El 5 de diciembre, el Gobierno aplicó la suspensión temporal de exportaciones de aceite comestible con el fin de garantizar la seguridad alimentaria y estabilizar su precio en el mercado local.
El presidente de la Cámara Nacional de Industrias de Bolivia (CNI), Pablo Camacho, calificó como “tranquilizadora” la decisión del Ejecutivo de levantar la suspensión a las exportaciones de aceite comestible.
Sin embargo, advirtió que la medida dejó un “daño irreversible” en la imagen del país y en la seguridad jurídica del comercio exterior.
El lunes, el ministro de Desarrollo Productivo, Néstor Huanca, anunció el fin del veto tras constatar una mejora en el abastecimiento interno y la reducción del precio del producto.
No obstante, aclaró que la suspensión podría reactivarse si la industria oleaginosa incumple su compromiso de garantizar el suministro al mercado interno en cantidad y precio adecuados.
En declaraciones para La Razón, Camacho criticó el veto como una “medida errónea”, y argumentó que debió priorizarse el diálogo. “Las decisiones no deben afectar al eslabón más débil, que es el industrial formal”.
El presidente de la CNI explicó que la escasez fue generada por el contrabando a la inversa y la participación de intermediarios que desviaron el producto hacia mercados externos.
Si bien aseguró que las pérdidas económicas de la industria pueden ser recuperadas, lamentó el impacto en los mercados internacionales: “Hemos perdido oportunidades por un valor aproximado de US$ 50 millones”.
Camacho sugirió que, en lugar de vetar exportaciones, el Gobierno debió dialogar con productores e intermediarios, además de inspeccionar los canales de distribución. “Lo correcto era analizar el problema de raíz y no optar por la salida más fácil”, concluyó.
El 5 de diciembre, el Ejecutivo boliviano aplicó la suspensión temporal de exportaciones de aceite comestible con el fin de garantizar la seguridad alimentaria y estabilizar su precio en el mercado local.