Para muchos países en el hemisferio la economía de libre mercado, que incluye la liberalización del comercio y de la inversión, es el camino elegido para el desarrollo económico y social. Aunque hay gobiernos que lo rechazan de manera contundente (usted sabe cuáles son), su desempeño económico es testimonio de lo equivocados que están.
Dado que las políticas neoliberales (incluyendo el Consenso de Washington) están asociadas con los años de Ronald Reagan y Margareth Thatcher, uno podría deducir que a este lado del Atlántico EE.UU sigue siendo el portaestandarte de esta filosofía. Lamentablemente no es el caso. La antipatía hacia el libre comercio es la actitud dominante en EE.UU. hoy en día. Esto sería comprensible en tiempos de recesión, cuando aumenta el desempleo y las fábricas se van al extranjero o se externalizan allí para reducir costos y mejorar su productividad. Sin embargo, el peso del proteccionismo comenzó a caer sobre EE.UU. incluso en los buenos tiempos (en los años de Clinton y en seis de los ocho años del periodo presidencial de Bush). El TLCAN, la Trade Promotion Authority y el acuerdo DR-CAFTA fueron aprobados por el Congreso, pero por márgenes mínimos.
Pues no, el portaestandarte y defensor de la liberalización comercial y de inversiones no es EE.UU., sino su vecino al norte del paralelo 49: Canadá. Como muchas naciones pequeñas (en este caso no en tamaño, sino en población), Canadá necesita vincularse al mundo para sobrevivir. Tal como para Holanda, Taiwán e Israel, para Canadá el comercio no es una opción, sino una necesidad. Y mientras su principal socio comercial es y seguirá siendo EE.UU., Canadá ha expandido sus vínculos con América Latina y el Caribe.
En términos comerciales, las exportaciones canadienses hacia América Latina han crecido 95% y las importaciones 53% desde 2003. El comercio bilateral de mercancías alcanzó los C$ 51.000 millones el año pasado. Estos flujos se concentran en pocos países: México, Brasil, Chile, Perú y Venezuela. Los mercados de destino para Canadá son México, Brasil y Chile; los de importación son México, Brasil y Perú. Trigo, semillas de canola y papel periódico son los productos más relevantes. Canadá mantiene tratados de libre comercio con Panamá, Colombia, Perú, Costa Rica y Chile, y tiene acuerdos pendientes de ratificación con República Dominicana, la Comunidad Andina, Caricom y el C4 (Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador). En suma, Canadá tendrá acuerdos de libre comercio con 28 de los 34 países de la región.
Canadá mantiene un déficit comercial constante con América Latina y el Caribe, lo que se puede explicar en gran medida por percepciones anticuadas del sector privado que se traducen en aversión al riesgo, así como una falta de empuje empresarial de parte de los exportadores canadienses, especialmente de compañías de menor tamaño. Para los “exportadores pasivos” canadienses, resulta demasiado fácil recibir órdenes de compra desde EE.UU. que arriesgarse en “territorio nuevo”, aunque la competencia sea menos intensa y mayor la oportunidad de lograr márgenes superiores.
Por su parte, el gobierno canadiense tiene intenciones serias de ampliar y profundizar su relación comercial con América Latina y el Caribe. En la vanguardia se encuentra su dinámica red de oficinas comerciales a lo largo de la región, mientras que Export Development Canada (EDC), la agencia federal de financiamiento comercial incrementó sus préstamos en 40% a C$ 10.000 millones, una cifra sin precedentes. El financiamiento de EDC se ha focalizado principalmente en clientes de infraestructura como Vale (Brasil), Codelco (Chile), y las mexicanas Pemex y CFE.
En el ámbito de la Inversión Extranjera Directa (IED), Canadá es ahora un inversionista neto focalizado en recursos naturales (principalmente mineros) y servicios financieros. Más del 40% de su IED hacia países en desarrollo se destina hacia América Latina, principalmente Brasil, Chile, México y Argentina. Desde 2003 la IED canadiense se ha duplicado hasta alcanzar C$ 130.000 millones, si se incluyen servicios financieros y transferencias. Mientras líderes canadienses en minería como Goldcorp, Barick Gold y Teck Cominco y compañías financieras como Brookfield Asset Management, Scotiabank, Royal Bank y CIBC son actores prominentes en la región, la lista de inversionistas activas en América Latina incluye a compañías comerciales (Weston Foods, Quebecor World, Agrium), ingeniería (SNC Lavalin), tecnología (RIM) y transporte (Magna International, Bombardier).
El primer ministro canadiense Stephen Harper ha declarado: “Canadá está comprometido en desempeñar un rol más significativo en las Américas y en hacerlo en el largo plazo”. En resumen: EE.UU. habla, mientras Canadá camina.