Como en todo relacionamiento humano, la honestidad de colaboradores en el ambiente organizacional se gana o conquista, así como ocurre en el matrimonio o noviazgo. No existe la honestidad o fidelidad por el hecho de estar casados, tener un anillo o algo parecido. El grado de honestidad entre las personas está directamente relacionado a la calidad de relacionamiento entre las partes.
Habrá personas que por sus experiencias de vida llegan a ser deshonestas, sin embargo, en mi experiencia, la mayoría de los casos de deshonestidad de empleados se basan en situaciones de empleados descontentos con el trato que reciben o que, por algún otro motivo, se sienten desmotivados. No creo que los seres humanos intencionalmente quieran hacer daño a la entidad que les da el pan y les ofrece un futuro.
Para ganar la honestidad de empleados recomiendo ver a la infidelidad o deshonestidad como un resultado, no como un insumo. Para el efecto, conviene recordar aquella frase “donde está el problema, no está la causa”.
Muchos pensarán que la solución es “hablar a los empleados” o “capacitarles en honestidad”, en valores éticos o algo parecido. Aunque podría surtir algún efecto, no creo que hablarles sea la solución. ¿De qué sirve hablar de valores éticos o morales cuando el empleado siente que no es tenido en cuenta? En realidad, lo que hay que hacer es trabajar el liderazgo de los gerentes y jefes, para que tengan liderazgos motivadores, que haga que los colaboradores se sientan importantes y parte del engranaje de la empresa. La motivación y el sentido de pertenencia son un blindaje contra la deshonestidad.
Liderazgo se refiere al grado de influencia que un líder tiene en su relacionamiento con sus seguidores, por lo tanto, un “liderazgo fuerte” hay que interpretar como “un grado fuerte de influencia”. Ese grado fuerte de influencia es el blindaje mencionado. Es posible que algunos empleados sean infieles por decisión propia, sin embargo, recomiendo ver este tema desde lo que uno puede hacer al respecto, no desde lo que los otros deben hacer.
En resumen, para obtener la fidelidad y honestidad de los colaboradores hay que fortalecer el liderazgo de sus líderes. Ese liderazgo debe ser participativo, incluyente y motivador. Cuando hay motivación, la disciplina, honestidad y fidelidad nacen espontáneamente y se fortalecen. El ejemplo de los líderes es el mejor vehículo para traspasar valores. Los valores no pueden ser enseñados, sino más bien transferidos, de una persona a otra, a través, del ejemplo en la interacción diaria o por la manera en que se encaran diferentes situaciones.
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