Una caída en las agroexportaciones por los estragos climáticos en Chile, país que calcula pérdidas entre US$ 400 y US$ 600 millones, podría abrir una ventana comercial cargada de oportunidades para Perú, como un aumento de sus precios hasta en un 10%.
Pese a que Latinoamérica es responsable solo del 8% de las emisiones de gases invernadero del mundo, su ecosistema es uno de los más vulnerables a los efectos del cambio climático.
Durante el último año, países latinoamericanos vienen sorteando sequías, inundaciones e incendios forestales que han impactado diversos sectores económicos, especialmente al agroindustrial que es altamente susceptible a las variaciones climáticas.
Pese a que estos eventos climáticos extremos no afectan de manera similar a todos los cultivos, sí son indicativos de un descenso en la productividad de las cosechas y subida de precios de los alimentos básicos. Estas consecuencias son una moneda con dos caras que bien lo representan los casos de Chile y Perú con respecto a las agroexportaciones.
Las recientes lluvias en Chile, con entre 100 y 250 mm caídos en solo 24 horas, se reportaron como más fuertes en los últimos 30 años. A pesar de que el país arrastra una sequía de quince años, la cantidad de agua recibida colapsó gran parte del territorio: más de 500 rutas afectadas, caídos cerca de 30 puentes y 90 infraestructuras sanitarias perdidas.
Los daños directos causados a los cultivos, debido al desborde de ríos y al daño a la infraestructura hídrica, complica tanto la llegada del personal agrícola a sus faenas como la salida del producto hacia los puertos, debido a los caminos y pasos fronterizos interrumpidos o cerrados.
“La mayor falla por parte del Estado es la falta de infraestructura hídrica a nivel crónico, que traspasa voluntades y gobiernos”, dice Jorge Valenzuela Trebilcock, presidente de la Federación Gremial Nacional de Productores de Fruta (Fedefruta) de Chile a AméricaEconomía.
Con la prolongada sequía, Chile había visto mermar la disponibilidad de agua para riego en embalses y tranques, resultando en una menor productividad de los campos y fuerte alteración de los ciclos de cultivo, repercutiendo directamente en la ventana comercial. Además, se redujo la cantidad de terrenos disponibles para la agricultura porque la producción de frutos con mayor demanda de agua se trasladaron más al sur.
Valenzuela Trebilcock, quien ha estado recibiendo reportes de O’Higgins, Maule, Ñuble y Biobío sobre el impacto, explicó que con una quinta parte de los productores dañados, así como también hectáreas e infraestructura de riego, se calculan pérdidas entre US$ 400 y US$ 600 millones. El gremio apoya el decreto de estado de catástrofe en las regiones golpeadas y se pone a disposición de las autoridades locales.
“La caída de la producción en Chile abre ventanas para Perú a nivel internacional, como mejorar el precio de la fruta y estabilizarlo”, confirmó Manuel Benites Ramos, economista y ex ministro de Agricultura y Riego en Perú, a AméricaEconomía. El país cuenta con 84 de los 105 microclimas que existen en el mundo, lo que les permite extender y adaptar los cultivos. Y desde 2020, Perú es el mayor exportador de arándano en el mundo.
En ese sentido, y para obtener mayor detalle con respecto a la influencia en el precio,
AméricaEconomía conversó con Federico Bobadilla Huaman, Gerente general de Morandina, empresa dedicada al cultivo, proceso y comercialización de berries, fruta por la que Perú disputa con Chile el primer lugar en producción.
“Debido a que la campaña ya empezó, su efecto en el precio sería de 5 a 10% al alza”, dijo Bobadilla. “Las inundaciones ayudaron a que se estabilizara el precio, pero es pronto para hablar porque aún no vemos las consecuencias de El Niño (en Perú)”.
Sin embargo, cuentan con varias alternativas, porque además de cultivar arándanos en las dunas, “ahora se hace en bolsas o macetas. Con una lata de sustrato (arena con cascarilla de arroz) y un sistema de riego técnico es suficiente”, explicó el gerente general de Morandina. La mano de obra especializada requerida para un eficiente sistema de riego ha implicado que el aumento de precio del arándano les beneficie porque pueden llegar a ganar entre S/. 50 (US$ 13,3) a S/. 60 (US$ 15,9) por día, variando de acuerdo a la demanda.
En el caso de Chile, en cambio, aunque el berry es cultivado en regiones que han sido afectadas por los desastres naturales, como la del Bíobío, los productores chilenos tuvieron una mejor previsión tales como aumentar los volúmenes destinados al procesamiento como congelados y derivados, además de apostar por ya no aumentar las áreas de producción, sino en generar mayores volúmenes por hectárea.
En el último semestre, las exportaciones sumaron 106.774 toneladas por un valor de US$ 383 millones, es decir 24% menor en volumen y 32% menor en valor. Los exportadores chilenos recibieron en promedio US$ 3,59 por kilogramo, 11% menos que el periodo anterior, según Freshfruit, una empresa de inteligencia comercial para agroexportadores.
Sin embargo, aunque es una oportunidad de oro para el arándano peruano, los espacios comerciales generados por el retroceso del arándano chileno aún tienen que ser competidos contra la producción mexicana que cuenta con la ventaja del nearshoring con Estados Unidos, según argumenta el presidente de Fedefruta.
Asimismo, la uva, segundo mayor producto de la canasta frutícola chilena por detrás de la cereza, si bien perdió su liderazgo mundial a favor de Perú, en el primer semestre del año las exportaciones sumaron cerca de 593.044 toneladas por un valor de US$ 859 millones, 16% menos en volumen y 6% menos en valor, cotizándose en US$ 1,45 por kilogramo. La caída de la producción se debió principalmente a la falta de agua en el norte del país, según Freshfruit. Se estima que para la próxima campaña el problema se agrave aún más, pues las hectáreas destinadas a este producto se verán reducidas de 43.000 a tan solo 35.000.
Su reducido volumen con origen en el hemisferio sur podría mejorar los precios para la uva peruana y aliviar parcialmente la congestión actual en el mercado estadounidense, principal destino de Chile y Perú.
El gobierno sería un actor determinante para el futuro de este sector.
En Chile, para el 4 de septiembre con el Bono de Ayuda a Agricultores informales afectados se estarían entregando hasta un monto de US$ 5.649 a 12.680 productores, donde 7.608 son usuarios del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) y cerca de 5.000 no lo son.
Asimismo, la compañía financiera ProducePay habría financiado con más de US$ 47 millones a los productores chilenos desde antes que arranque el ciclo de siembra (pre-Cosecha o pre-Season), hasta la posibilidad de acceder a liquidez anticipada por venta realizada de producto cosechado y enviado a sus clientes en Estados Unidos, Canadá o Europa mediante el servicio de pronto pago Quick-Pay.
En contraste, las acciones del gobierno peruano son cuestionables y una desventaja.
“En el año 2017 hubo 39.000 hectáreas perdidas y 91.000 hectáreas afectadas. Solamente este año, que no fue, entre comillas, tan grave como en 2017, se han perdido 38.700 hectáreas y se han afectado casi 42.000 hectáreas”, señala el Director Ejecutivo de la Asociación de Gremios Productores Agrarios de Perú (AGAP), Gabriel Amaro Alzamora, a AméricaEconomía.
El Director de la AGAP resiente la falta de preparación y remarca que, al 31 de agosto, solo se ha avanzado aproximadamente un 8% de la infraestructura terrestre de acuerdo al presupuesto. Según reporta el portal de Transparencia Económica del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), con respecto a la Ejecución del Gasto de Emergencia – Fenómeno El Niño (FEN), el gobierno peruano tiene un marco presupuestal de 3,3 millones de soles (US$ 885,6 millones) del cual hubo un avance del 6,6%, mientras que a nivel regional con 40,2 millones de soles (US$ 10,7 millones) tienen un avance de 4,1%.
“Los impactos afectan tanto a Chile como a Perú. Ya no tenemos tiempo para enfrentar este problema, tenemos que apretar el acelerador y el Estado no lo puede hacer solo, tiene que trabajar en conjunto con otras instituciones privadas”, dijo Amaro Alzamora.
“Plantar una hectárea de arándanos cuesta entre US$ 50.000 a US$ 80.000. El 80% de la producción se encuentra en el norte”, explicó Bobadilla Huamán. “En 2017 no afectó la producción salvo en Chavimochic (Trujillo), porque cuando hay poder económico la infraestructura se reconstruye rápido”.
El sector agrícola cumple un rol fundamental e influyente entre los países latinoamericanos, por lo que aquello actualmente visto como una ventaja provechosa podría hundirse con la misma facilidad con la que emerge a raíz de experiencias ajenas. Habrá que esperar y ver cómo reaccionan en los siguientes meses ambos gobiernos, y si estas diferencias se acortan o terminan convirtiéndose en similitudes para el aprovechamiento de un tercer país.