos hasta donde estábamos a principios de año. Una vez que esto suceda, nuestra opinión es que esta parte del continente tiene un potencial de crecimiento extraordinario, mucho más allá de ese 3,5% anual que típicamente crece la región. Pensamos que puede crecer al 6% o 7% y en el libro nuestro vector más importante de crecimiento es la inversión masiva en infraestructura, bienes públicos, logística y la economía digital. Eso va a generar un impulso de crecimiento de corto plazo por generación de demanda agregada en términos muy keynesianos. El principal factor por el cual América Latina no crece a este ritmo anualmente, sino la mitad es por un problema de productividad de la economía. Cuando analizamos qué es lo que afecta más la productividad de la región vemos que un 70% de todos estos elementos de infraestructura, bienes públicos, logística, etc., representan el gran ancla en contra del incremento de la productividad de los países.
-El déficit de infraestructura es la raíz de la debilidad económica y productividad latinoamericana.
-RC: En buena medida lo es. Un camión de carga en Estados Unidos circula 100.000 kilómetros al año. En América Latina, en Colombia específicamente, solo 50.000 kilómetros al año. ¿Qué implica esto? Que el capital rota la mitad en América Latina que en Estados Unidos y esto es un elemento fundamental de la productividad. Si tengo un producto y solo lo puedo sacar o exportar una vez, naturalmente es menos rentable que hacerlo dos veces. Este no es el único ejemplo que explica todo, pero si da una idea de lo complicado que es el problema de la infraestructura, la logística y los bienes públicos que no están a la altura de las necesidades y este es el factor central al que apuntamos. Si esto fuera tan fácil, ¿por qué no se ha hecho? Porque no hay la plata para hacerlo, los recursos fiscales no están disponibles para eso. La mayor parte de la región tiene un ingreso fiscal bajo, alrededor de 15% o 18% del PIB frente a países de Europa o Estados Unidos donde la mayoría supera el 40% del PIB. En ese sentido, hace falta aumentar esos ingresos, generar un excedente para dedicarlo a la inversión pública. En números, proponemos que la inversión pública pase del 3,5% del PIB que se hace en la región en promedio al 7%.
-Parten con la propuesta de duplicar la inversión pública en infraestructura y de otro lado está la necesidad de aumentar la recaudación fiscal para llevar esto a cabo. No obstante, la gran debilidad de la región es la baja recaudación y el alto nivel de informalidad. ¿Cómo hacer atractiva la formalidad para empresas y personas que no ven que los impuestos son invertidos en obras públicas a beneficio de los ciudadanos?
-Osmel Manzano: Esta pregunta tiene una parte fácil y otra difícil. La fácil es que hay espacio para aumentar los ingresos sin necesariamente formalizar a la gente. No estoy diciendo que eso sea lo deseable, y por eso voy a la parte difícil. Hay una serie de reformas que aumentarían los ingresos sin abordar el tema de la informalidad, pero claramente esa no puede ser la respuesta fiscal. En el libro creamos una propuesta completa que es el estado del aseguramiento. América Latina experimentó un cambio importante en un lapso muy corto. A principios de este siglo, la clase media era apenas el 30% de la población y hoy es el 70%. Los estados eran principalmente asistencialistas y estaban pensados en cómo atender a una población que en su mayoría era pobre. Así que esta clase media se ha encontrado un poco huérfana, por ello proponemos un estado de aseguramiento porque cuando tienes una clase media, lo importante es ofrecerle seguros de retiro. En nuestros países hay sistemas de pensiones, pero llegan a unos pocos. Es importante tener un seguro masivo de desempleo -que en esta crisis hubiera sido una herramienta muy importante- al igual que un buen sistema de seguro de salud. Una vez que a la clase media se le ofrece este aseguramiento, también se le da incentivos para formalizarse porque van a ver estos beneficios. Hay temas fiscales que se pueden trabajar para aumentar la recaudación, pero también hay que generar este pacto ofreciendo este estado de aseguramiento.
Para Rafael de la Cruz y Osmel Manzano, países como Argentina, Uruguay y Brasil, donde los ingresos fiscales están por encima del 30% del PIB han demostrado que sí es posible formalizar la economía de la región.
-Eso también garantizaría una clase media sólida, porque una de las críticas es que es vulnerable económicamente y proclive a regresar al estado de pobreza.
-RC: Esto es un tema difícil porque la mayoría de las economías es informal. Los países del cono sur están más formalizados y el tema fiscal está más resuelto, sobre todo en Argentina, Uruguay y Brasil, donde los ingresos están por encima del 30% del PIB. El problema es que ellos gastan mucho e invierten poco. No tienen un problema de cantidad de plata, sino de dónde dirigen el gasto. Estos países han demostrado que se puede recaudar esa cantidad de recursos y que se puede formalizar la economía. Hay un trabajo de supervisión y fiscalización tributaria, pero también es importante que la gente entienda que al final de cuentas le conviene la formalidad. Nosotros proponemos un pacto político que permita redefinir el pacto social que tiene la región con este eje del aseguramiento colectivo que permitiría efectivamente proteger a una gran cantidad de población informal. Muchos se creen vivos por no pagar impuestos, porque se quedan con el dinero, pero resulta que esto los liquida porque si no tienen algún tipo de protección se encuentran en una situación de vulnerabilidad muy grande. En muchos países valdría la pena hacerlo a través de un gran debate y un gran pacto nacional y probablemente se evitaría este drama que estamos viviendo en este momento donde hay tanta gente desprotegida y sin suficientes reservas para sobrevivir esta situación con alguna tranquilidad. Esta coyuntura de pandemia puede ser un gran incentivo o una buena excusa para proponer este pacto y adelantarlo, sobre todo porque cuando esto pase se verá el tremendo desastre social y económico que va a quedar debido al COVID.19. Es muy cierto, hay una parte de la clase media, la más vulnerable, que está cayendo en la pobreza y tenemos que rescatarla con empleo de calidad.
-Otra propuesta es el impulso de la transformación digital y la Cuarta Revolución Industrial. ¿Cómo entrar en la economía digital que ha sido la gran ganadora de esta pandemia en países donde la conectividad es aún deficiente?
-RC: Hay un déficit importante de conectividad. Todo el esfuerzo de inversión en la economía digital, al igual que en infraestructura, logística y bienes públicos en general, es algo conjunto. No se puede apostar a una sola cosa, sino a varias porque todas van a generar una demanda agregada que va a impulsar la economía y todas son necesarias para lo que viene más adelante, una vez que pase este bache y se pueda volver a crecer no a un ritmo de 3% o 3,5% como lo veníamos haciendo, va a pasar mucho tiempo antes de llegar ahí a menos que se tomen decisiones muy importantes de generar un impacto extraordinario en inversión, como lo hizo Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Este continente quedó mucho peor de lo que va a quedar América Latina el próximo año y en adelante cuando ya se vea el efecto total agregado de esta pandemia. ¿Qué hizo? Se endeudó masivamente para generar un esfuerzo tremendo de inversión y de crecimiento económico y tuvo como resultado la reconstrucción de este continente que en ese momento se convirtió en la segunda economía más poderosa, si se la considera como un conjunto, después de Estados Unidos. En ese sentido, los paradigmas económicos que hemos utilizado, sobre todo después de la crisis del sudeste asiático y la crisis financiera de los 80, que son básicamente ortodoxos, posteriores al keynesianismo y más liberales se deben revisar fríamente porque el nivel de destrucción masiva de la economía mundial, no de América Latina, es tal que hay que repensar cómo vamos a actuar desde el punto de vista del estímulo al crecimiento. Esto no es una historia del futuro, sino que está pasando en este momento. Los bancos centrales están interviniendo masivamente, los gobiernos también desde el punto de vista fiscal, hay un nivel de endeudamiento que está creciendo en todo el mundo de una forma abismal. Lo único que va a crecer de una forma importante es Asia, pero el resto del planeta va a estar en serias dificultades. Probablemente el mejor instrumental que tenemos en esta coyuntura tan especial es el keynesianismo que curiosamente fue lo que permitió que Europa se pusiera de pie nuevamente después de la Segunda Guerra Mundial.
-Esta no es una receta que se va a dar de un día al otro, sino que es a largo plazo y requiere de un compromiso y liderazgo de las autoridades de cada país y ustedes mencionan la importancia de un consenso político para llevarla a cabo. ¿Cómo lograr esto en países donde hay enfrentamiento de poderes que distraen los esfuerzos y entrampan las reformas importantes?
-RC: Aquellos países cuyos líderes de los diferentes sectores, tanto político, empresarial y la sociedad organizada se den cuenta de que tienen una gran oportunidad en este momento de apuntar a dos o tres cosas importantes que les permitan impulsarse hacia adelante, esos países van a tomar la delantera. ¿Quiénes lo van a hacer o no? Ya lo veremos. Nosotros estamos aportando una guía práctica y sugiriendo un camino que hemos mostrado técnicamente que puede funcionar muy bien para acelerar el crecimiento. Cada país tiene que tomar sus decisiones políticas y hasta dónde quiere avanzar para llegar a ser un país realmente desarrollado, como América Latina lo puede hacer y lo merece.
Según el BID, se debe crear un estado de aseguramiento que garantice a la clase media un buen sistema de pensión y salud que prevengan una posible caída a la pobreza.
-Plantean tres escenarios de crecimiento: el inercial, el acelerado realista y el acelerado ideal. ¿De qué dependerá qué camino tomar? ¿De la economía global? ¿De que se encuentre una vacuna para el virus?
-OM: Lo que suceda en el corto plazo está muy relacionado a la vacuna, pero obviamente cuando pensamos de aquí a 20 años, va a depender de la capacidad de ejecución, de lo que puedan y tengan para invertir, se trata de la herramienta de inversión que estamos proponiendo en el libro. Al final, si se logra movilizar los recursos, no decimos que mañana los países van a invertir el7% del PIB, sino que estamos poniendo una senda para llegar a ese nivel de inversión.
-¿Qué escenario de crecimiento están viendo en el futuro ustedes? En el libro afirman que en 20 años muchos países como Colombia y Perú pasarían el umbral de países desarrollados.
-OM: Venimos de casi dos décadas donde crecimos bien, pero en realidad ese crecimiento no es tan asombroso si lo comparas con otros periodos de crecimiento y otros países del mundo. Si vamos a seguir conformes con ese crecimiento está bien, pero nunca vamos a llegar a ser países desarrollados. No obstante, si los países aspiran en el corto tiempo a cerrar la brecha con el sur de Europa, es factible en la medida en que se hagan las inversiones. Si los países llegan a un acuerdo, si esta crisis diera origen a los acuerdos políticos que hacen falta para que esto suceda este escenario es muy factible.
-Muchos escépticos no son tan optimistas.
-RC: Ningún país en el mundo nació desarrollado. Todos empezaron de abajo, algunos eran pobres. Por ejemplo, hace 30 años países como España, Portugal o incluso Grecia e Irlanda eran pobres o de ingresos medios como lo son la mayoría en América Latina en este momento. Después tienes el caso de China que creció durante dos décadas casi por encima del 10% debido a la inmensa masa de inversión que hizo en infraestructura, en bienes públicos, logística y economía digital y que ha sido clave, más del 10% del PIB por más de 20 años. Eso generó un impacto extraordinario que la hizo muy atractiva para la inversión. No estamos diciendo nada que no se haya hecho. Nosotros también lo hemos hecho en los últimos 20 años, pero no hemos invertido al nivel que debimos y por tanto no se ha crecido al nivel que debimos hacerlo. Pasamos de una clase media pequeña a una mayoritaria y eso es algo que debe ser un estímulo para darnos cuenta de que, desde nuestra propia experiencia, si hemos podido crecer, si ha habido cambios importantes sociales y económicos y debemos tener la confianza y certeza de que podemos incrementar aún mucho más ese bienestar que ya hemos logrado.
-OM: El boom de los commodities de la última década nos dio mucha complacencia, pero ahora, con la crisis del COVID-19 es más importante que nunca hacer la reforma. Los países no desaparecen, pero con todos estos cambios tecnológicos hay que montarse en la ola. Hay que empujar esta agenda agresivamente, no conformarnos con lo que nos ha tocado hasta ahora. Hemos tenido suerte al contar con recursos naturales que nos han ayudado a estar donde estamos hoy, pero llega un momento en que hay que empezar a ver más adelante para sostener un crecimiento y sostener esta clase media que ya hemos creado.