Un estudio de 2020 de Microsoft y el Banco Interamericano de Desarrollo concluyó que El Salvador tenía la segunda penetración de internet más baja de 20 países de América Latina y el Caribe. En las zonas rurales, apenas una de cada 10 personas tiene acceso a internet.
El pueblo costero salvadoreño El Zonte es visiblemente pobre, con caminos de tierra y un sistema de drenaje defectuoso. Pero de alguna manera está por delante del resto del país: usa el bitcoin.
La infraestructura básica del lugar de surf tropical permite dar un vistazo de las posibles trampas para popularizar al bitcoin a nivel nacional para pagos y ahorros, después de que el Congreso adoptó la semana pasada la criptomoneda como moneda de curso legal, una primicia mundial.
Zulma Rivas, por ejemplo, de 38 años, es madre de tres hijos y comenzó a aceptar pagos en bitcoins el año pasado por las bolsas de fruta cortada que vende en una bandeja a los turistas, como parte de un experimento llamado Bitcoin Beach destinado a convertir la ciudad en una de las primeras economías bitcoin.
El presidente Nayib Bukele citó a Bitcoin Beach como inspiración para su iniciativa legal para adoptar la criptomoneda a nivel nacional.
El uso en la ciudad playera de una plataforma llamada Lightning Network para permitir transacciones pequeñas ha ayudado a superar algunos de los obstáculos técnicos y prácticos para usar el bitcoin como moneda, aseguran los fundadores de Bitcoin Beach, que podría ser útil a mayor escala.
Pero para Rivas, sin embargo, el efectivo es el rey. Rara vez usa bitcoins, dijo, porque, como muchos en la aldea, su teléfono inteligente maltratado tiene problemas con la aplicación de pagos.
Cuando Reuters la visitó la semana pasada, el aparato estaba roto. De igual modo, a menudo la mujer se queda sin datos en su contrato de telefonía prepagado y la conexión a internet es notoriamente irregular en lugares rurales como El Zonte, que se encuentra a 49 kilómetros al suroeste de San Salvador, la capital.
Un estudio de 2020 de Microsoft y el Banco Interamericano de Desarrollo concluyó que El Salvador tenía la segunda penetración de internet más baja de 20 países de América Latina y el Caribe.
Con un 45%, la conectividad solo fue menor en la vecina Honduras. En las zonas rurales, apenas una de cada 10 personas tiene acceso a internet.
Óscar Picardo, director del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia, dijo estar entusiasmado con el potencial del bitcoin para brindar a los salvadoreños pobres una alternativa a los bancos, pero que el experimento en El Zonte era demasiado limitado para darle confianza sobre si podría funcionar a nivel nacional.
"Puede verse como un espejismo", sostuvo Picardo. "La brecha digital es enorme, el acceso a internet es limitado para muchas familias de escasos recursos y hay otras prioridades y otras necesidades", agregó.
Se necesitaría educación y capacitación para garantizar que las personas no corran el riesgo de fraude al manipular la nueva moneda, según el académico.
Dania González, quien encabeza el comité de finanzas en el Congreso de El Salvador, reconoció durante el debate sobre la legalización del bitcoin que había brechas en el servicio de internet, pero culpó a administraciones anteriores.
"Este Gobierno ha tratado reducirla, como entregando computadores, computadoras con acceso al internet dentro las comunidades al interior de nuestro país, capacitando a diferentes maestros", afirmó la legisladora.
Bitcoin para helados de hielo raspado. La economía de El Zonte depende del flujo de turistas, especialmente de los que vienen a surfear.
Las empresas son pequeñas, algunas ubicadas en chozas de palmeras. El agua potable no siempre fluye. El gobierno de Estados Unidos está ayudando a construir un sistema de alcantarillado y una planta de tratamiento de aguas residuales en la zona.
A pesar de la infraestructura básica, tres jóvenes salvadoreños comenzaron en 2019 el proyecto Bitcoin Beach respaldado por el californiano Michael Peterson, luego de una "donación anónima" de bitcoins.
Algunos salvadoreños dicen que el proyecto ha cambiado la vida de los habitantes de El Zonte al permitirles ahorrar, invertir y obtener ganancias en un pueblo sin sucursales bancarias cercanas.
Durante la pandemia de COVID-19, el flujo de bitcoins en la economía local ayudó a las personas a superar tiempos difíciles por la falta de empleo. Algunos locales tienen colgados rótulos donde indican que aceptan pagos con criptomonedas y hay un cajero automático donde se pueden hacer operaciones.
Peterson dijo el año pasado al podcast Go Full Crypto que el 90% de las familias en la ciudad de 3.000 personas habían realizado una transacción con bitcoin, con el impulso de la epidemia del coronavirus. Señaló que los jóvenes de la ciudad se sentían más cómodos con eso que sus padres.
"Ustedes demostraron que esto no es algo solo para gente rica. Quiero decir, esto es para todos", aseveró Bukele en un chat de Twitter Spaces organizado por el defensor del uso del bitcóin Nic Carter y al que asistieron actores de la industria, incluidos representantes de Bitcoin Beach el martes pasado, mientras el Congreso debatía la ley.
"Ustedes son los pioneros aquí", agregó el mandatario.
Bukele trabajó en la adopción de bitcoins con American Jack Mallers, director ejecutivo de Zap, que ha creado una aplicación llamada Strike para facilitar las transferencias de efectivo de los salvadoreños en Estados Unidos a los familiares en casa.
El representante de Mallers en El Salvador, Renato Salazar, quien también está involucrado en Bitcoin Beach, explicó que el proyecto en El Zonte, que ha ayudado a financiar capacitaciones y talleres, se trataba de educación y empoderamiento, no de enriquecer a la gente.
"El minutero (vendedor de helados de hielo raspado) lo que puede hacer ahora es recibir pagos a través de bitcoin", aseveró Salazar a la televisión salvadoreña la semana pasada.
Al entregar bolsas de piña, sandía, mango y pepino a los clientes en una cabaña en la playa, Rivas insistió en que muchos de sus compañeros vendedores todavía prefieren los dólares estadounidenses, la moneda del pobre país centroamericano desde 2001.
Blanca Ponce, de 30 años, dijo mientras echaba tortillas para vender en la playa que no acepta bitcoins porque no gana suficiente dinero para un teléfono inteligente o un plan de datos de internet. También teme el riesgo financiero.
"Hay que tener un capital para invertir en bitcoin y para mí que soy pequeña, que empiezo con el negocio, se me hace bien difícil poner lo poquito que gano, invertirlo en algo y no saber si va a crecer", afirmó Ponce.