Andrés Arauz, candidato de izquierda y ex ministro de Rafael Correa, prometió el mes pasado romper el acuerdo con el FMI y aumentar el gasto social si resultaba elegido, entregando US$ 1.000 a un millón de familias en el plazo de una semana desde su llegada al poder.
Seis meses después de una reestructuración rápida y sin contratiempos, los bonos soberanos de Ecuador están siendo golpeados por el temor a que el resultado de las elecciones del domingo pueda poner en peligro sus vínculos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y desencadenar otra crisis de deuda.
Tras sufrir uno de los peores brotes de coronavirus de la región durante la pasada primavera boreal, el país andino, que depende del petróleo, consiguió en agosto una reestructuración de deuda de US$ 17.400 millones y un préstamo de US$ 6.500 millones del FMI.
Los sondeos de opinión apuntan a una ventaja en la carrera presidencial del economista de izquierda, Andrés Arauz, de 35 años, quien prometió el mes pasado romper el acuerdo con el FMI y aumentar el gasto social si resultaba elegido. Los precios de los bonos cayeron, profundizando una baja derivada del colapso económico durante la pandemia.
Arauz anunció que entregará US$ 1.000 a un millón de familias en el plazo de una semana desde su llegada al poder. El total de este gasto representaría casi el 20% de las reservas de divisas del país, las que a finales de diciembre eran de US$ 5.200.
El activista indígena Yaku Pérez y el banquero conservador Guillermo Lasso, que se presenta por tercera vez, son los rivales más cercanos de Arauz en las encuestas. Los votantes indecisos, que se sitúan en los dos dígitos de los sondeos, serán clave para elegir al ganador y también para definir si será necesaria una segunda vuelta en abril.
La ley electoral ecuatoriana estipula que un candidato gana directamente en primera vuelta con más del 50% de los votos o con más del 40% y una ventaja de al menos 10 puntos sobre su rival más cercano.
El próximo presidente tendrá a mano más de US$ 4.000 millones ya desembolsados por el FMI, mientras disfruta de un calendario de pagos que no hará mella en los US$ 17.400 millones reestructurados con los acreedores privados.
"La capacidad de pago del país a medio y largo plazo es en realidad sustancialmente mejor que antes del coronavirus, lo cual es un poco contraintuitivo", dijo Carlos de Sousa, gestor de carteras de deuda de mercados emergentes en Vontobel Asset Management.
"Los costos del servicio de la deuda en los próximos cinco años son mucho más bajos que antes, por lo que la reestructuración hizo algo muy bueno para mejorar la sostenibilidad de la deuda de Ecuador".
Los reembolsos del capital de los bonos en dólares del país comenzarán a partir del 2026.
Pero como los bonos rentan más del 15%, Ecuador está actualmente fuera del mercado. Eso no tiene por qué ser un problema, pero podría serlo bajo un gobierno que gaste para salir de la crisis.
"La forma de financiar (el déficit del país) es a través de los (organismos) multilaterales, que vienen con condiciones importantes, o a través del mercado, que está efectivamente cerrado, o a través de la financiación monetaria", dijo Patrick Esteruelas, jefe de investigación de Emso Asset Management en Nueva York.
"Si recurren a la financiación monetaria es el principio del fin del régimen de dolarización", manifestó Esteruelas.
Los bonos ecuatorianos en moneda extranjera fueron el mes pasado los de peor rendimiento dentro del índice JPMorgan EMBI Global Diversified, con una rentabilidad total del -15%. En 12 meses, la rentabilidad es de -55%, la segunda peor del mundo, por detrás del Líbano.
Ecuador se unió a Sri Lanka, Zambia, Venezuela, Líbano, Belice y Argentina como países con diferenciales EMBIG superiores a los 1.000 puntos básicos.
¿La dolarización en la papeleta?
Muchos de los votantes del domingo nunca han usado la moneda local, ya que Ecuador está dolarizado desde hace más de 20 años. La medida aportó estabilidad a la economía, que había sido agobiada por la hiperinflación, pero al mismo tiempo destruyó mucha riqueza local.
Después de más de dos décadas, la dolarización sigue siendo popular entre los ecuatorianos, pero también supone un banco central sin armas, justo cuando los responsables monetarios se han convertido en la primera línea de defensa contra el costo económico de la pandemia.
Aun así, la monetización de la deuda es un riesgo que los inversores deben tener en cuenta, según analistas de Goldman Sachs, que señalaron que "la implementación de una agenda política populista y heterodoxa por parte de un gobierno de Arauz podría socavar la confianza en el régimen de dolarización".
El efecto de esa pérdida de confianza, según los analistas de Goldman, podría manifestarse "desencadenando eventualmente una corrida de depósitos bancarios y una crisis financiera en toda regla, y obligando finalmente a las autoridades a suspender el servicio de la deuda".
Si la desdolarización queda fuera y el mercado sigue siendo prohibitivo, la relación con el FMI adquiere un mayor protagonismo.
"El apoyo del FMI importa mucho para la financiación de otras instituciones financieras internacionales, que son importantes para el presupuesto y los proyectos de infraestructura", dijo Gustavo Medeiros, subdirector de investigación de la gestora de inversiones Ashmore, especializada en mercados emergentes.
"Sin el FMI, se eliminaría el ancla fiscal y sería más difícil para Ecuador tener acceso al mercado, lo que significa que los bonos seguirían cotizando con un descuento mayor del que se merecen dado su actual perfil favorable de pago de la deuda", dijo Medeiros.