La minería, columna vertebral económica de países como Chile y Perú, está experimentando una transformación radical adoptando tecnologías como automatización e IA. Y la firma estadounidense capitaliza este cambio.
La latinoamericana está embarcada en un viaje de actualización digital que firmas como la estadounidense Honeywell está aprovechando.
Considerada la columna vertebral económica de países como Chile y Perú, dos grandes productores de cobre del continente, pero también e Colombia, Ecuador y Panamá, este sector está experimentando una transformación radical, donde la incorporación de tecnologías de punta es lo que asegura, en gran parte, el éxito de una faena.
"La tecnología ha ayudado a las minerías a ser mucho más eficientes de lo que eran antes", señala a AméricaEconomía José Simón, vicepresidente y gerente general para Honeywell Industrial Automation para Latinoamérica.
Esta eficiencia no es un lujo, sino una necesidad apremiante en situaciones como la chilena, donde la ley del mineral ha bajado a casi la mitad en 50 años.
Con todo, el panorama minero del mayor productor mundial del cobre se ve prometedor.
Según el Informe de Tendencias del Mercado del Cobre de Cochilco, las proyecciones del precio del metal rojo siguen en ascenso para 2024 y 2025, mientras que la producción chilena anticipa un crecimiento: su cartera de inversiones mineras alcanza los US$ 65.712 millones para el período 2023-2032.
A mismo tiempo que el sector como un todo se enfrenta a un panorama de oportunidades, le aguardan desafíos sin precedentes.
Por ejemplo, la escasez de mano de obra calificada amenaza con frenar este impulso. El Global Business Report 2024 sobre minería en Chile, lanzado en agosto de este año, estima que se necesitarán 34.000 trabajadores calificados para satisfacer la demanda generada por la transición energética, en un momento en que el interés por las carreras mineras tradicionales está en declive.
Es aquí donde la visión de negocios y automatización de Honeywell cobra relevancia para este sector económico.
"La automatización es la piedra angular de la eficiencia operativa moderna. Nosotros ayudamos a las empresas a reducir tiempos de inactividad, minimizar errores humanos y aumentar la productividad, estableciendo un nuevo estándar en la gestión de procesos industriales", afirma Simón.
El impacto de estas innovaciones se refleja positivamente también en los números de la compañía. Honeywell reportó un crecimiento en las ventas del 5% en el segundo trimestre de 2024, con un aumento del 4% en las ventas orgánicas. La compañía desplegó US$ 6.400 millones en adquisiciones, dividendos, recompra de acciones y gastos de capital, incluyendo la adquisición de la firma de automatización Access Solutions en junio de este año, por casi US$ 5.000 millones.
"Honeywell entregó un fuerte segundo trimestre, una vez más cumpliendo o superando las expectativas en todas las métricas mientras maniobraba a través de un entorno operativo dinámico", declaró Vimal Kapur, presidente y director ejecutivo de Honeywell por la prensa a fines de julio pasado.
La estrategia de la compañía va más allá de la mera venta de tecnología. La postura de Honeywell es afirmar que está rediseñando el perfil del trabajador minero del siglo XXI. La resistencia inicial al cambio, natural en una industria centenaria, está dando paso a una nueva generación de profesionales que ven en la automatización una aliada, no una amenaza.
"La digitalización y la automatización han elevado el trabajo de los empleados. Los hace más estratégicos. La automatización se encarga del detalle, pero los empleados que tienen la experiencia, yo lo veo como que se levanta la experiencia de una forma más estratégica", explica Simón.
Dicha declaración se materializa en soluciones como el soporte y la operación remota, que permiten gestionar minas desde la comodidad de las oficinas en Santiago, lejos de las inclemencias del desierto de Atacama, en el norte del país.
Esta transformación no está exenta de desafíos. La operación remota, aunque prometedora, aún enfrenta obstáculos técnicos y culturales. La idea de una "mina autónoma" sigue siendo un horizonte lejano, pero es la dirección hacia la que apunta la industria. Honeywell, con su experiencia en sectores como la aviación y la energía, está bien posicionada para liderar esta transición.
Por otra parte, la inteligencia artificial, lejos de ser una moda pasajera, se ha convertido en una herramienta indispensable para predecir fallos en maquinaria crítica, revolucionando los esquemas de mantenimiento y optimizando los tiempos de operación.
De todos modos, la inversión inicial en esta tecnología puede ser prohibitiva para operaciones más pequeñas, y la brecha digital entre las grandes corporaciones y los productores medianos amenaza con crear un mercado de dos velocidades.
Además, la dependencia creciente de sistemas automatizados plantea nuevos riesgos en términos de ciberseguridad y resiliencia operativa.
“Estás hablando de un negocio que ha sido, tiene muchos años y los empleados, naturalmente, tenían mucha experiencia haciendo las cosas a su forma, sin mucha documentación, con poca estandarización, con poca automatización. Entonces vino la inteligencia artificial, los sistemas más modernos de control y eso creó un poco de resistencia al cambio”, reflexiona Simon.
Todas estas experiencias fueron recopiladas en el reciente evento Mining Summit: Digital Technologies Driving the Future, celebrado en Santiago. Ahí Honeywell mostró sus experiencias y casos de éxito ante expertos de la industria minera y representantes del sector público y privado, donde se dialogó sobre las innovaciones que están redefiniendo el futuro de la minería a través de tecnologías digitales y automatización avanzada.
“Los trabajadores primero se adaptaron, se dieron cuenta del hecho de que la automatización mejora su trabajo, pero que no los reemplaza. Y además de eso, mientras se van retirando y vienen nuevos que ya están más acostumbrados a la automatización, a las computadoras y todo, pues naturalmente es más fácil. Pero la resistencia inicial, probablemente es uno de los retos más grandes que hay”, concluye Simon.