El secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, explicó que la construcción del NAIM sobre el Lago de Texcoco era incompatible con el restablecimiento del equilibrio hídrico de la cuenca.
La obra del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) “tan caprichoso’’ se canceló porque era un “pozo sin fondo’’, un “verdadero desastre’’, un “elefante blanco’’ y habría propiciado “una deuda enorme’’ al país una terminal aérea que “nunca iba a funcionar’’, afirmó Javier Jiménez Espriú.
“Además tenía un grado de riesgo enorme porque en el segundo que se iniciara había que apagar el otro (el actual aeropuerto internacional)… Esa interacción entre dos aeropuertos, que es complicadísima, ha provocado en Berlín la cancelación del nuevo aeropuerto de Berlín íntegramente terminado; se canceló por decisión pública, a través de una consulta ciudadana, por el problema de interconexión’’.
Al comparecer ante la comisión del ramo de la Cámara de Senadores, el secretario de Comunicaciones y Transportes explicó que tras la cancelación se logró acordar con los tenedores de bonos por US$6.000 millones solicitados para financiar parte del proyecto, recomprar US$1.800 millones.
De ahí que la deuda quedó en US$4.200 millones, a pagar en 20 años, capital e intereses.
Narró que el edificio terminal de la obra cancelada sería construido por un consorcio conformado por Ica, Grupo Carso y Olegario Vázquez Raña, entre otros de los grandes contratistas mexicanos, cuyo contrato se firmó el 13 de febrero de 2017 para su conclusión el 20 de octubre de 2020, pero que al 25 de octubre de 2018 no se había entregado el proyecto ejecutivo.
“Es decir, en un proyecto que se inicia en 2014 y un contrato por 84.000 millones de pesos no se había entregado la información necesaria 20 meses después de firmado’’.
Hasta donde se sabe, dijo, la obra habría costado US$16.500 millones, y no se tiene precisión de cuánto costaría su mantenimiento por las condiciones del suelo.
Para la cancelación de la obra, aseguró, “no se tomó de ninguna manera en consideración, aún, ningún hecho probable de corrupción o de mal uso de recursos’’, sino se decidió “en función de las condiciones de carácter técnico que encontramos en donde las soluciones a los problemas eran carísimas, independientemente del costo de cancelar automáticamente dos instalaciones…’’
Jiménez Espriú explicó que la construcción del NAIM sobre el Lago de Texcoco era incompatible con el restablecimiento del equilibrio hídrico de la cuenca.
Además de que generaría un crecimiento urbano acelerado de la zona oriente de la Ciudad de México que sufre el desabasto de agua y la sobreexplotación de acuíferos.
“No se tenía certeza y claridad sobre la fuente de agua potable para abastecer al aeropuerto… la aerotrópolis que se había previsto y el crecimiento urbano asociado nunca se tomaron en cuenta para el tema del agua. Esto era particularmente grave porque la construcción de la obra fue autorizada sin la existencia de un ordenamiento ecológico territorial’’.