Las sequías en la zona del Mar Negro han afectado las cosechas de trigo en Rusia, lo cual ha provocado una alarma internacional por la posible alza significativa del precio internacional del cereal. Esto acarrearía ciertas consecuencias en materia de inflación. Es así que desde julio, el trigo ha incrementado su valor 56%. Sin embargo, los niveles de precio no superan aún lo alcanzado en 2008.
Rusia ha tenido que reducir en 40% su producción total de granos, debido a los mencionados problemas climáticos. Rusia es el tercer productor mundial de trigo, antecedido por China, EE.UU. y la India. En Sudamérica, sólo Argentina es importante en este rubro, pero no llega a un tercio de la producción de Rusia. En este mercado, una contracción de oferta por parte de un país productor importante, genera movimientos de precios que tienen repercusión internacional.
El Perú importa 70% del trigo y las zonas de sierra sur (Puno y Cusco) están sufriendo heladas que pueden contrarrestar aún más la poca producción nacional. Es decir, la menor oferta generaría escasez, lo que conlleva directamente a un significativo aumento en el precio del trigo y demás cereales.
El alza reciente sería un contaminante del resto de precios internos, ya que por ejemplo el trigo es un insumo que se utiliza en la alimentación de pollos. Si se encarece un insumo, el producto final (pollo) también sufriría presiones al alza. En este sentido, los derivados del pollo como los huevos, elemento base en la pirámide de consumo, también incrementarían sus precios en buena magnitud.
Además, la relevancia del trigo y el maíz como cereal es tal, que se utilizan en la fabricación de otro alimento clave en la pirámide de consumo: el pan. A menos que se use un sustituto como el camote, que producimos a escala en el Perú, no hay manera de escapar a un alza en el precio del pan. Las molineras también estarían afectando y revisando sus costos al alza, con lo que los precios de fideos y pastas sufrirían además un impacto.
A menos que se satisfaga internamente la demanda por cereales, no estamos inmunes a las consecuencias de un alza desmesurada en el trigo, maíz y cebada. Es inevitable el alza en los productos que usa como insumo a los cereales: pan, pasta, bebidas, pollo y derivados. Una alternativa es producir camote y enseñar a la población a consumir este producto en sus dietas alimenticias. Todo este escenario pintado en párrafos anteriores, nos lleva a pensar que el repunte de precios es inevitable. Suena a “Deja Vu” del 2007, en donde el alza en los precios de los alimentos agrícolas contaminó los precios domésticos y generó una inflación de 5.6%, más de dos puntos por encima de la meta pactada por el Banco Central de Reserva del Perú.
En 2007, la causa del incremento del precio de los commodities agrícolas fue, principalmente, el aumento de la demanda por “Biocombustibles”, previo a la crisis financiera internacional. El precio del quintal alcanzó US$3,23 el quintal, cifra que supera de largo a los US$0,411 en que se viene transando recientemente. Todavía hay bastante espacio como para que se genere la situación de hace dos años atrás, pero la tendencia debería despertar alerta en el Banco Central de Reserva (BCRP) y Ministerio de Economía (MEF) del Perú.
Es imperiosa la necesidad de coordinar políticas monetarias y fiscales, de tal manera que, se eviten desbordes de precios y den una mala señal a los inversionistas extranjeros que buscan poca varianza en las variables financieras. Alta inflación implica que muchos proyectos se deben descontar a fuertes tasas, lo que podría cambiar las decisiones de inversión en el mediano y largo plazo. Fue justamente en 2007 cuando los dilemas cambiarios inflacionarios dentro del BCRP y la descoordinación del Ministerio de Economía permitieron que no se llegara a la meta inflacionaria pactada a inicios de ese año.
El Ministerio de Economía (MEF) no tuvo celeridad en la implementación de un plan de enfriamiento, a la vez que el ente emisor no subía las tasas de referencia de política monetaria para desacelerar el producto total. Esto último se debió a los efectos secundarios que genera una subida de la tasa de referencia de política monetaria: la apreciación cambiaria. Básicamente, el BCRP hacía pausa en sus medidas de política monetaria para evitar que se desplomara el dólar, sacrificando unos puntos de inflación.
El desplome del dólar es perjudicial para las exportaciones, en especial las no tradicionales como espárragos, alcachofa, mango, páprika, etc. Las exportaciones tradicionales están cubiertas por el alto nivel de los commodities mineros. Sin embargo, para evitar un deterioro de las exportaciones no tradicionales, las que no se protegen como en el caso de las tradicionales, el BCRP optó por evitar aumentos significativos de las tasas de referencia.
Esta vez tenemos apreciación cambiaria y una inminente alza de los cereales, la que puede prolongarse y llegar a los niveles históricos del pasado. Es un escenario de “Deja Vu” del 2007, pero con factores desencadenantes distintos. Felizmente, el BCRP y el MEF están aplicando las medidas de enfriamiento desde inicios de año.