La tradición reinó en la alfombra roja que, en realidad es moqueta granate, en forma de rutilantes vestidos blancos y sobrios negros, aunque tampoco podía faltar alguna pincelada de rojo y, por un año, fueron los hombres quienes más se pusieron en juego y tiraron de imaginación para renovar el tradicional y casi obligatorio esmoquin.
La alfombra roja de los Óscar volvió a ser este año lo que se esperaba de ella: un desfile de gentes del cine luciendo sus mejores galas, pero sin grandes estridencias, pues el paseo por el bulevar Hollywood hasta el teatro Dobly parece ser en el que menos arriesgan las estrellas del celuloide, y hasta la mismísima Lady Gaga dejó en casa sus "looks" más osados y solo transgredió con unos atípicos guantes rojos.
La tradición reinó en la alfombra roja que, en realidad es moqueta granate, en forma de rutilantes vestidos blancos y sobrios negros, aunque tampoco podía faltar alguna pincelada de rojo y, por un año, fueron los hombres quienes más se pusieron en juego y tiraron de imaginación para renovar el tradicional y casi obligatorio esmoquin.
Blancas y radiantes
Julianne Moore, Marion Cotillard, Reese Witherspoon, Lupita Nyong'o, Octavia Spencer, Joanna Newsom son algunos de los nombres que hicieron brillar sobre la pasarela hollywoodiense sus níveos trajes, una apuesta sobre seguro, pero siempre llamativa, que las actrices supieron declinar en todas sus posibilidades.
La más original fue la actriz francesa Marion Corillard, quien finalmente no logró el Óscar a la mejor actriz, pero que sobre la alfombra cultivó un estilo muy francés y optó por un Dior en blanco, cáscara de huevo, con una sinuosa textura troquelada y cola de sirena delimitada con una cinta negra a la altura de los muslos.
Un estilo muy alejado del que lució Julianne Moore, una de las actrices que mejor domina el lenguaje de la pasarela cinematográfica y que atrajo la buena suerte -se hizo con la estatuilla a mejor actriz- con un Dior "couture" palabra de honor, en blanco roto, iluminado por cientos de pequeños abalorios y jalonado de cuatro hileras de flores que combinaban el blanco y el negro.
Reese Witherspoon dejó entre bambalinas la mochila y las botas de su película "Wild" y jugó con el binomio blanco y negro de la mano de Tom Ford, uno de los diseñadores más elegantes, con una a puesta por lo clásico y sofisticado.
Pero si alguien brilló sobre la alfombra con su apuesta por el blanco fue la actriz de origen mexicano Lupita Nyong'o, que el año pasado se hizo con el Óscar a mejor actriz secundaria. Del azul bebé con el que recogió la estatuilla, la joven pasó este año al blanco, con un vestido confeccionado con casi seis mil perlas.
El color del misterio
Aunque determinar quién ha sido la más elegante de una alfombra roja siempre es un camino tortuoso lleno de interpretaciones, muchos coinciden este año en que la verdadera ganadora de la noche por elegancia fue Cate Blanchett, que subió al escenario para entregar a Eddie Redmayne el Óscar a mejor actor.
Blanchett, una de la actrices más elegantes del panorama internacional, llevaba un diseño de John Galliano para Martin Margiela, de líneas minimalistas, cuello a la caja, brazos descubiertos y rematado con cola de sirena. La única joya que completaba el conjunto era un collar de turquesas de Tyffany.
Maryl Streep no se pudo llevar a casa su cuarto Óscar, en esta caso como secundaria, por su papel de bruja en "Into the Wood", pero llegó a la alfombra roja preparada para ello con una reinvención del esmoquin firmada por Lanvin, formado por una falda de tubo hasta los pies y "blazer" a juego, bajo el que asomaba una elegante camisa blanca.
En una noche que se caracterizó por las familias sobre la alfombra roja, una de las primera en llegar fue la de Melanie Griffith y su hija Dakota Johnson, que ya acompañó a su madre en la gala del año 2000.
Con un generoso escote de corte trapezoidal y manga larga, con reminiscencias de los años cuarenta, Melanie se decantó por el negro petróleo que combinó con una "baguette" en tonos gris y plata. La actriz presumió de hija, quien acaba de estrenar el filme "50 sombras de Grey".
Dakota ha querido continuar sobre la alfombra de los Óscar el halo de misterio que en la película tiene la habitación roja y se decantó por ese color para acudir a la gran fiesta del cine, con un diseño de Saint Laurent, que lucía una abertura lateral de vértigo, escote asimétrico y una lazada plateada sobre el hombro.
Aunque la pasión del rojo no se prodigó este año entre las actrices, sí fue el color elegido por Rosamund Pike, quien hizo honor a su nombre con diseño firmado por la línea de alta costura de Givenchy, cuya tela emulaba una alfombra de rosas, en escote palabra de honor, y una abertura frontal por encima de la rodilla.
Un espectáculo llamado Lady Gaga
Como es habitual en sus apariciones, Lady Gaga no dejó indiferente a nadie, aunque para el nivel de extravagancia del que suele hacer gala se le vio muy "tradicional" al hacer su recorrido por la alfombra roja enfundada en un vestido blanco de corte lady, firmado por Azzedine Alaïa, de manga corta holgada y falda con vuelo.
Pero la cantante de "Poker Face" no sería ella si no le hubiera dado su toque "personalísimo" con unos guantes rojos, que recordaban más a los que se usan en la cocina, que a los que estilizan las manos en las grandes pasarelas.
Si este accesorio generó cientos de "memes" en las redes sociales, su intervención en la gala tampoco pasó desapercibida. Su carácter camaleónico le permitió transformarse en una casi princesa de cuento, de larga cabellera gris perla, y vestido en el mismo tono, para entonar una de las canciones más famosas de la película "The Sound of Music", tras lo que Julie Andrews apareció en el escenario, en lo que se convirtió en una de las grandes sorpresas de la noche.
Fuera de guión
Si la tónica fue la tríada de blanco, negro y rojo, algunas actrices optaron por huir del camino seguro y decidieron apostar por otros estilos con dispar resultado. Keira Knightley, embarazada, se decantó, una vez más, por un diseño de la casa Valentino, en tono maquillaje empolvado alegrado por bordados de flores y palabras en un tul transparente.
Al más puro estilo Rapa Nui, Scarlett Johansson, que hace poco estrenó maternidad, decidió rapar los laterales de su cabellera, y enfundarse en un diseño de Versace en tono verde petróleo, acompañado por escote pronunciado en "V", que adornó con un exuberante collar a juego.
Ellos dan la nota
Los hombres conquistan cada edición nuevas cotas de experimentación, y este año apostaron por nuevos colores, diseños y estilismos que se desvinculan del típico esmoquin negro con pajarita.
El más excéntrico, pero siempre dentro de los cánones clásicos, fue Jared Leto, que no tuvo complejos en subir a la alfombra roja con un esmoquin en tono lavanda, en un estilismo que acompañó con su larga melena al viento.
Superando el listón, el cantante Will.i.am de The Black Eyed Peas, fue mucho más allá, con su declinación del esmoquin, de camisa a rallas, pantalón con ralla lateral, bajo arremangado y americana en tono oscuro; para completar el conjunto con una gorra y gafas de pasta a juego.
Tampoco han pasado desapercibidos Neil Patrick Harris, el maestro de ceremonia, que apareció en la alfombra con un esmoquin gris perla de Brunello Cucinelli; David Oyelowo, que se decantó por un esmoquin rojo vino de Dolce&Gabbana, y los actores Adrien Brody y Benedict Cumberbatch, que arriesgaron con un esmoquin de chaqueta blanca y pantalón negro, al estilo camarero del siglo pasado.
* Reportaje EFE