A dos meses de las elecciones presidenciales de junio, las candidatas del oficialismo y la oposición coinciden en la necesidad de introducir energías limpias, pero los expertos dudan en torno a la viabilidad de los métodos, así como el futuro de Pemex y su millonaria deuda.
Los dados ya se lanzaron y las encuestas electorales reflejan que Andrés Manuel López Obrador será sucedido por la primera presidenta de México. Según la encuesta más reciente del Diario Financiero, aplicada a mediados de marzo, Claudia Sheinbaum, candidata del partido oficialista Morena, dispone de un 51% en intención de voto.
De esta forma, la ex intendenta de la Ciudad de México mantiene una cómoda ventaja de 17 puntos sobre su principal contrincante, la senadora Xóchitl Gálvez, aspirante de la coalición opositora Fuerza y Corazón por México. Queda claro cómo el primer mes de campaña cerró sin sobresaltos en los sondeos.
Mientras tanto, otros sectores de la agenda pública de México muestran un panorama turbulento. Por ejemplo, la industria energética suele ser acusada de apostar de forma exagerada por la explotación de hidrocarburos en detrimento de las energías renovables.
Si bien Sheinbaum, especialista ambiental, ha prometido añadir fuentes como el litio y el hidrógeno verde a la cartera de Pemex, hay quienes desconfían de sus promesas por el balance negativo que deja el sexenio de López Obrador a la petrolera estatal: una deuda financiera abultada, así como proyectos inconclusos, como la refinería Dos Bocas.
Aunque en líneas generales, la polarización de la campaña electoral entre Sheinbaum y Gálvez no impide que se presenten paralelismos como la necesidad de promover energías limpias y expandir los servicios de electromovilidad en las grandes ciudades. Es en la implementación de estos métodos donde vuelven a surgir las diferencias y las acusaciones de populismo.
Por ejemplo, fiel al discurso nacionalista de Morena, Sheinbaum ha prometido garantizar la independencia energética de México mediante una reducción a la dependencia de las importaciones de crudo. Tan importante es dicha meta para el oficialismo que, “Diálogos por la Transformación”, el equipo técnico de Sheinbaum, cuenta con una división de soberanía energética. Sus miembros confían en que las adquisiciones petroleras del sexenio de López Obrador rendirán frutos a largo plazo.
“La infraestructura y desarrollo del actual gobierno es fundamental para esta meta. Podemos mencionar la modernización del sistema nacional de refinación, la compra total de la refinería Deer Park en Texas (EE.UU.) y el desarrollo de la refinería Dos Bocas. En ese sentido, estamos viendo un incremento en la capacidad instalada para disminuir la dependencia de los energéticos”, afirma Tonatiuh Martínez, economista y especialista energético del equipo de Morena.
A pesar de que en enero, López Obrador prometió que para el 28 de febrero, la refinería Dos Bocas, ubicada en el Estado de Tabasco, operaría al 100%, la promesa no se cumplió. Aunque la fe sigue depositada en el proyecto: Martínez sostiene que cuando Dos Bocas alcance su máxima capacidad, se reducirá en 5 a 6% la dependencia a las importaciones de petróleo.
Sin embargo, México depende más del crudo extranjero de lo que aparenta. Héctor Villarreal, economista y profesor investigador del Tecnológico de Monterrey, señala que el país azteca importa aproximadamente el 60% del petróleo que consume. El analista señala que las refinerías de Pemex son muy viejas para ser realmente competitivas, aunque hay excepciones como Deer Park, adquirida por Pemex a la petrolera británica Shell en 2022.
“En realidad, no es sencillo dejar de importar combustibles y no necesariamente lo queremos hacer. La ironía es que México pierde mucho con su infraestructura local, porque el gobierno se lanzó a la aventura de construir una refinería gigante como Dos Bocas, la cual aún no opera del todo y que cuando lo haga, seguirá perdiendo dinero”, advirtió Villarreal para AméricaEconomía.
Desde la otra orilla, Rosanety Barrios, analista energética del equipo de Xóchitl Gálvez, coincide que el modelo de Deer Park debe ser el ideal para las futuras inversiones de Pemex. “Es una refinería que opera con utilidades y respeto al medio ambiente. Jamás podríamos pensar que Deer Park operaría en las terribles condiciones del territorio mexicano. Y lo increíble es que hablamos de una refinería que tiene la misma capacidad de Dos Bocas, pero que costó un octavo de lo que ha costado hasta el momento esta última”, remarcó Barrio para AméricaEconomía.
En cuanto a las otras refinerías de México, la especialista del equipo opositor enfatiza que la falta de inversión en mantenimiento ha sido clave en el aumento de la contaminación y pérdida de valor del crudo. Para empezar, Barrios señala que las seis refinerías de Pemex han perdido casi 800.000 millones de pesos (US$ 48.075 millones) en cinco años, porque el crudo a procesar es muy pesado y se carece de los equipos necesarios para trabajarlo.
“Entonces, cada vez que ingresa un barril de nuestro petróleo a las refinerías, se echa a perder un tercio, que queda convertido en combustible. Nuestras refinerías tienen una edad muy avanzada. A esa problemática del combustible, hay que sumarle que esta administración, lejos de fortalecerlas, las ha abandonado prácticamente. A tal punto que ahora las refinerías están quemando azufre, un elemento altamente contaminante que hace muchísimo daño a la gente”, lamenta Barrios. De acuerdo a la economista, este pasivo se presenta en las seis refinerías, pero es tan grave en las instalaciones de Tampico y Caderey que ameritan su cierre y reconversión en dichos casos.
Ante un presente endeudado y un futuro donde el petróleo cederá terreno a las energías limpias, el economista Héctor Villarreal se inclina por la construcción de refinerías modulares. Se trata de instalaciones petroleras que se levantan en secciones o módulos para que puedan ser transportadas fácilmente y reubicadas. “Son pequeñas y eficientes, puedes escalar su producción. Construirlas implica pensar en una gran demanda de petróleo, pero que durará eventualmente una o dos décadas más”, afirma.
Por otro lado, Ramsés Pech, analista energético y docente asociado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es aún menos optimista en torno a la retórica de AMLO y su posible sucesora. Desde su perspectiva, la soberanía energética es un término poco realista, debido a que todos los países deben importar algún tipo de energía o tecnología para su transformación y posterior utilización en las actividades de la productividad interna bruta.
“Además, debemos recordar que México cuenta con autosuficiencia energética al contar con suficientes energías primarias (recursos de la naturaleza), pero carece de autosuficiencia para transformar esta para su utilización, porque no creamos o tenemos tecnologías propias”, declaró Pech para AméricaEconomía.
LA HERENCIA DE LA DEUDA
La millonaria deuda de Pemex, que ascendía a US$ 106.000 millones para marzo de 2024, es otra de las grandes protagonistas de la discusión electoral del sector energético. Desde el equipo oficialista, no se ocultan las intenciones de continuar con la entrega de fondos estatales a Pemex para evitar la bancarrota.
“Contrario a lo que se ha querido manejar por parte de la oposición, Pemex no es una carga para el erario nacional. Durante este sexenio, Pemex ha aportado en promedio el 11% de los ingresos presupuestarios del país. Asimismo, la petrolera ha dado al Estado 3,7 billones de pesos (US$ 222.349 millones) y en respuesta, se le otorgó 1.5 billones (US$ 90.141 millones). Más de la mitad de estos fondos se ha utilizado para el pago y servicio de su deuda”, expresó Héctor Romero, economista miembro del equipo de Claudia Sheinbaum, para AméricaEconomía.
En cambio, para Ramsés Pech, la acumulación de pérdidas de Pemex no debe subestimarse. “La deuda de Pemex al ser parte de la deuda pública influirá en el largo plazo, debido a que no está reduciendo esta en el capital, sino solo está refinanciando la misma en los tiempos de vencimiento y por ende, se producen tasas de interés cada vez más altas. Mucha de esta deuda está siendo acumulada después de 2030”, advierte.
Para revertir la tendencia al déficit, Rosanety Barrios propone que se deben diversificar los ingresos de Pemex. “Si queremos que la empresa se ponga a explorar, como debe hacerlo, alguien más tiene que darle al Estado los ingresos petroleros, que hoy Pemex ya no nos da. Y debemos ser pacientes para obtenerlos, porque primero se debe explorar”, declara la economista.
Bajo esa premisa, Barrios anuncia que el equipo de Xóchitl Gálvez plantea un retorno a las rondas petroleras para que otras empresas exploren nuevos yacimientos a una mayor velocidad. Y de esta forma, que Pemex descubra el petróleo que aún se puede vender con sus respectivas utilidades. “Esto no implica desaparecer las seis refinerías, aunque sí disminuir esta actividad que hoy el Estado históricamente ha perdido por falta de inversión en favor del sector privado”, propone Barrios.