
La clave es no decir ni demasiado, ni demasiado poco. He aquí algunos ejercicios para empezar a perfeccionarse
Justo después de "¿Qué tal estás?", una de las preguntas más comunes que se nos hacen es: "¿A qué te dedicas?" La oímos con tanta frecuencia que probablemente tengamos una respuesta hecha que repetimos a todos y que, con toda seguridad, será olvidada poco después.
"Eso es simplemente aburrido", dice Craig Wortmann, profesor de clases prácticas de Marketing en la Kellogg School of Management. Para Wortmann, esta interacción aparentemente trivial es una oportunidad para ser inolvidable, impactante y extraordinario. Como dice Wortmann: «¿Por qué ser aburridos cuando podemos ser interesantes?»
Y no por querer ser el "tipo genial" de la oficina. La forma en que hablamos de nosotros mismos reporta beneficios concretos. Podemos aprovechar la oportunidad para causar una buena impresión en una reunión de trabajo, destacar en una entrevista para un empleo o para convertirnos en el colega al que recurren los compañeros en busca de claridad sobre cualquier asunto.
En un reciente seminario web de la serie The Insightful Leader Live (El líder perspicaz en directo), Wortmann impartió consejos sobre cómo hablar de nosotros mismos y nuestro trabajo de manera eficaz. También ofreció varios ejercicios para perfeccionar nuestro discurso de presentación. He aquí algunos de los puntos más destacados de su charla.
No explicar demasiado, ser concisos
Según Wortmann, un error que cometemos a la hora de describir nuestro trabajo o nuestra carrera es calcular mal la cantidad de información que debemos proporcionar. "Las respuestas suelen ser demasiado generales o demasiado detalladas", dice Wortmann. Demasiado general es decir algo así como "soy profesor" o "me dedico a las fusiones y adquisiciones". Estas son, por supuesto, descripciones correctas de un trabajo, pero no despiertan curiosidad alguna.
En el otro extremo del espectro está lo que Wortmann llama "sobremanifestación de conocimientos". Quién no ha vivido la experiencia de estar en una conferencia, preguntar a alguien a qué se dedica y recibir a cambio un recuento insoportablemente detallado de su día a día.
"Eso es un error", dice Wortmann. "La persona está diciendo demasiado, se está pasando de la raya y sobremanifestando sus conocimientos"».
En su lugar, Wortmann aconseja ser concisos. Una respuesta concisa es aquella que va al grano, pero está cargada de información, lo que le da vitalidad y capta la atención del interlocutor. Por ejemplo, esta es una respuesta que Wortmann suele dar para describir su trabajo:
Soy profesor en la Kellogg School of Management, donde mi socio David Schonthal y yo impartimos un curso que desmitifica la difusa fase inicial del lanzamiento de un negocio.
Centrarse en iniciar una conversación
Una forma de pensar en una respuesta concisa es que debe estimular una conversación. A diferencia de los monólogos sobre lo que uno hace, el ser conciso incita a la otra persona a hacer una pregunta lógica de seguimiento. El ejemplo anterior no es una explicación exhaustiva de lo que hace Wortmann, pero puede inducir naturalmente a alguien a pedirle más detalles sobre su clase, preguntar cuánto tiempo lleva enseñando o lo que se entiende por "difusa fase inicial" del emprendimiento.
"Ahora estamos teniendo una conversación —dice Wortmann—, en lugar de ser yo quien les hable".
Puede parecer baladí, pero convertir lo que suele ser una conversación trivial en un diálogo lo hace a uno inolvidable, un activo valioso.
¡Reducir, reducir, reducir!
Las entrevistas para un puesto de trabajo son un ejemplo clásico de situación que nos exige hablar de manera eficaz sobre nosotros mismos. También es un escenario donde las personas suelen sobremanifestar sus conocimientos y contar su vida y milagros mientras ven cómo los ojos del entrevistador caen en un estado de letargo.
Wortmann y su colega Carter Cast, profesor de clases prácticas de estrategia en la Kellogg, idearon un ejercicio para combatir la tendencia a divagar, abreviar las respuestas y hacerlas concisas y contundentes. Supongamos que uno empieza con esta descripción de su experiencia laboral:
Empecé mi carrera en Facebook hace casi siete años. Ha sido un lugar interesante, ya que la empresa ha cambiado mucho a lo largo de ese tiempo. Durante la mayor parte de mi estancia allí, trabajé en un equipo de productos responsable de la creación rápida de prototipos de funciones relacionadas con nuestras plataformas publicitarias. Como se puede imaginar, ese era un espacio muy competitivo, en que Google era la empresa dominante y TikTok un competidor advenedizo en rápido crecimiento. Pero allí tuve éxito, y por eso creo que mis puntos fuertes serían de gran valor para su equipo. Uno de ellos es comprender rápidamente una situación para resolver problemas con celeridad; otro es aprender de las evaluaciones de mi trabajo para poder cambiar de rumbo rápidamente.
Decir esto en voz alta nos llevaría unos 30 segundos. Ahora tomemos esa primera respuesta larga y reduzcámosla a la mitad. Para que diga algo así:
Comencé mi carrera en Facebook y tuve éxito en un equipo de productos encargado de nuestras plataformas publicitarias. Era un espacio muy competitivo, con Google y TikTok siempre presentes. Por eso creo que mis puntos fuertes encajarían muy bien aquí. Uno de ellos es comprender rápidamente una situación para resolver problemas con celeridad; otro es aprender de las evaluaciones de mi trabajo para poder cambiar de rumbo rápidamente.
Wortmann y Cast estiman que hay que reducir la respuesta aún más, esta vez a solo unas pocas frases. Por ejemplo:
He aprendido muchísimo en Facebook y estoy muy agradecido por esa experiencia. Competir con gigantes como Google y TikTok me ha mejorado como líder. Creo que encajo muy bien aquí por dos razones principales: primero, aprendo rápido, y segundo, asimilo bien la orientación que se me ofrece.
Reducir y condensar la respuesta permite llegar a lo importante de manera más eficiente.
La concisión es una cortesía
No es raro que Wortmann reciba críticas al final de este ejercicio. Un comentario frecuente es que la respuesta es insuficiente para contestar a una pregunta sobre nuestros antecedentes laborales.
"No estoy de acuerdo —afirma Wortmann—, ya que ser concisos es tanto un acto de valentía como de humildad. Y esas son cualidades magnéticas en una persona. Si te contrato es porque quiero que seas audaz".
Aunque pueda parecer que ayudamos al proporcionar más detalles, Wortmann sostiene que en realidad hacemos todo lo contrario. La vida laboral está llena de correos electrónicos, mensajes de texto, notificaciones de Slack y reuniones: un bombardeo constante de información.
Al desarrollar la capacidad de ser concisos en nuestras respuestas, hacemos un favor a todos. "Es un acto de generosidad en un mundo ruidoso y lleno de distracciones.