El presidente ejecutivo de la única aerolínea low cost superviviente en Colombia se explaya sobre este rol demandante que le ha tocado asumir a su empresa. A este desafío se le suman la apertura del mercado venezolano, nuevos rivales a la vista y una política cautelosa de expansión.
El futuro parece prometedor para Wingo. Cuando el 22 de junio pasado, Viva Air anunció su inminente liquidación ante el fracaso del proceso de integración con Avianca, Wingo se convirtió en la única aerolínea low cost que opera en el mercado colombiano. Un día después, la compañía colombiana anunció en un desayuno informativo que esperaban llegar a los tres millones de pasajeros anuales en 2023. Esta proyección supone un alza de 500.000 viajeros con respecto al año anterior. Muchos de ellos podrían viajar próximamente a Venezuela, país que ha iniciado una reapertura diplomática y comercial con Colombia, desde la llegada al poder de Gustavo Petro en 2022.
Sin embargo, Wingo mantiene una posición cómoda, aunque lejos de ser totalmente segura: la aerolínea ultra low cost JetSmart amenaza con aterrizar en Colombia en diciembre, mientras que Avianca anunció recientemente que podrían abaratar los costos de ciertos vuelos para disputar una cuota del mercado económico. Al mismo tiempo, la creciente inflación en Colombia obligó a Wingo a centrar sus esfuerzos en los vuelos locales durante los últimos años. Pero actualmente, con la crisis más despejada, ¿cuáles son los planes de Wingo más allá de las fronteras de su país natal?
Para indagar en la visión de la aerolínea -que cuenta con el respaldo financiero de Copa Holdings, sociedad gestora estadounidense que la opera- y su futuro a nivel regional, AméricaEconomía conversó con Eduardo Lombana, CEO de Wingo. La empresa es consciente de su rol inédito como única en el mercado low cost, por lo que ha decidido actuar rápidamente. “Hemos inaugurado entre el 22 y el 23 (de julio), 12 rutas de las 36 que ya estamos operando. Hoy, la tercera parte de nuestra operación que realizamos en 21 ciudades de América Latina, la tenemos 50% enfocada en la red internacional y la otra mitad en la red doméstica”, dice Lombana. El presidente de la compañía describe así al plan que convertiría a Wingo en un “actor cada vez más relevante en el mercado aéreo colombiano e internacional”.
EL MODELO QUE OPERA WINGO
Aun así, la inyección masiva de fondos tampoco es un garante absoluto del éxito. De acuerdo con Lombana, la aplicación del low cost como modelo de negocio de aerolínea es la verdadera clave. “Por más de 45 años, he observado que el nivel de resistencia que tiene el modelo a las distintas dificultades que se presentan en el sector aéreo es notable”, sostiene el gerente.
Pese a ello, Lombana reconoce que el modelo no es infalible: los ceses operacionales de Viva Air y Ultra Air así lo demuestran. Y es que la resistencia del modelo low cost yace en su potencial para organizarse en un esquema eficiente. “Su éxito no necesariamente obedece a que el modelo sea viable o no, simplemente a que la ejecución, la forma cómo se diseña la red de rutas, la manera como se ejecutan las nuevas aeronaves y cómo se atiende la demanda sean las correctas”, dice Lombana.
Según su visión, el CEO de Wingo opina que si las aerolíneas requieren un amplio capital financiero y humano, con márgenes de rentabilidad usualmente bajos, es importante cuidar el control de procesos comerciales. “Es la línea que seguimos en Wingo y no es un tema de modelo: más bien, forma parte de la correcta ejecución que exige cualquier aerolínea en el mundo”, afirma.
En ese sentido, la compañía ha expresado en más de una ocasión que no están dispuestos a adquirir una nueva flota de aeronaves antes de alcanzar un estado de “solidez financiera”. Al respecto, Lombana expresó que Wingo mide sus resultados financieros de manera periódica y siempre buscan asegurar que su red de rutas sea rentable ante todo. “No buscamos metas de participación de mercado específicas, sino que nuestra manera de servir al viajero sea la correcta”, señala.
En la misma línea, Lombana se mantiene reservado en torno a las declaraciones recientes de Adrian Neuhauser, CEO de Avianca, a El Colombiano sobre la posibilidad de presentar vuelos económicos que compiten por la cuota de mercado que disputa Wingo, así como al posible ingreso de rivales extranjeros como JetSmart.
“Independientemente del estilo de servicio que busquen diseñar para los clientes, seguramente, cualquier competidor que llegue al país va a representar una diferencia tarifaria con nosotros”, sostiene Lombana. Al mismo tiempo, el gerente considera que Wingo se mantendrá como un actor fuerte, capaz de mantener “la flexibilidad para asegurar que somos los más competitivos del mercado”.
PRÓXIMO DESTINO: VENEZUELA
En las últimas semanas, Wingo recibió el permiso del gobierno colombiano para abrir la ruta Bogotá-Caracas, la número 36 de la red, con boletos a partir de US$ 199. “Nosotros éramos los únicos operadores colombianos que servíamos entre las dos ciudades y vamos a retomar esas operaciones el próximo martes 25 de julio”, especificó Lombana. Con esta decisión, Wingo se convierte en la segunda aerolínea colombiana que ofrece nuevamente vuelos a Venezuela.
El paso siguiente es definir tres días para vuelos: martes, jueves y sábados, con alrededor de unas 4.500 sillas al mes entre las dos ciudades. El CEO de la aerolínea se mantiene optimista, al punto que considera que Wingo dispondrá de un recibimiento similar al anterior a la pandemia, mientras que el nivel de actividad de la aerolínea en Colombia y Venezuela vaya aumentando gradualmente en los siguientes meses.
“Esperamos con las tres frecuencias ofrecer alrededor de 54.000 sillas por año. Estamos reuniendo alrededor de 45.000 pasajeros y eso nos debe permitir seguir creciendo entre Bogotá y Caracas, pero también ampliar nuestras redes para servir ciudades venezolanas como Valencia y Maracay”, expresa Lombana.
La ambición de Wingo aspira a conectar estas urbes provinciales con sus pares colombianas, Medellín y Barranquilla. Por otro lado, la proyección de pasajeros también se ha incrementado: los tres millones de viajeros esperados para 2023 es una cifra mayor a las registradas antes de la pandemia, según Lombana. Un mayor número de aviones también contribuye a la tendencia al crecimiento. “Solíamos operar cuatro aeronaves más pequeñas, de 142 sillas cada una, y ahora estamos usando nueve aeronaves de 186 sillas cada una. Son aeronaves 737-800NG de nueva generación y eso nos está permitiendo crecer un 200%, es decir triplicar nuestra capacidad de sillas”, explica el presidente de la aerolínea.
El deshielo diplomático entre los gobiernos de Colombia y Venezuela no representa la única vía de crecimiento para los planes de Wingo. “En este momento servimos la ruta Bogotá - Lima y allí, por ahora, estamos aumentando nuestras frecuencias en los próximos días en un 25%. Ese es el nivel de servicio que por ahora vamos a mantener hacia Perú”, cuenta Lombana. De este modo, Wingo no piensa establecer una operación certificada en el país andino; aunque, no descarta invertir en los servicios ya existentes. Más al norte, en el Caribe, Wingo acaba de iniciar la ruta de temporada entre Cali y la isla neerlandesa de Aruba.
Asimismo, Lombana destaca que la aerolínea es la única en cubrir rutas entre Bogotá y La Habana, así como Medellín y la capital cubana. “Próximamente vamos a iniciar la ruta entre el aeropuerto de Panamá Pacífico y la ciudad de David en el oeste de Panamá, con nuestra filial de Wingo en ese país”.
Rodeada por una oportunidad de negocio que vio la extinción de sus competidores más directos, Wingo traza planes a corto plazo como este que buscan expandir con mesura el alcance de su influencia a nivel regional. Finalmente, el tiempo y los viajeros tendrán el veredicto final.
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