Una encuesta realizada a más de 500 profesionales de la salud, los cuerpos de seguridad, el sector de la alimentación y los medios de comunicación muestra cómo les ha afectado psicológicamente trabajar durante la primera ola de la pandemia.
Durante el primer confinamiento, varios estudios analizaron el impacto psicológico que produjo la pandemia en la población española. Sus resultados revelaron grados significativos de ansiedad, depresión y estrés. Rocío Rodríguez Rey, doctora en Psicología Clínica y de la Salud y profesora investigadora de la Universidad Pontificia Comillas, dirigió uno de ellos, publicado en la revista Frontiers in Psychology.
“Pero si en la población general encontramos tasas bastante preocupantes de malestar psicológico, en las profesiones que están en primera línea tiene que ser peor”, declara Rodríguez Rey a SINC. Con esta hipótesis, ella y otras dos investigadoras trataron de detectar el impacto psicológico que el coronavirus produjo en los trabajadores esenciales más expuestos al virus durante la primera ola de la pandemia.
Tras recopilar los datos de más de 500 encuestados, su conclusión es clara: “Los trabajadores que han estado en primera línea durante la pandemia presentan peores niveles de impacto psicológico que la población general”, afirma a SINC Nereida Bueno Guerra, profesora de la Universidad Pontificia Comillas y coordinadora del trabajo, presentado en el Internacional Journal of Environmental Research and Public Health.
Las investigadoras delimitaron el estudio a cuatro grupos profesionales: sanitarios, cuerpos de seguridad, trabajadores de supermercados y profesionales de medios de comunicación. “Somos conscientes de que nos dejamos fuera otras profesiones, como farmacéuticos, profesores, investigadores… Sin embargo, para hacer un buen estudio necesitábamos una buena muestra, y sin ella no podíamos sacar conclusiones generalizables”, detalla Bueno Guerra.
Después, elaboraron una encuesta con preguntas sobre impacto psicológico, tristeza, y preocupaciones relacionadas con la alerta sanitaria, considerando también variables demográficas y laborales. Un total de 546 profesionales que estuvieron en activo durante la pandemia contestaron a la encuesta. Los datos se recogieron entre el 21 de marzo y el 4 de junio de 2020.
Según los resultados, el 73,6% de los trabajadores de la salud confirmaron haber sufrido un impacto psicológico grave, seguido por un 65,2% de los que trabajan en alimentación, un 48,6% de los profesionales de la comunicación y ‘solamente’ un 26,5 % de los trabajadores de cuerpos de seguridad.
“Esperábamos que estos últimos fuesen, junto con los sanitarios, las profesiones más afectadas. Sin embargo, en lugar de ellos, han sido los trabajadores de los supermercados”, apuntan las investigadoras.
“Por lo que hemos estado viendo, se debe a algo muy propio de los cuerpos de seguridad: el estoicismo. Es decir, el no reconocer que uno se encuentra mal porque siente que debe estar dispuesto a cualquier cosa”, explica Bueno Guerra. “Por el contrario, creemos que los trabajadores de supermercados han podido sufrir más las consecuencias por no estar habituados a situaciones de riesgo”, añade.
El estudio también contempla otra posible respuesta para este fenómeno. “Los empleados del sector de la alimentación tenían un nivel educativo más bajo que los otros grupos y reconocieron no tener la formación necesaria para afrontar esta crisis, lo que puede haber aumentado su incertidumbre y angustia para afrontar este nuevo cambio”, describe.
Otra de las cuestiones que se analizaron en esta encuesta se centró en el nivel anímico de los trabajadores. A la pregunta “¿Está deprimido?”, el 49,8% de los participantes del grupo de trabajadores de la salud y el 56,2% del grupo de trabajadores de comestibles respondieron ‘sí’ o ‘tal vez’, mientras que este porcentaje fue del 37,1% para los profesionales de los medios de comunicación y del 18,1% para los trabajadores de los servicios de protección.
Las mujeres mostraron un impacto psicológico significativamente más alto que los hombres tanto en el grupo de trabajadores de la salud como en el grupo de trabajadores de supermercados, y no se notaron diferencias en los otros dos. Este hecho podría deberse, según las investigadoras, a que son oficios feminizados. Es decir, que en ellos trabajan mayoritariamente mujeres que, a su vez, se han visto obligadas a trabajar en exceso.
La edad no mostró ninguna correlación con el impacto psicológico excepto para los profesionales de los medios de comunicación, donde los trabajadores más jóvenes tuvieron mayores puntuaciones en este aspecto.
En cuanto a la ubicación geográfica, solo encontraron diferencias en el grupo de sanitarios, donde los profesionales de las regiones más afectadas mostraron un mayor impacto psicológico.
Contagiar o contagiarme
A los participantes también se les preguntó por sus preocupaciones. De forma unánime, los cuatro grupos coincidieron en tres principales: la posibilidad de infectar a un ser querido, infectarse uno mismo y no saber cuándo iba a terminar esta crisis. A su vez, los niveles más altos en esta cuestión estaban asociados con mayores puntuaciones de impacto psicológico en las cuatro muestras.
No obstante, se observaron discrepancias sobre otras preocupaciones, como ‘infectarse por coronavirus en el trabajo’. Respecto a este aspecto, los trabajadores de las tiendas de comestibles obtuvieron la mayor puntuación, seguidos por los de la salud y los de los servicios de protección, mientras que los profesionales de los medios de comunicación estaban mucho menos preocupados por ello.
Por contra, los equipos de protección fueron reportados como insuficientes por todos los grupos profesionales excepto por los trabajadores de comestibles.
Sobre la carga de trabajo, el 60% de los profesionales de los medios de comunicación reportaron exceso de trabajo durante la crisis. Frente a esta mayoría, también indicaron ese exceso el 38,3% del personal sanitario consultado, el 38,2% de los trabajadores de comestibles y el 21,7% de los cuerpos de seguridad.
El tiempo de sobrecarga de trabajo superó las 6 horas semanales en todas las profesiones, con un pico de 11,64 horas en el grupo sanitario. Sin embargo, el promedio de horas extras no estaba relacionado con el impacto psicológico de los participantes. “No ha influido el hecho de trabajar mucho, sino la percepción de estar trabajando mucho. Tú puedes estar trabajando tus ocho horas, pero sentir que lo has hecho el triple de lo normal. El percibir que estás agobiado”, explica Rodríguez Rey.
Sin apoyo en la primera línea
Uno de los datos que más ha sorprendido a las investigadoras es el poco apoyo psicológico que estos profesionales han recibido. “Más del 70% de sanitarios tienen niveles severos de impacto psicológico, una barbaridad. Sin embargo, solo se le ofreció ayuda psicológica al 25%”, detalla la responsable del estudio.
“Ante una circunstancia excepcional, la sociedad o los gobernantes deberían tener la responsabilidad de ayudar a esas personas a enfrentarse a una situación tan dura”, considera Rodríguez Rey. Respecto a otros colectivos, más de la mitad de los trabajadores de los servicios de protección no recibieron ningún apoyo, y más del 60% de los profesionales de los medios de comunicación y los de tiendas de comestibles informaron de haber recibido al menos una ayuda de este tipo.
La conciliación fue el tipo de apoyo más reportado por los cuatro grupos, oscilando entre el 20% y el 40%. El soporte psicológico fue recibido principalmente por los profesionales de la salud (alrededor de un cuarto), seguido por el 11% de los profesionales de los servicios de protección. Finalmente, el apoyo económico se concentró casi exclusivamente en el grupo de los trabajadores de la alimentación (alrededor del 40%).
“Todo el servicio que tenemos de atención [psicológica] se da en catástrofes, en atentados, tragedias aéreas… pero esto era una catástrofe que sucedía en todo el panorama nacional. No se garantizó que toda la población pudiera tener acceso a los mismos servicios de ayuda”, expresa Bueno Guerra.
Los aplausos y las muestras de agradecimiento también fueron objeto de pregunta en el estudio, que ha analizado cómo el grado de reconocimiento de su labor profesional por parte de la sociedad ha influido en el impacto psicológico. “El mayor reconocimiento social percibido se relacionó con un impacto psicológico menor en todos los grupos, excepto en los profesionales de los medios de comunicación”, expresa el estudio.
El estudio considera necesario que los departamentos de recursos humanos de las empresas monitoricen periódicamente la salud psicológica de sus trabajadores. También, se les insta a programar descansos y a mejorar los flujos de trabajo para reducir la presión y la percepción de exceso de tareas. Además, se debería proporcionar equipo de protección personal a todos los trabajadores de primera línea.
Por último, el texto estima necesario que se garantice o facilite a los trabajadores el acceso al apoyo psicológico tanto a nivel empresarial como a nivel gubernamental, así como que se tomen medidas encaminadas a aumentar el reconocimiento social percibido de su trabajo.
“No se trata de una crítica hacia los departamentos de recursos humanos, pero creemos que tal vez se han centrado más en actividades para ayudar al funcionamiento de la empresa que en actividades de prevención de cara al trabajador”, indica Nereida Bueno Guerra. “Aquí, ha habido carencias tanto en las empresas como en el gobierno”, concluye.