Para quienes disfrutan de meses estivales o para aquellos que gozan de una piscina (alberca) en cualquier época del año, estos apuntes sirven para evitar los efectos secundarios que podrían presentarse.
Un refrescante baño en la piscina (alberca) puede venir como anillo al dedo para renovar las energías, pero si no se toman las debidas precauciones puede dejar una desagradable irritación ocular o hasta provocar una infección.
Si se nada con regularidad, ya sea en una piscina (alberca) privada o pública, lo más probables es que se ocupe un protector solar para evitar las quemaduras de sol. El asunto es que también los ojos requieren de cuidados especiales.
Para evitar infecciones, el agua de las piscinas (albercas) se trata con cloro y otras sustancias químicas, elementos que cumplen una buena función al eliminar bacterias, algas y otras impurezas, pero -lamentablemente- pueden causar irritación en los ojos (conocida como conjuntivitis química) y hasta provocar que los nadadores sean más propensos a desarrollar infecciones oculares, según indica un comunicado del Meadowlands Hospital Medical Center, en Nueva Jersey, Estados Unidos.
Para quienes disfrutan de meses estivales o para aquellos que gozan de una piscina (alberca) en cualquier época del año, estos apuntes sirven para evitar los efectos secundarios que podrían presentarse.
- Cuando el agua de la piscina entra en contacto con los ojos elimina las lágrimas naturales que los lubrican. ¿El resultado? Ojos resecos e irritados.
- El contacto con el cloro y los químicos puede ocasionar la irritación y la inflamación de la conjuntiva (conjuntivitis química). Se reconoce por los ojos rojos, irritados, con la sensación de tenerlos llenos de “arena”, así como visión borrosa. Otros síntomas comunes son la inflamación de los párpados y la sensibilidad a la luz, y pueden afectar a un solo ojo o a ambos.
- Aunque el agua de la piscina esté bien tratada, el cloro y los químicos no siempre pueden eliminar todas las bacterias contaminantes en ella, por lo que muchas veces puede producirse una infección en el ojo de tipo bacteriano. Esta se identifica por la secreción de uno o de ambos ojos, picazón, ardor, dolor intenso y visión distorsionada o borrosa.
- Además, el cloro puede irritar la córnea, resecando los ojos y enturbiando la visión.
Los seis consejos para evitar las molestias
1. Para evitar el contacto del agua tratada y los ojos, se recomienda el uso de gafas protectoras para el agua (goggles), que queden bien ajustados.
2. Mantener el agua de la piscina limpia y bien tratada para controlar el mayor número de virus y bacterias que pueden causar conjuntivitis (además de otras infecciones, al oído por ejemplo, la piel o el estómago). Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), el cloro y el ph (el grado de acidez/alcalinidad) correcto del agua son la primera línea de defensa para los nadadores o quienes simplemente se divierten en el agua. En la alberca o piscina, el rango del ph debe oscilar entre 7.2 y 7.8 y los niveles de cloro entre 1 a 3 partes por millón.
3. Al salir de la piscina, enjuagar bien tus ojos con agua fresca.
4. Si se sienten los ojos irritados o secos, usar gotas de lágrimas artificiales.
5. No nadar con lentes de contacto puestos. Las bacterias o virus pueden acumularse en el espacio entre el ojo y el lente y causar una infección. Además, el agua fresca (como la de un lago o río) y la de la piscina, hace que el lente se encoja, lo que resulta incómodo y molesto.
6. Si por alguna razón no es posible sacarse los lentes de contacto, se recomienda el uso de lentes desechables o goggles protectores, sustituyéndolos por otros lentes después del baño.