Mientras que las economías de Perú, Argentina, Colombia y Chile no solo se desaceleran o caen, el alza del precio de la canasta básica no se detiene.
Desde inicios de año a la fecha, la economía peruana ha visto limitada su recuperación del bajo crecimiento que viene registrando desde la segunda mitad de 2022. Después de acumular tres trimestres consecutivos con resultados negativos (-0,4% -0,5% y -1%), sumado a la disminución de las previsiones para el fenómeno de El Niño y la persistente fragilidad del gasto privado, las perspectivas para el cierre de 2023 no son positivas.
Tras reportar un retroceso de 1,3% en septiembre, la proyección del Instituto Peruano de Economía (IPE) de un crecimiento de la economía de 0,6% durante el último trimestre enfrenta cada vez mayores riesgos a la baja. “Para que el crecimiento en 2023 al menos no sea negativo se requeriría una expansión de 1,7%”, dijo el IPE en un comunicado.
“Estamos en una recesión económica moderada”; dice Javier Portocarrero, director ejecutivo del Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES). “Los principales factores detrás de la caída se encuentran asociados a los efectos del estallido social de diciembre y enero, así como las anomalías climáticas sobre la capacidad de consumo e inversión del sector privado”.
Con la economía debilitada y una inflación que cede paulatinamente, se encendieron las alertas en el país andino, pues cerraría el año con un incremento en la pobreza por segundo año consecutivo, acercándose al 30% alcanzado en la pandemia.
Las cifras dan cuenta de esto, sobre la pobreza monetaria, indicador que mide a las personas cuyo gasto per cápita es insuficiente para adquirir una canasta básica de alimentos y no alimentos, que en Perú asciende a US$ 112,8 mensuales.
La pandemia ha jugado un rol clave en el incremento de la pobreza que pasó de 20,2% en 2019 a 30,1% en 2020. Ya en 2021 se redujo a 25,9%, pero en 2022 remontó a 27,5%, según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Actualmente, según la Mesa de Concertación para Lucha contra la Pobreza (MCLCP), volvería a aumentar hasta alcanzar incluso el 33%.
A nivel regional, la semana pasada la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) proyectó que la pobreza afectará este año al 29,1% de los latinoamericanos. De ellos, un 11,4% -equivalente a 72 millones de personas- caerán en la categoría de "pobreza extrema" o aquella población que no alcanza a cubrir sus necesidades básicas de alimentación diaria. Asimismo, la Cepal advierte que las cifras que se registrarán este año se mantendrá inalterable respecto con 2022.
Perú no es el único país con preocupantes aumentos en este indicador social. Las cifras macroeconómicas en Argentina prevén para este año un crecimiento negativo del PIB en alrededor de 2%, una inflación del 124,4% anual y una pobreza que ya pasa el 40%. Según el censo del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), que excluye las zonas rurales y considera datos de 31 aglomerados urbanos que cubren 29,4 millones de los casi 46 millones de habitantes que tiene el país, a junio de 2022 había 10,6 millones de argentinos en condición de pobreza, pero para el mismo mes de 2023 la cifra ya alcanzaba los 11,8 millones.
Según la misma entidad, se necesitan US$ 570 para mantenerse fuera de la pobreza, sin embargo, el ingreso mensual promedio por familia típica de cuatro miembros fue de US$ 355. Del total estudiado en el censo hasta junio, el 40,1% estaba en condición de pobreza al cierre del semestre, muy por encima del del 36,5% de los primeros seis meses de 2022. Es su mayor índice de pobreza en tres años.
Ya en los primeros seis meses se observaba que el 56% de la población de entre cero y 14 años se encuentra en situación de pobreza. Dentro de este grupo, el 13,6% estaba en condiciones de extrema pobreza al finalizar este periodo.
Por otro lado, en Colombia, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) mostró que en 2022 el 13,8% de los colombianos, un aumento del 0,1% respecto al 2021, se mantienen sumergidos en niveles extremos de pobreza monetaria, es decir, alrededor de 6,9 millones de personas no logran percibir ingresos superiores a US$ 1,7 diarios. Se ha de considerar que a la par también hubo un incremento en los precios de la canasta familiar, que para 2021 fue de US$ 158,3 para un hogar con cuatro integrantes, mientras que para 2022 la cifra aumentó a US$ 196,3.
Actualmente, de acuerdo con la misma entidad, la inflación anual suma siete meses cayendo y se situó en 10,48%, tal como lo esperaban los analistas del mercado, mientras que a octubre ha sido del 8,27%, cuando en 2022 llegaba a 10,86%. Sin embargo, al finalizar el año e iniciando 2024, aún podrían aumentar los precios de algunos productos de la canasta familiar.
En Chile, aunque la economía se recuperó con un aumento histórico de 11,7% en 2021, para 2022 se ralentizó y cerró con un crecimiento del 2,4%. Este año el Banco Central chileno estima que el PIB varíe entre -0,5% y 0,25%. Sin embargo, en el informe bianual difundido por el presidente Gabriel Boric se destacó que la pobreza medida por ingresos descendió en Chile de 10,7% alcanzado en 2020 a 6,5% actual, lo que supone la cifra más baja desde que se tienen registros.
Según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN), elaborada por el Ministerio de Desarrollo Social y la Universidad de Chile, cada dos años cerca 1,3 millones de personas viven bajo la línea de la pobreza, fijada cerca de US$ 260 de ingresos necesarios para cubrir sus necesidades. Y es que el valor de la canasta básica para septiembre alcanzó los US$ 71,11, un aumento de 2,5% con respecto al mes anterior, donde marcó un valor de US$ 69,37, acumulando así una variación del 11% en los últimos 12 meses. Ahora bien, con esto la línea de la pobreza alcanzó los US$ 239,2 de ingresos para hogares de una sola persona, mientras que la línea de la extrema pobreza se ubicó en US$ 159,4 de ingresos, respectivamente.
No obstante, la encuesta realizada entre noviembre de 2022 a febrero de de este año a más de 70.000 hogares, reveló un descenso en la pobreza multidimensional, que tiene en cuenta otros factores aparte de los ingresos, como la educación, la salud y la vivienda y que pasó del 20,3% en 2017 a 16,9% en 2022.
En conjunto, estos escenarios destacan la urgencia de abordar las problemáticas económicas y sociales para garantizar un desarrollo más equitativo y sostenible en la región.