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La crisis de Pemex: accidentes, deudas millonarias, proyectos inconclusos y una transición energética pendiente en el último año de AMLO
Miércoles, Octubre 18, 2023 - 17:45
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La petrolera estatal de México ha invertido en nuevas refinerías como Dos Bocas y Deer Park, aunque sin cumplir con la eterna promesa de autosuficiencia energética. Mientras tanto, a puertas del año electoral, la empresa apuesta ciegamente por los hidrocarburos en una región donde las energías renovables han ganado terreno.

Una oportunidad perdida. Esa es la sensación que deja la administración saliente de Andrés Manuel López Obrador frente a Pemex, la petrolera estatal de México. Cuando asumió la presidencia en diciembre de 2018, AMLO sorprendió a propios y extraños tras designar al ingeniero agrónomo Octavio Romero como director general de la compañía. “Ni una sola desincorporación más, ni una sola monetización, ni una sola privatización más de nuestras instalaciones petroleras”, declaró Romero al asumir el cargo. 

Al discurso estatista del director le acompañó el optimismo del presidente López Obrador. En su momento, prometió que Pemex produciría 2 millones 400.000 barriles de petróleo diarios al cierre de su gobierno. Hoy en octubre de 2023, la compañía produce apenas 1 millón 596.000 barriles por día. Se trata de una cifra que es incluso menor al millón 813.000 barriles diarios registrados al cierre del sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018).

Como es predecible, la merma en la producción de Pemex también ha afectado el pago de impuesto de la compañía al Servicio de Administración Tributaria de México (SAT). Entre enero y diciembre de 2022, el aporte de Pemex fue de 92.186 millones de pesos (US$ 5.132 millones). Esta suma implicó una reducción anual del 73,4% en términos reales, según el Informe Tributario y Gestión correspondiente al último trimestre del año pasado. En otras palabras, Pemex desembolsó 229.526 millones de pesos (US$ 12.779 millones) menos en impuestos si se compara la cifra con lo registrado en el mismo periodo de 2022.

Por otro lado, la propia capacidad productora de la petrolera tampoco ha sido ajena a las ilusiones fallidas del gobierno saliente. Llamó la atención que en diciembre de 2021, tanto AMLO como su secretaria de Energía, Rocío Nahle, prometieron que las seis refinerías de Pemex iban a operar al 80% de su capacidad instalada para el final del sexenio. Sin embargo, los números actuales son desalentadores: la capacidad conjunta de refinación de las seis plantas únicamente alcanza los 1,6 millones de barriles diarios, esto es el 48,5% de la capacidad instalada. Una de las principales razones del incumplimiento de esta meta es el atraso en la construcción de la nueva refinería de Dos Bocas, ubicada en el departamento sureño de Tabasco. 

DOS BOCAS: LA PROMESA FALLIDA 

Cuando era candidato presidencial en 2018, López Obrador incluyó a Dos Bocas como parte de una ambiciosa campaña de construcción de refinerías para evitar la venta de crudo mexicano al extranjero y así, potenciar el consumo interno. No obstante, nuevamente las ofertas populistas se impusieron a la realidad: el petróleo de Dos Bocas merecía un tratamiento especial. 

“La refinería de Dos Bocas suele trabajar con un crudo de 22 grados API. Esto genera un proceso complejo, porque el petróleo que se introduce es pesado por su alto contenido en azufre. Significa que se necesita una mayor cantidad de procesos y energía para poder transformar el petróleo en combustibles”, expresó Ramsés Pech, analista energético y docente asociado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para AméricaEconomía. 

Estos costos mayores de producción alejan a Dos Bocas de ser la solución aclamada para la autosuficiencia energética de México. Según Pech, en el país azteca se consumen en promedio 800.000 barriles diarios de petróleo, mientras que Dos Bocas produce unos 170.000 diarios cuando está a su máxima capacidad. “Y si hablamos del diésel, en México se consumen unos 400.000 barriles diarios y se producirían unos 120.000 en Dos Bocas. Eso quiere decir que cubriríamos solo un 30% de este combustible, una cifra muy lejana para la autosuficiencia”, sostiene. 

Otra joya de la corona que ha fracasado en cumplir las expectativas productivas es Deer Park. Esta refinería ubicada en Texas (Estados Unidos) fue adquirida por Pemex, luego que la multinacional Shell vendiera su participación en mayo de 2021. La adquisición se concretó al 100% en enero de 2022 y desde entonces, el panorama no ha sido el mejor. Por ejemplo, en septiembre de 2023, el Quinto Informe anual del gobierno de López Obrador reveló que Deer Park había enviado menos del 10% de su producción a México: para junio de 2023, la refinería había producido 164 millones de barriles petrolíferos y en contraste, solo 14,5 millones habían llegado a México. 

El informe gubernamental reconoció el carácter negativo de estas cifras y se comprometió a desarrollar “nuevas vías logísticas que permitan incrementar la capacidad de abasto de la demanda nacional de productos y oportunidades de crecimiento”. Aunque ya en junio de 2023, Ulises Hernández, director general de Pemex Comercio Internacional, había expresado en un foro del Senado mexicano que Deer Park necesitaba de vías de transporte alternativas a la marítima para que su producción tuviera mayor impacto en el mercado nacional. 

Por otro lado, si bien la compra de la refinería fue aplaudida por el gobierno mexicano como un paso más hacia la autosuficiencia, no toma en cuenta un detalle: el auge de las energías renovables en detrimento de los combustibles fósiles. Bajo esta premisa, todo apunta a que Shell decidió vender Deer Park para sumarse a la tendencia de producir energías alternativas como la eólica o la solar. Y es que adicionalmente a Deer Park, en abril de 2022 Shell vendió a Vertex Energy otra refinería en Alabama (también en Estados Unidos) por US$ 75 millones. 

Sin embargo, por el momento, Ramsés Pech destaca que en un país como Estados Unidos, donde se consumen diariamente 9 millones de barriles de gasolina y 4 millones de diésel, resulta evidente averiguar cuál será el principal mercado beneficiado de Deer Park a corto plazo. “Creo que esta refinería empezará a dar frutos después de 2035, cuando Estados Unidos ya no tenga tanta dependencia a los combustibles por las políticas energéticas que mantiene actualmente”, aclara Pech. 

EL RETO DE LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA

En cuanto a la transición energética en México, el analista cree que no se dará a corto plazo por cuestiones presupuestales. Bajo esta premisa, México recién dejaría de operar la refinería de Deer Park para 2060 y la de Olmeca, para 2070. “Además, actualmente, el poder adquisitivo juega un papel importante. Los ingresos del mexicano promedio no pasan de 10.000 pesos mensuales (US$ 552) y un auto eléctrico cuesta hoy en día más de 800.000 pesos aproximadamente (US$ 44.200)”, sostuvo Pech.

Por su parte, Héctor Villarreal, economista y profesor investigador del Instituto Tecnológico de Monterrey, opina que para introducir las energías renovables en la agenda mexicana es necesario un proceso de transición a través de la explotación del gas natural. “Aunque no todo el mundo está de acuerdo con esta alternativa. Porque mientras hay expertos en tecnología y energía que piensan que deberíamos pasar por el gas natural, otros dicen que debemos saltarnos ese paso. Entonces, yo creo que la respuesta no es obvia”, dice. 

Desde su óptica, el economista sostiene que abrir un debate en torno a la transición energética le daría un respiro a la discusión política en torno a Pemex. Bajo esa premisa, Villarreal cree que debería dejarse a un lado la visión de que Pemex desaparecería en 20 años, debido a la retirada de los hidrocarburos. “Creo que generaría incentivos muy perversos y difícilmente la empresa querría cambiarse. Se volvería más un problema político si no le das una especie de salida digna”, aclara. 

No obstante, en el futuro próximo, el problema principal que aqueja a Pemex es la inmensa deuda que aqueja a la empresa. En septiembre pasado, la agencia Fitch Ratings estimó que en promedio el Estado mexicano deberá gastar unos US$ 20.000 millones mayores a los ingresos de Pemex para mantener a flote a la empresa entre 2026 y 2027. Villarreal propone que si bien, el Estado mexicano podría aprovechar su relativa liquidez para asumir la deuda de Pemex como propia, esta operación no debería iniciar un círculo vicioso. 

“El problema aquí es que si tú emprendes un rescate financiero y no impones una serie de metas muy rígidas, pues lo único que pasará es que vas a terminar con la deuda de Pemex. Pero además, la empresa seguirá perdiendo dinero y luego va a querer endeudarse para cubrir esto”, advierte el economista. De esta forma, como Pemex perdería sus pasivos propios, conseguiría dinero prestado de manera muy fácil y allí no habría incentivos para administrar la petrolera de manera austera.

LA DISCIPLINA DEL GASTO COMO SALIDA

¿Qué debería hacer el gobierno que suceda a AMLO para afrontar la crisis de Pemex? En pocas palabras, disciplinar el gasto antes que privatizar. Villareal opina que el Estado debería exigir a Pemex que si la empresa dispone de cuatro o cinco divisiones, no debería de exceder una cierta cantidad de gasto. De lo contrario, podrían imponerse “amenazas creíbles” como despidos selectivos que sirvan como estrategias disuasorias para acumular más deudas. 

En otra línea, los accidentes en las plataformas petrolíferas también se presentan como otro reto a afrontar. Uno de los más sonados este año fue el de la plataforma Balam 2, sucedido en junio, en el Golfo de México. “Si bien se ha invertido en proyectos importantes como Dos Bocas, debido a su crisis financiera, Pemex no ha renovado equipos y ha dejado de pagar a varios proveedores que daban servicio de mantenimiento”, explica Villarreal. Ante este problema, el economista opina que la organización constante de auditorías técnicas debería ser un factor ineludible para la compañía. 

De esta manera, México ingresa al último año del sexenio de López Obrador con una petrolera endeudada que acumula accidentes, metas incumplidas y rechazo en la opinión pública. En el país azteca, donde sus presidentes no pueden reelegirse, los gobiernos quedan inevitablemente marcados por las creencias y complejos de los líderes de turno. Por ello, Villarreal considera que la crisis de Pemex se origina en buena parte por la visión de AMLO en torno a las finanzas del Estado. 

“El gobierno dejó de administrar a Pemex con lógica económica y se le consideró un símbolo patriota que no debía alterarse. Mucho tiene que ver con el carácter del presidente. López Obrador es un hombre de los 70. Tú ves, por ejemplo, que apoya la depreciación de la moneda, el endeudamiento y la apuesta por el petróleo como motor de desarrollo económico”, aclara el economista. 

Sin embargo, el optimismo de la retórica se agota cuando se recuerda que en 1982, la crisis macroeconómica que azotó a México se debió al endeudamiento masivo causado por la confianza ciega en los precios altos del petróleo. ¿La historia será cíclica para México? El próximo gobierno responderá esta incógnita. 

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Sergio Herrera Deza