Boluarte será la primera gobernante peruana en visitar al principal socio comercial del país andino en ocho años, a puertas de la inauguración del megapuerto de Chancay.
Dina Boluarte, la cuestionada presidenta de Perú, retomará los viajes internacionales a finales de este mes. Sin vicepresidente y amparada por una ley polémica que le permite despachar desde el extranjero, esta vez la mandataria visitará China del 23 al 29 de junio. Su paso por la superpotencia asiática no será casualidad: las visitas de Estado a Pekín suelen coincidir con eventos internacionales donde Xi Jinping participa. En este caso, Perú organizará la edición anual de la APEC en noviembre y el presidente chino será uno de los invitados de primera línea.
Según una encuesta reciente de la consultora Datum, Boluarte ostenta una aprobación ciudadana del 5% entre los peruanos, una cifra impulsada por acusaciones de represión policial, corrupción y una mediocre gestión económica. En este contexto, los viajes presidenciales al extranjero usualmente han sido objeto de críticas por su alto costo y poca utilidad para un gobierno descarriado.
Sin embargo, China es un asunto aparte: su rol como el mayor socio comercial de Perú y protagonista de inversiones millonarias en el país andino le otorga un brillo adicional a la visita de Boluarte. Como muestra, en 2023, las exportaciones peruanas al dragón asiático superaron los US$ 25.000 millones, mientras que se dio un superávit comercial de US$ 13.000 millones, según la Administración de Aduanas de la República Popular China (AGA). De esta forma, Perú se posiciona en el tercer lugar entre los países latinoamericanos que más venden a China, siendo únicamente superado por Brasil y Chile.
Este no es un lugar obtenido de la noche a la mañana. Muestra de ello es que en 2008, las exportaciones peruanas a China totalizaron únicamente US$ 3.549 millones entre enero y noviembre, según cifras de la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria y Aduanas (Sunat). Pero el escenario estaba a punto de cambiar.
EL TLC COMO HERRAMIENTA CLAVE
“El desarrollo de Perú está vinculado a China”, declaró el entonces presidente peruano Alan García durante la reunión que sostuvo con el mandatario chino Hu Jintao en marzo de 2008. Además de los habituales convenios de cooperación, en aquella cita, se adelantaron las negociaciones para firmar el tratado de libre comercio (TLC) entre ambos países.
Posteriormente, en noviembre, durante la primera APEC organizada en Lima, se oficializó la firma del Tratado. El documento finalmente sería suscrito en abril de 2009 y se ejecutó a partir de marzo del año siguiente.
Las consecuencias han sido claras desde entonces: entre 2010 y 2023, las exportaciones de Perú hacia China se cuadruplicaron, según un análisis de la Fundación Andrés Bello. Si analizamos números específicos, los envíos peruanos a China crecieron 325,9% en los últimos 14 años y, en promedio, obtuvieron una tasa de crecimiento anual del 13,2%, de acuerdo a la Sociedad de Comercio Exterior de Perú (Comex-Perú).
Dicho organismo resalta que el sector minero es el más beneficiado en esta relación comercial. Pues contribuyó con ingresos de US$ 21.163 millones que representaron el 95,4% de las exportaciones totales de productos primarios. En este conglomerado, los envíos de cobre peruano encabezaron con US$ 15.604 millones, lo que equivale al 73,7% del total. Peldaños más abajo, se encuentran los minerales de hierro y sus concentrados, con US$ 1.638 millones (7,7%), así como los minerales de plomo con US$ 1.095 millones (5,2%).
Aunque tal como refleja la construcción del megapuerto de Chancay y su enfoque por las exportaciones no tradicionales, Perú también posee una presencia notable en mercados chinos ajenos a la minería. En este grupo destacan rubros como la pesca (US$ 441 millones), el sector agropecuario (US$ 367 millones), el textil (US$ 71 millones) y el químico (US$ 31 millones).
¿SE REPETIRÁ EL PRECEDENTE DE KUCZYNSKI?
Pero como es natural, el camino ascendente de la relación comercial entre Perú y China no ha estado libre de obstáculos ni acciones cuestionables. En septiembre de 2016, el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski eligió a Pekín como destino del primer viaje internacional de su gobierno. Hubo avances claros como el levantamiento de las barreras sanitarias chinas a productos frescos peruanos, lo que benefició a agroexportaciones como el arándano.
Asimismo, Kuczynski y Xi Jinping discutieron los términos de dos megaproyectos de infraestructura: el Tren de Cercanías, planteado para conectar Lima con la ciudad sureña de Ica, así como el Tren Bioceánico, que enlazaría Perú y Brasil. Este último era el más ambicioso, con una inversión de US$ 10.000 millones y destinado al transporte de mercancías como soya y minerales.
Pese a ser una promesa tentadora, el presidente peruano rechazó la obra, al dudar del impacto ambiental que tendría su construcción. Finalmente, dicho viaje tampoco dejó acuerdos ni compromisos nuevos entre Lima y Pekín.
En los años siguientes, Perú se sumió en la crisis política que se prolonga hasta la actualidad y ningún presidente logró regresar al Palacio del Pueblo de Pekín. Boluarte será la primera en ocho años y llega al continente asiático con algunos antecedentes dignos de mención. En el marco de la APEC San Francisco 2023, la mandataria peruana y Xi Jinping sostuvieron una reunión bilateral, donde este último alentó a las empresas chinas a invertir en megaproyectos, así como a sincronizar estrategias de desarrollo y cooperación económica.
Por otro lado, Boluarte solicitó optimizar el TLC de 2009 y nuevamente agilizar procesos de control sanitario para el ingreso de productos nacionales. A su vez, Xi respondió comprometiéndose a importar más productos agropecuarios como granada, castaña, lácteos y carnes. Cabe destacar que algunos de los puntos discutidos serán abordados de nuevo en el próximo viaje de Boluarte.
De esta forma, el 25 de junio, la primera escala de la gira presidencial será en Shenzhen, el llamado Silicon Valley de China, por su fuerte presencia de gigantes tecnológicos. Allí, Boluarte se reunirá con los CEOs de Huawei y BYD, dos empresas que han ganado terreno en la economía peruana durante los últimos años.
Es importante resaltar que la big tech china no ha estado libre de polémicas, debido a las continuas ofertas de viajes pagados a políticos peruanos para visitar sus instalaciones en China y eventos en otros países. Tal es el caso del congresista Luis Aragón, de Acción Popular, quien participó el pasado febrero en el Mobile World Congress de Barcelona (España), por invitación de Huawei.
Luego, el 27 de junio, Boluarte se reunirá en Shanghái con representantes de Jizhao Mining, China Railway Construction y Cosco Shipping. Todas cuentan con un importante historial de inversiones en el territorio peruano. Jizhao, especializada en exportación de minerales, está concentrada en la construcción del Puerto de San Juan de Marcona, mientras que Cosco Shipping hace lo propio con el megapuerto de Chancay, cuya inauguración está prevista para noviembre con la presencia de Xi Jinping. La presencia de China Railway también hace pensar en una eventual negociación para retomar antiguos proyectos como el Tren de Cercanías. ¿Podrá Perú obtener los mejores réditos de este viaje? ¿O se repetirá la experiencia agridulce de 2016?