China prometió recientemente a América Latina inversiones por US$250.000 millones en los próximos diez años. ¿Qué perspectivas abren esas inversiones para la región?.
Deutsche Welle entrevistó al respecto a Ana Soliz de Stange, investigadora del German Institute of Global and Area Studies (GIGA), con sede en Hamburgo.
-China prometió recientemente a América Latina inversiones por US$250.000 millones en los próximos diez años. ¿Suponen esas inversiones una nueva calidad de la presencia china en la región?
-En realidad el anuncio de las futuras inversiones chinas en América Latina durante los próximos diez años ha sido bastante general, aunque ellas apuntan al sector energético y de infraestructura. La calidad de las relaciones entre China y América Latina no va a cambiar, si es que no hay un cambio de estrategia de los países latinoamericanos.
-China concede cada vez más créditos para proyectos de infraestructura en América Latina. ¿Con qué objetivo?
-Los objetivos son variados, depende del proyecto de infraestructura del que estemos hablando. Por ejemplo, si nos referimos a la construcción del Canal de Nicaragua, evidentemente este es un gran proyecto estratégico chino, el cual le podría facilitar el comercio de y hacia China, así como cambiar la geopolítica en la región y el mundo. Por su parte, dentro de los proyectos de infraestructura que se han ido proponiendo se repite una línea, que es la de conectar el transporte los océanos Atlántico y Pacífico. Esto, por cierto, genera gran interés no solamente por parte de los chinos, sino de los países latinoamericanos.
En Sudamérica se ha discutido por décadas diversos proyectos de construcción de corredores interoceánicos, que no se materializaron por falta de inversiones. Por otra parte, lo riesgoso de ciertos créditos chinos es que algunos de ellos han sido otorgados en yuanes, lo que ha obligado a los países latinoamericanos, y específicamente a Venezuela, a comprar productos chinos de vuelta. Esto es un gran negocio para China, ya que asegura además el destino de sus propios créditos retornándolos a su mercado.
-La estructura de las relaciones comerciales de China con América Latina se parece a la que esta tiene con los países industrializados occidentales: China compra petróleo, cobre, soja y carne y le vende productos terminados y tecnología. Eso no fomenta necesariamente el desarrollo de la región. ¿Cómo podría América Latina aprovechar mejor las relaciones bilaterales?
-Efectivamente los intercambios comerciales entre China y Latinoamérica han profundizado el patrón de venta de materias primas por compra de bienes manufacturados y tecnología. Además, varios países latinoamericanos desarrollaron durante los últimos años políticas exteriores de diversificación de socios. Sin embargo, esto parece que sólo trasladó la dependencia comercial que la región tenía con Estados Unidos y Europa, hacia China, lo que puede abrir nuevas interrogantes, ya que China es un socio que aún no acaban de conocer.
La dirección que tomen las relaciones de los países latinoamericanos con China depende principalmente de las estrategias que adopten los países latinoamericanos, más que esperar que provenga una voluntad política China de contribuir al desarrollo de los países de la región, ya que eso no pasará. Por ejemplo, es vital incluir dentro de los acuerdos de inversión en el área de la transferencia tecnológica, en todas las áreas, en todas las inversiones, ya sea en infraestructura o energética. A pesar del patrón de intercambio materia prima-bienes manufacturados, ha habido un área que se desarrolló dentro de la cooperación tecnológica a la que se le debe prestar más atención: el programa de construcción de satélites entre Brasil y China, que ya lleva varias décadas.
Sin embargo, durante el último tiempo no ha sido impulsado, principalmente por una pérdida de interés de China, quien ya busca otros socios en el mundo con mayor desarrollo tecnológico. Es precisamente en este campo en el cual Brasil podría priorizar en su relación con China, y presionar por el mantenimiento de la cooperación en tecnología satelital. China ha vendido satélites a Bolivia, Nicaragua, y Venezuela. Esto ha incluido entrenamiento de personal para el posterior manejo de los satélites, pero no transferencia de tecnología o participación en la construcción de los satélites.
En estos casos, ha habido una visión limitada por parte de estos países latinoamericanos. Así, los países latinoamericanos podrían negociar más agresivamente con China, tal vez en bloque, donde ciertas condiciones, como transferencia tecnológica, no pueden quedar ausentes. Es clave integrar una visión a largo plazo, y no subordinar el futuro de los países a intereses políticos de corto plazo.