Habitualmente, se entregaba 140.000 visas laborales, pero en 2022 duplicó esa cifra, comportamiento que en gran parte se debe al rezago observado en los años de la pandemia.
En medio de leyes y otras medidas anti inmigrantes, pero también de escasez de mano de obra, el gobierno de Estados Unidos entregó, durante el año fiscal 2022, más de 280.000 visas de inmigración basadas en el empleo, cifra que representa el doble de las registradas en años anteriores.
De acuerdo con información del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS), cada año fiscal el gobierno estadounidense dispone 140.000 visas de inmigrantes “para extranjeros (y sus cónyuges e hijos) que tengan la intención de inmigrar basándose en sus destrezas para ocupar empleos”.
La meta de USCIS para el año fiscal 2023, que está en curso, es nuevamente aumentar el número de visas laborales que había entregado habitualmente, aunque a un menor ritmo que en 2022, con 197.000 casos.
El aumento del año pasado respondió al atraso de la USCIS en el reparto de las visas laborales disponibles, pues en los gobiernos de Donald Trump y de Joe Biden, en 2020 y 2021, se pusieron en pausa miles de permisos.
“Hasta marzo de 2020, las agencias estaban en camino de utilizar todas las visas disponibles patrocinadas por familiares y basadas en el empleo”, pero el cierre de embajadas y consulados por la COVID-19 limitó el proceso “y decenas de miles de visas” no fueron entregadas, señala el Informe Anual al Congreso 2023 de la Oficina del Ombudsman del Servicios de Ciudadanía e Inmigración (CIS Ombudsman).
Por ejemplo, para 2021 se autorizaron 290.000 visas laborales y solo fueron entregadas 170.000. “Después de haberse quedado corto en los últimos dos años en el uso de estas visas”, el USCIS “comprometió todos los recursos para garantizar la adjudicación de estas solicitudes”, sostiene la oficina del Ombudsman en el reporte.
Pero no fue solo el cierre de oficinas por la pandemia, también fue por una política migratoria más restrictiva que comenzó antes de la covid-19 y no necesariamente terminó con la salida de Trump de la Casa Blanca, especialmente para personas de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela.
¿Qué son las visas basadas en el empleo?
Las visas basadas en empleo (VBE) son para vivir y trabajar de forma permanente en Estados Unidos, por lo que luego de obtener ese documento, las personas pueden solicitar el estatus de Residente Permanente Legal (LPR), “lo que también se conoce como obtener una Tarjeta Verde o Green Card, a través de una categoría de preferencia basada en el empleo”, explica el USCIS.
Hay otras visas para laborar de manera temporal, es decir, visas para no inmigrantes, como las H-2A de trabajo agrícola.
De las VBE existen cinco tipos:
- EB1, para trabajadores y trabajadoras prioritarias. El 28,6% de las visas son para este grupo. Para obtenerla, “usted tiene que ser capaz de demostrar que tiene alguna aptitud extraordinaria en las ciencias, artes, educación, negocios o deportes a través del reconocimiento continuo nacional o internacional”, señala USCIS. Y lo deben comprobar mediante premios o medallas olímpicas obtenidas por su trabajo.
- EB2, para profesionales con grados avanzados. También se destina el 28,6% a estas personas. Quienes piden esta visa es porque están solicitando un trabajo en Estados Unidos el cual les exige un título de posgrado.
- EB3, para trabajadoras y trabajadores calificados, profesionales y no calificados, cuya cuota es también de 28,6%. Deben demostrar que tienen al menos dos años de experiencia laboral, educación, o capacitación. También entran en esta categoría los trabajos para los cuales no hay personas calificadas en Estados Unidos.
- EB4, para inmigrantes especiales (7,1%). En este apartado entran las personas trabajadoras religiosas, “ciertos representantes de los medios de comunicación”, empleados de una organización internacional, y personas de Irak o Afganistán, entre otros.
- EB5, para inversionistas (,.1%).
A la mayoría de estas visas pueden aspirar solo aquellas personas que en sus países tienen mejores expectativas de vida, pues cuentan con un alto grado de estudios o lograron destacar en las artes o el deporte.
Pero también hay una posibilidad para trabajadoras y trabajadores no calificados, que “son capaces de ocupar puestos que requieren menos de dos años de capacitación o experiencia que no son temporales o estacionales”.
Según el reporte de la Oficina del Ombudsman, la mayoría de las personas beneficiarias de la visa laboral están en Estados Unidos trabajando con visas de no inmigrante. Es decir, entraron al país con un permiso de empleo temporal. Y “un número mucho más pequeño generalmente obtiene sus visas en el extranjero”.
¿Quiénes pierden, quienes ganan?
El aumento en la entrega de estas visas está ayudando a varias industrias en Estados Unidos a recuperar su producción, especialmente a aquellas que dependen del trabajo de personas migrantes.
Sin embargo, para el tamaño de la crisis migratoria a causa de la violencia, de la pobreza o de los problemas políticos internos —temas en los que Estados Unidos ha tenido participación—, este aumento no es suficiente para los países afectados.
Pero, a pesar de que Estados Unidos necesita la fuerza laboral de las personas migrantes, algunos políticos se dan un balazo en el pie. Por ejemplo, el derechista Ron DeSantis, gobernador del estado de Florida y aspirante a la candidatura presidencial por el Partido Republicano, promulgó una ley estatal contra la migración indocumentada.
Desde el 1 de julio, emplear y transportar a personas con estatus migratorio irregular es castigado con cinco años de prisión o una multa de US$ 5.000 por cada migrante. Además, obliga a las empresas a verificar el estado inmigratorio de los trabajadores y trabajadoras en la base de datos federal E-Verify.
“La pérdida de dos millones de inmigrantes potenciales, de los cuales un millón tiene educación universitaria, podría afectar la productividad y el empleo a largo plazo”, señala el reporte Escasez de mano de obra y déficit de inmigración.
Un millón de inmigrantes con educación universitaria menos “puede dejar a la economía estadounidense con una productividad más baja, lo que se traduce en un menor crecimiento” y en “2,5 millones de puestos de trabajo menos en aquellas economías locales donde los inmigrantes habrían trabajado”.
Hasta 2019, la población nacida en el extranjero en edad de trabajar (de 18 a 65 años) que vive en Estados Unidos creció alrededor de 660.000 personas por año, indica el informe de los investigadores Giovanni Peri y Reem Zaiour, de la Universidad de California, Davis
Pero ese aumento se detuvo en 2019, “antes de la pandemia, debido a una combinación de una aplicación de la ley de inmigración más estricta y una caída en el flujo de inmigrantes mexicanos”.
No obstante, una vez que comenzó la recuperación económica “y aumentó la creación de empleo, a los empleadores les resultó más difícil cubrir los puestos de trabajo. En todos los sectores, esta escasez está significativamente asociada con la pérdida de trabajadores extranjeros”, sostienen los investigadores.
“Nuestras estimaciones sugieren que una industria que dependía un 10% más de trabajadores extranjeros que otra industria en 2019 experimentó una tasa de puestos vacantes 3% más alta en 2021”, puntualizan.