En medio de una creciente inflación, constantes nuevos impuestos y un dólar de ascenso imparable, ¿cuánto más pueden las empresas argentinas dejar de lado el desarrollo de su negocio para adaptarse a reglas del juego en constante alteración? Tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales, que dejó como saldo un balotaje entre Sergio Massa y Javier Milei, la montaña rusa apunta a prolongarse.
“El escenario va a ser, por un tiempo importante, de absoluta incertidumbre y de decisiones, no de corto, sino que de cortísimo plazo”. Así describe, en pocas palabras, el economista Carlos Ponce el panorama que enfrentan los empresarios argentinos, tanto grandes como pequeños.
Y es que frente a una inflación galopante de 124% —que podría llegar a 180%—, un alto déficit fiscal, un ratio de pobreza de 40% y una sensación de inseguridad frente al futuro, algunos empresarios argentinos pidieron a mediados de octubre, a través de la prensa internacional, una reducción del gasto y una menor emisión monetaria para estabilizar la economía. El llamado gremial coincidió con los últimos días de la campaña presidencial, previos al proceso electoral llevado a cabo el 22 de octubre. Después de los resultaron que arrojaron un balotaje en segunda vuelta entre el actual ministro de Economía, Sergio Massa, y el ultraliberal Javier Milei, el foco seguirá puesto en que el gobierno del futuro presidente pueda atacar definitivamente la inflación desbocada y encarrilar una economía estancada, con una contracción de su PBI de 2,3%, de acuerdo con cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI).
A ello se suma un Banco Central (BCRA) con reservas netas de saldo negativo en torno a los US$ 10.000 millones, luego de una histórica sequía que este año restó US$ 20.000 millones de exportaciones agropecuarias. “Las empresas en Argentina dedican gran parte del tiempo a entender y adecuar sus organizaciones a los constantes cambios de las regulaciones y reglas de juego propio de una economía en crisis terminal. Esa energía puesta en adaptarse, muchas veces atenta contra su propio desarrollo”, dice a AméricaEconomía Facundo Sonati, periodista de negocios y asesor de empresas familiares.
Esta apreciación es compartida por todos los especialistas consultados para este artículo. “[Argentina] es una economía que no funciona”, reconoce Marina Dal Poggetto, directora del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Austral y profesora del IAE (Instituto de Altos Estudios Empresariales).
Su visión es que los gobiernos de los últimos 40 años terminaron por romper el entramado económico de la nación, desde las monedas, el crédito, el sistema de precios, el sistema previsional, de salud y el sistema tributario.
CRISIS PERMANENTE
Un informe difundido en junio de la Fundación Mediterránea —un think tank de derecha— y la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA) explicó que desde el inicio del gobierno del presidente Alberto Fernández, en 2020, se acumula un cierre de 12.000 empresas mipymes. Esto representa la eliminación del mercado de 80 empresas a la semana.
Economistas como Marcelo Elizondo, en idéntico período, cifran en más de 30 las grandes empresas que han dejado Argentina por Uruguay, debido a mayores condiciones de libertad. El ejemplo perfecto son Globant y Mercado Libre, dos de los más reconocidos unicornios nacidos en Argentina.
El periodista y empresario Gabriel Conte, creador de Memo, un diario de economía y política, resume así el entorno al que se enfrentan las empresas argentinas: “No hay estabilidad, no hay reglas del juego claras. Todos los días el gobierno tiene una serie de medidas nuevas que te controlan el valor de la moneda y disposiciones en torno a los trabajadores de las empresas”. Esta tremenda incertidumbre ha hecho agudizar el ingenio a los dueños de empresas. “Compran bonos en la plaza argentina. Bonos nominados en dólares los compran en pesos y los venden en dólares en la plaza de Nueva York. Y así se hacen de dólares para poder pagar servicios de deuda o importaciones” revela el economista Carlos Ponce.
Es en este contexto en el cual hoy operan las empresas argentinas. Y la verdad es que en los últimos años a algunas no les ha ido del todo mal, según la profesora Dal Poggetto. “Sobre todo, a aquellas que tienen capacidad para manejar sus precios. Aquellas que tienen controles de precios, tienen más problemas. Pero has tenido un boom de inversión en Vaca Muerta, de inversión en minería, has tenido inversión en el sector agropecuario”, advierte.
EL DESAFÍO DEL NUEVO GOBIERNO
De los dos candidatos con mayores posibilidades de llegar a la presidencia argentina, el que se llevó toda la atención mediática desde las elecciones primarias fue Javier Milei y su lucha contra lo que él denomina ‘la Casta’. Una lucha enmarcada en la promesa de terminar con gastos innecesarios a nivel de gobierno y alcanzar la dolarización de la economía, como forma de domar la inflación.
Pero son miles las voces de economistas y académicos que no ven como plausible ni realista esa posibilidad. “Para hacer eso, deberías tener los dólares [suficientes] para convertir la base monetaria y los pasivos del Banco Central, que son tres veces la base monetaria: unos US$ 30.000 millones. Y, eso, obviando la discusión de si es bueno o malo dolarizar”, explica Ponce.
Para el mundo empresarial, la opción de Milei tampoco resulta muy atractiva, porque está llena de incertidumbre. “Va a llegar sin tener ningún gobernador, ningún municipio. En este momento [su partido] tiene solo tres diputados y no tiene ningún senador. No va a tener ni siquiera un tercio de su gente en el Parlamento”, recuerda el académico de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), Pablo Lacoste, a días de que se lleve a cabo la primera vuelta del proceso electoral.
Donde sí existe consenso es en que la primera etapa del gobierno electo, independientemente de quién sea el mandatario, será muy compleja. “Tasas de interés muy alta, devaluación y aumento de precios en una proporción que no sabemos”, augura Ponce.
Dicha devaluación, sin embargo, podría ser una bala de salvación para los empresarios que exportan. “Es indefectible una devaluación que los va a favorecer, claramente. Van a tener un margen de maniobra mucho mayor del sector de no transables, de los servicios, de los que están marcados por el mercado interno, que en términos relativos van a perder” reflexiona Ponce.
Lucas Romero, director asociado de la firma de análisis Synopsis Consultores, considera que el poco peso político de Milei lo obligaría a negociar su programa. Hecho que necesariamente limitaría la velocidad y profundidad de los radicales cambios que propone. “Estamos por elegir al presidente más débil desde 1983”, anticipó Romero en un reciente evento de la Asociación de Logística Argentina.
Para Gabriel Conte, quien gane las elecciones va a encontrarse con un país sin recursos. Y las promesas de campaña, en ese sentido, han sido tremendamente irresponsables. Ello pese a que, al mismo tiempo, la ciudadanía desee soñar con un posible futuro mejor. “La gente dice ‘basta de realidad, denme utopía’. Y, antes, las utopías las daba la izquierda. Ahora, ese contrapeso se ha ido al lado absolutamente contrario, con Milei. Así que, realmente, el panorama en Argentina es muy raro”, finaliza Conte.