El hallazgo comenzó luego que algunas de las personas se realizaran pruebas de ADN, apuntando como progenitor a especialistas en fertilidad.
Las pruebas de ADN exprés y de bajo costo que hoy se ofrecen en el mercado están sacando a flote verdades que parecían enterradas para siempre. No sólo le han permitido a la Policía resolver viejos crímenes sobre los que no existían pruebas, sino que ahora han expuesto a la luz pública una espeluznante práctica entre los médicos que ofrecían tratamientos de inseminación artificial: muchos de ellos usaron sus propio semen engañando a sus pacientes.
El periódico The New York Times reveló, en un reportaje titulado “Sus madres eligieron el esperma del donante. Los doctores usaron el suyo” detalles de este fenómeno. Uno de los casos narrados en el reportaje es el de Eve Wiley, quien se enteró a los 16 años que había sido concebida mediante inseminación artificial con esperma de donante. Hace dos años cuando tomó uno de los test de ADN exprés descubrió con sorpresa que el resultado señalaba a Kim McMorries, médico de Dallas, como su padre biológico. McMorries fue precisamente el especialista al que había acudido su madre años atrás en busca de una alternativa para concebirla.
"Uno construye toda su vida sobre su identidad genética, y esa es la base", dijo Wiley al periódico norteamericano, "pero cuando esos ladrillos inferiores se han eliminado o alterado, puede ser devastador".
El caso de Wiley no es el único. Jody Madeira, profesor de derecho en la Universidad de Indiana, está siguiendo más de 20 casos en los Estados Unidos y en el extranjero mientras la Dutch Donor Child Foundation confirmó que un solo especialista en fertilidad, Jan Karbaat (falleció a los 89 años), engendró 56 niños, nacidos de mujeres que visitaron su clínica en las afueras de Rotterdam.
Otro caso emblemático ha sido el de Norman Barwin, de 80 años, en la ciudad de Ottawa, Canadá, quien inseminó al menos a 11 mujeres con su propio esperma.
Mientras prosperan las demandas en diferentes cortes, los debates éticos y legales se multiplican. Algunos médicos argumentan que en aquella época era imposible rastrear el origen del esperma y en esa medida estaban cumpliendo con la protección de identidad del donante y las normas acordadas con las pacientes. Desde la otra orilla, las implicaciones éticas, emocionales, psicológicas de esta práctica han llevado a los afectados a exigir reparaciones.