El el objetivo de la medida,anunciada por el ministro de Educación de Japón, es reactivar la economía de su país, a la cual se refieren como “abenomía”.
El ministro de Educación de Japón, Hakuban Shimomura, escribió una carta a las directivas de las 86 universidades nacionales de su país e hizo una petición especial: cerrar facultades de ciencias sociales y humanidades y en su reemplazo abrir carreras que “respondan mejor a las necesidades de la sociedad”.
La carta, por supuesto, no tardó en convertirse en motivo de debate global, hasta alcanzar campus alrededor del mundo. En Japón, líderes académicos de las más prestigiosas universidades, como la de Tokio y Kioto, no tardaron en rechazar la petición y anunciar que no seguirán la directriz del Gobierno.
Sin embargo, y de acuerdo con una encuesta realizada por el periódico japonés Yomiuri Shimbun a presidentes de instituciones universitarias, 26 confirmaron que ya tienen planes para cerrar o recortar facultades que ofrecen estos programas y 17 contemplan limitar el número de inscritos. Las carreras que se verán afectadas no son sólo las relacionadas con las artes, como lengua y literatura o bellas artes, sino también otras licenciaturas como derecho, educación o economía.
Jack Grove, quien escribió sobre la polémica en el portal inglés The Times Higher Education, resaltó que el Consejo Nacional de Ciencias de Japón ya se pronunció sobre la petición gubernamental por los “potenciales graves impactos que una directriz administrativa como esa puede tener en el futuro de las ciencias sociales y las humanidades en Japón”.
Para los analistas políticos, el anuncio del ministro de Educación japonés obedece a una política mayor del primer ministro Shinzo Abe, reelegido en diciembre de 2012 con el objetivo de reactivar la economía de su país, a la cual se refieren como “abenomía”.
En su carta, Shimomura explicó a los directivos universitarios que la estrategia responde a los cambios demográficos, la reducción de la cantidad de estudiantes en edad universitaria y el aumento de la demanda laboral, que necesitará durante los próximos años más trabajadores cualificados en puestos especializados.
En respuesta al Gobierno, Takamitsu Sawa, presidente de la Universidad de Shiga, argumentó en una columna de opinión publicada en el Japan Timesque “la mala tradición de evaluar el aprendizaje académico y la ciencia según su utilidad, con empresas del sector privado metiéndose en la educación superior, aún vive en Japón”.