Se espera que con el aumento de países que legalicen el uso medicinal de la planta, el mercado podría llegar a US$ 100.000 millones en los próximos diez años.
En un pulcro y esterilizado laboratorio de las afueras de la capital uruguaya de Montevideo, el bioquímico Javier Varela y su equipo cultivan con cuidado plantas pensando en el creciente y multimillonario mercado global de marihuana medicinal.
La compañía para la que trabaja Varela, Fotmer Life Sciences, acaba de realizar el primer envío comercial de cannabis medicinal desde Latinoamérica: 10 kilogramos de flores secas con elevados niveles del ingrediente activo THC destinados para pacientes en Australia.
La pequeña pero histórica exportación es fruto de la iniciativa de Uruguay de ingresar al creciente mercado del cannabis legal, el cual tiene usos médicos que incluyen ayudar a los pacientes con cáncer a controlar dolores crónicos y tratar los espasmos asociados con la esclerosis múltiple.
"Nuestro objetivo es crear una industria de mil millones de dólares aquí en Uruguay en los próximos cinco a siete años", dijo a Reuters Jordan Lewis, presidente ejecutivo de Fotmer Life Sciences, en el laboratorio de Montevideo. La firma espera también anunciar ventas en el corto plazo a la Unión Europea, donde Alemania es el mercado clave, añadió.
Uruguay es un pionero en el sector. La pequeña nación fue la primera en legalizar el cultivo, venta y consumo de marihuana -en diciembre del 2013-, un precursor experimento social que es observado de cerca por otros países que debaten la liberalización de las drogas.
Se espera que el número de países que legalicen el uso del cannabis para fines medicinales casi se duplique a alrededor de 80 en el futuro, dijo Lewis, "creando así un mercado (global) potencial de US$ 100.000 millones en los próximos diez años".
En las próximas semanas, la empresa comenzará a exportar 100 kilogramos mensuales de flores secas y extractos de cannabis, comentó Lewis.
El potencial es claro. Mientras que los pronósticos del mercado varían ampliamente, el banco asesor e inversor Cowen Inc estima que solo en Estados Unidos el mercado de cannabis podría valer US$ 80.000 millones para el 2030.
TRABAJO SERIO
En las instalaciones de la compañía, en polo científico ubicado a 21 kilómetros del centro de Montevideo, el equipo de Varela se toma las cosas con seriedad. Para ingresar a los laboratorios, los visitantes deben usar zapatos de tela plástica, una túnica, gorra, máscara y guantes de látex.
Varela asegura que es vital controlar la calidad del medio ambiente para las plantas de cannabis, especialmente teniendo en cuenta los altos estándares globales necesarios para la fabricación de medicamentos y el manejo de productos agrícolas.
Cada planta tiene un número y un código de barras, parte de un sistema para rastrear el proceso de producción y detectar posibles problemas genéticos. Al momento de la visita de Reuters, el complejo poseía 350 plantas de marihuana en crecimiento y 27 variedades genéticas diferentes.
Las plantas, una vez listas, se transfieren a 18 invernaderos industriales equipados con maquinaria de secado, curado y envasado en Nueva Helvecia, a unos 120 kilómetros de distancia.
Varela se interesó en los usos del cannabis mientras realizaba un doctorado en los Países Bajos. Cuando volvió a Uruguay, se unió a uno de los primeros proyectos que realizaba el uruguayo Fernando Sassón junto al estadounidense Lewis.
Las políticas del Estado uruguayo ha puesto a la naciente industria del país en la vanguardia del creciente mercado global, afirmó Varela.
"Pensando en una legalización a nivel global o regional, Uruguay está desarrollando muchos recursos humanos de manera rápida y muy calificada", subrayó.