Todas las personas pueden cambiar de carácter durante el día, especialmente por el estrés laboral y personal. Cosa muy distinta es padecer una enfermedad compleja.
En la actualidad, es común asociar el cambio de humor con bipolaridad. Lo cierto es que se trata de una confusión popular errónea y que ha servido para aíslar en vez de acoger a las personas que realmente padecen el trastorno.
Por el contrario, para muchos la existencia del cocnepto fue como una licencia para distribuir a la ligera el "diagnóstico" a parientes y amigos que pasaban de la alegría a la tristeza o al mal genio con facilidad.
En términos médicos el trastorno bipolar también es conocido como enfermedad maníaco depresiva o depresión maníaca. La principal característica es que una persona es capaz de un polo a otro en su carácter de manera drástica.
Se trata de una enfermedad mental seria y no debe confundirse con un simple cambio de estado de ánimo. Todas las personas pueden pasar fácilmente de la alegría a la tristeza en el mismo día, especialmente cuando se pasa por situaciones estresantes en el trabajo o angustias en el hogar.
¿Cómo se puede saber, entonces, si alguien tiene un trastorno bipolar? Cuando esos altibajos anímicos son extremos, repetitivos (cíclicos), duran más tiempo que un mal genio o que el síndrome pre-menstrual de las mujeres y -claramente- llegan a afectar la vida diaria.
Se trata de cambios que no se dan en el mismo día, sino que van sucediéndose en el transcurso de semanas y meses. Para diagnosticar a alguien con trastorno bipolar, los médicos deben también llegar a conocer de qué tipo se trata.
De hecho, el trastorno bipolar se divide en tres tipos:
- Ciclotimia: Es la forma más ligera del trastorno bipolar. Los cambios en el estado de ánimo todavía son manejables, pero ya empiezan a ser cíclicos y no simplemente ocasionales.
- Trastorno Bipolar II: Cuando los síntomas aumentan en intensidad pero la vida diaria sigue con normalidad.
- Trastorno Bipolar I: Los cambios de ánimo son tan fuertes que afectan seriamente la vida diaria, y los síntomas pueden ser peligrosos.
Los síntomas del trastorno bipolar varían de persona a persona: mientras algunos sufren más por el lado de las manías, otros sufren más por la depresión.
Cuando la persona se encuentra en el episodio maníaco, puede presentar los siguientes síntomas:
- Euforia: tiene exceso de alegría y optimismo, pensamientos de grandeza y autoestima desbordada
- Agitación: habla rápido, está hiperactivo, hace demasiado ejercicio o necesita mucha actividad física, no se puede quedar quieto, tiene poca necesidad de dormir, no se puede concentrar, su excitación sexual aumenta
- Irritabilidad: se molesta fácilmente, actúa de forma agresiva
- Irresponsabilidad: actúa de forma impulsiva y extraña, tiene una necesidad de cumplir con metas de forma rápida y por cualquier medio, toma decisiones arriesgadas, invierte dinero sin cautela y abusa del alcohol y las drogas
- Psicosis: tiene algunas alucinaciones que lo hacen olvidarse de la realidad por un momento
En cambio, cuando la persona se encuentra en el episodio depresivo, los síntomas pueden ser los siguientes:
- Físicos: se siente fatigado y agotado frecuentemente, tiene problemas para dormir, siente dolor crónico sin explicación, y su apetito aumenta o disminuye de una forma inusual.
- Emocionales: se siente ansioso, triste, solo, desesperanzado, culpable, impotente, no puede concentrarse, pierde el interés en su vida diaria y puede llegar a pensar en suicidarse.
El trastorno bipolar no es un asunto sencillo. Hasta podría llegar a causar la muerte prematura. Por eso cuando se dice que alguien es “bipolar” hay que tomarlo muy en serio y brindarle apoyo.
Si bien es una enfermedad que requiere tratamiento de un profesional (un psiquiatra, que es el médico especialista en enfermedades mentales), su bienestar depende de la ayuda de los demás.