De las 200 mil toneladas estimados de chatarra electrónica que se generan en el país, hoy solo se recupera entre el 3,5 y el 5%. Aunque el volumen del tratamiento y disposición es aún muy bajo, las iniciativas en ciernes que ya existen y la legislación que pronto entrará en vigor indican que la nación Latinoamericana está hablando en serio en esta materia.
Fue poco antes del más reciente Día de la Tierra, en abril, que la firma surcoreana Samsung lanzó “Recicla y Ahorra”, una campaña para incentivar gestión responsable de residuos electrónicos, con una inversión de unos US$ 315.000 para retirar y recuperar todo tipo de electrodomésticos en Chile.
Basado en un programa de retiro domiciliario y proceso de reciclaje sin costo para las personas que los desechen, cada electrodoméstico irá a Degraf, una empresa en la que se separarán sus componentes según su composición: plásticos, metales o vidrio.
Luego, eso se podrá reciclar o vender en otras plantas especializadas.
“Queremos incentivar el manejo responsable de residuos electrónicos. Ese es el objetivo de esta campaña, con la cual busca sacar de los vertederos a televisores, refrigeradores y lavadoras”, dice Álvaro Palma, Encargado de Cumplimiento Medioambiental en Samsung Electronics Chile.
En general, le explica Palma a AméricaEconomía, “estas campañas buscan preparar al mercado y concientizar a los clientes para que comiencen a prepararse para cuando esto sea ley y tengan que hacerlo de manera obligatoria”.
La ley a la que se refiere el ejecutivo es la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, más conocida por sus siglas como Ley REP, según la cual Samsung es un productor y estará obligado a asociarse o contratar empresas que se hagan cargo del manejo de residuos que generan, denominados gestores.
“Entonces, Samsung está fomentando con este tipo de campañas que más actores comiencen a participar y que los clientes empiecen a tener noción de lo que está pasando en la industria”, agrega el ingeniero.
El día previo, Samsung también ha participado en un evento similar, dando el vamos a una nueva versión de la campaña “Renchúfate”, cuyo objetivo es abordar las dificultades de recolección y reciclaje de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), junto a la Universidad Andrés Bello (UNAB), el Ministerio del Medio Ambiente, la Fundación Chile y el emprendimiento local Pañiwue, dedicado a desarmar y recuperar metales desde los electrodomésticos.
El encuentro es parte de una campaña a nivel latinoamericano, denominada “Fortalecimiento de Iniciativas Nacionales y Mejoramiento de la Cooperación Regional para el Manejo Ambientalmente Racional de los COP en Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos en países de América Latina”, integrado por 13 países Perú, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Argentina, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, Venezuela, Guatemala, El Salvador, Honduras, además de Chile, que es el tercer país que más RAEE genera per cápita, con 9,6 kilos de chatarra al año por habitante.
La meta del evento es, una vez más, difundir la Ley REP y concientizar a la ciudadanía en la relevancia de la correcta disposición de este tipo de residuos.
“Para el caso de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, se estima que actualmente se generan más de 200.000 toneladas al año de las que actualmente se recicla menos de un 5%. Y lo que se propone es llegar a una meta del 45% al año 10 de ejecución”, informa a AméricaEconomía Tomás Saeig, jefe de la Oficina de Economía Circular del Ministerio del Ambiente.
De todos modos, el cambio no sería inmediato. Saieg detalla que el decreto para esta ley todavía no está publicado. Dentro del proceso regulatorio, se debe llevar al Consejo de Ministros este año y, después del trámite de toma razón, hay dos años de plazo antes de hacer exigibles las metas que contiene la norma.
“Pero la industria avanza antes que la regulación. Aunque no se les está exigiendo, ellos han visto una oportunidad de negocio”, reflexiona el profesional, refiriéndose a las empresas que se dedican a recuperar estos materiales.
INCENTIVOS COMERCIALES
Por ahora son pocas las empresas que están tomando esta actividad comercialmente.
Una de ellas es la mencionada Degraf, que presta servicios de reciclaje de productos eléctricos y electrónicos con los más altos estándares de calidad para garantizar la trazabilidad, seguridad y manejo sustentable de los mismos.
Ubicada en la comuna de Quilicura, que cuenta con una gran zona industrial, la firma tiene cinco mil metros cuadrados totales y 50 operarios para desmontar y manejar los residuos electrónicos. En sus instalaciones procesan entre 200 y 300 toneladas de diversos materiales por mes, no material electrónico, sino también otros productos para destrucción, como documentación y productos publicitarios.
“Generamos distintos residuos que finalmente van a empresas que hacen el reciclaje. Somos una empresa B certificada, y contamos con un sistema Integrado de Gestión ISO y con la Certificación Internacional de Reciclaje Electrónico “Responsible Recycling – R2. Este certificado garantiza a nuestros clientes, que son productores y empresas multinacionales, la trazabilidad de sus productos”, le enumera a AméricaEconomía Gabriela Pérez, gerente general de Degraf. La empresa partió hace más de 40 años, dedicada a recibir desechos gráficos, de ahí su nombre.
Esa certificación es la que hace toda la diferencia para las firmas que optan por trabajar con ellos, debido a que hoy la situación de los desechos electrónicos es un poco caótica, ya que no hay sitios autorizados para su acopio, de modo que o terminan en rellenos sanitarios o simplemente en sitios eriazos. “Lo que ocurre, en lo mejor de los casos, es que se recuperan los metales valiosos junto con separar la fracción peligrosa de la no peligrosa, y después los residuos no peligrosos se pueden mandar a disposición final”, detalla Tomás Saieg.
Otra gran parte duerme en las bodegas o patios de ciudadanos comunes que no saben donde disponer de esos desechos.
Así que, hasta que la ley esté plenamente vigente, el ministerio y otros actores apuestan por la educación a la ciudadanía como su principal aliado.
“Con la ley REP los volúmenes [de desechos electrónicos que lleguen a plantas como la nuestra] van a aumentar considerablemente. Y esperamos que el mercado, la industria, pueda dar abasto con todo esto”, reconoce Gabriela Pérez.
También se espera que sea un impulso desde el punto de vista laboral.
“Hay gente que estaba desempleada y que [con la ley] va a trabajar desarmando estos equipos. Por ende, esta ley también generará mucho empleo. De hecho, sus contenidos apuntan a mejorar también los temas sociales, la empleabilidad, y cuando estén normados y regulados, mejorará las condiciones laborales [de quienes se desempeñen en esos oficios]”, apunta Edmundo Muñoz Alvear, director de la Facultad de Ciencia de la Vida y profesor de producción limpia y análisis de ciclo de vida en la UNAB.
“Ahí nosotros tendremos que trabajar en otro turno, aumentar nuestra producción justamente”, acota Gabriela Pérez, de Degraf.
A pesar de las buenas perspectivas ambientales y laborales de la ley, todo esto tiene un costo en difusión, acopio y transportes que no será cubierto en su totalidad con el dinero que recaude la recuperación de los desechos electrónicos.
Al revés, será un costo adicional para los productores, que probablemente buscaran ahorrar costos mediante la licitación anual de sus residuos.
“Va a estar más peleado el mercado, porque deberían integrar más actores. Como vas a tener 10 empresas y no solo 1 que te pueden retirar y reciclar los residuos, la empresa va a terminar diciendo ‘me voy con el que me cobra menos’”, prevé Gabriela Pérez.
Ese costo estará entonces integrado en el valor del producto nuevo que el consumidor adquiera. Y habrá más puntos limpios en las mismas tiendas. Van a haber contenedores para poder reciclar, o en el caso de los productos de mayor tamaño, un sistema de retiro en el domicilio.
Así, buena parte del éxito del modelo dependerá también de la respuesta de la ciudadanía. Y aunque la ley contempla multas por no hacerlo, desde el Ministerio del Medio Ambiente no creen que el garrote sea la vía para conseguir su cumplimiento.
“Multar es poco efectivo, porque es imposible estar fiscalizando a todas las casas. [La sanción] tiene que estar, pero tiene que también haber un esfuerzo importante en educación ambiental (…) Y esa es la apuesta, a generar ese cambio cultural que necesitamos para que esto funcione”, enfatiza Tomás Saieg.
Por el momento, las distintas iniciativas y diferentes actores del ecosistema trabajan en definir todos los eslabones de la cadena para que el acopio y reciclaje se los desechos electrónicos sea una realidad.
“Todavía falta avanzar, por ejemplo, en canales de recolección que sean más cercanos a la ciudadanía para que puedan llevar sus residuos eléctricos y electrónicos. Y por otra parte está un desafío de mejorar la gestión ambiental de los residuos una vez en planta, ya que hay muchos plásticos que contienen contaminantes orgánicos que si son dispuestos de una forma inadecuada pueden liberarse al medio ambiente”, explica a AmericaEconomía Florencia Delgado Fundación Chile, jefa de proyectos del área de sustentabilidad de Fundación Chile.
Esta institución público-privada chilena ha estado trabajando junto a varios gestores de residuos electrónicos (RAE) para mejorar estos procesos y para poder identificar estos contaminantes denominados Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs), que son regulados internacionalmente por el convenio de Estocolmo.
También a futuro, la meta mundial es ir cambiando la composición de los electrodomésticos, para que su reciclaje no sea luego una labor cara y casi imposible.
“Nos falta una normativa, ojalá a nivel latinoamericano, que prohíba el ingreso de sustancias complicadas a nuestro país. Y también promover y concientizar a la ciudadanía sobre reducir también el consumo. En la Unión Europea, por ejemplo, restringen que los aparatos eléctricos y electrónicos contengan ciertas sustancias peligrosas y así se evitan que en la planta tengan que hacer un manejo o no puedan reciclar ciertas piezas porque tienen estos compuestos peligrosos”, explica Florencia Delgado.
Por ahora, las empresas como Samsung trabajan con sus propios lineamientos, generalmente indicados desde sus casas matrices.
En años anteriores, acciones como estas ha tenido una reciclabilidad de un 79% destinados a reciclaje, mientras que el 16% a cogeneración y 5% a disposición final, junto a Degraf.
Desde 2021 hasta la fecha, Samsung Chile ha logrado reciclar 540 toneladas solo en televisores, refrigeradores y lavadoras
“Nuestro programa de retiro de electrodomésticos es global”, indica Álvaro Palma.” Ya está implementado en Brasil y Colombia. En Chile esperamos recolectar 300 toneladas de productos este año, que es 25% más de lo que hicimos el año pasado”, concluye.
El programa ha probado ser exitoso, y el sábado 13 de mayo se inició una nueva versión en otro lugar de Santiago, esta vez hasta con estaciones para reparación de electrodomésticos.