Cuando pocos hablaban de conservación o economía circular en Chile, la municipalidad de La Pintana fue pionera en implementar un sistema de separación y reutilización de residuos para miles de vecinos, un proceso que sigue siendo de vanguardia en un país con bajísimas tasas de reciclaje.
Santiago. Marina Ortiz escucha el camión y sale rápido a la calle con los desechos vegetales que guardó en su cocina. Tiene prisa, pero siempre contribuye al reciclaje que funciona hace casi 15 años en su municipio, uno de los más pobres y violentos de Chile.
Cuando pocos hablaban de conservación o economía circular en el país que este año acogerá la conferencia global sobre cambio climático, la municipalidad de La Pintana fue pionera en implementar un sistema de separación y reutilización de residuos para miles de vecinos, un proceso que sigue siendo de vanguardia en un país con bajísimas tasas de reciclaje.
"Hay que juntar las cáscaras de tomate, las papas, todas las verduras. Los de la municipalidad nos enseñaron y yo llevo años haciéndolo. Por lo que me cuentan, todo eso después lo convierten en tierra", dice Ortiz, de 58 años, parada junto al grueso portón de su casa en el corazón de La Pintana.
En estos barrios de calles estrechas, con el pavimento en mal estado, decenas de perros callejeros, iluminación deficiente y rejas en cada vivienda por la inseguridad, las amas de casa como Ortiz son un pilar fundamental del proceso de reciclaje al separar cada día la basura en sus cocinas.
"Papeles y cartones se los regalamos a unos hombres que pasan recolectando y las verduras (las damos) al camión de los vegetales", añade sobre otra característica de este programa: la colaboración con pequeños recolectores que, con sus carretones, recorren basureros y calles en busca de desechos para vender.
La municipalidad de La Pintana, con cerca de la mitad de su población sumida en la pobreza, recolecta cada semana 140 toneladas de desechos vegetales desde hogares, ferias callejeras y áreas verdes que son podadas, aunque la mayor parte es de las viviendas. El proceso no tiene sólo un enfoque medioambiental, sino también económico al reducir la basura que envían a rellenos sanitarios que cobran por recibirla.
"Partimos en 2005 buscando una alternativa que nos permitiera generar ahorros", dice a Reuters Felipe Marchant, jefe de la Dirección de Gestión Medioambiental (DIGA) de La Pintana, que explica que la gestión de residuos "es la mayor carga financiera de las municipalidades".
"Y creamos una alternativa de separación en el origen de residuos vegetales. ¿Por qué vegetales? Porque representaban más del 50% del total de residuos que se generan dentro de una casa y porque es sencillo de entender", agregó.
Tras su recorrido por los barrios, el camión llega al amplio recinto municipal de la DIGA donde los desechos son depositados en la planta de compostaje y lombricultura, montones de tierra oscura y con olor a humedad en los que se asoman, largas y rosadas, las lombrices que hacen gran parte del trabajo.
De aquí salen abonos para el vivero municipal que funciona en el mismo espacio, donde crecen árboles para las áreas verdes del municipio. En ese vivero también se investiga qué especies se adaptan mejor al cambio climático y a la escasez de agua.
En el recinto de tres hectáreas de la DIGA hay tierra y basura por un lado, así como plantas, flores y mudas de árboles por otro.
"Eso en síntesis es el concepto fundamental y básico de lo que hoy en día se denomina economía circular", dice Marchant, Ingeniero Ambiental y líder del programa desde sus inicios.
Pobre y lejano. La Pintana, en el sur de Santiago, exhibe algunos de los peores índices socioeconómicos de Chile. Escasean los centros médicos, casi no hay empresas ni grandes fuentes de trabajo y los vecinos pierden horas en el transporte público. Y las noticias que vienen de ahí casi siempre tienen que ver con narcotráfico, delincuencia y violencia.
La pobreza multidimensional, que tiene en cuenta carencias en múltiples frentes, alcanza a un 42% de su población de 177.000 habitantes, muy por encima del 17% nacional. La Pintana es uno de varios municipios periféricos que durante la dictadura militar (1973-1990) recibieron a familias pobres desplazadas desde otros lugares más ricos de Santiago.
"A la gente de La Pintana el Estado la ha tratado de forma violenta. Sin servicios, sin facilidad para la salud ni tampoco la educación. Hay niños en la calle, delitos, mucha inequidad, calles estrechas", dice a Reuters la alcaldesa, Claudia Pizarro.
El presupuesto anual de La Pintana es de 26.000 millones de pesos (unos US$37 millones), que provienen sobre todo de un fondo al que contribuyen todos los municipios chilenos. Comunas más ricas de Santiago recaudan hasta diez veces más por ingresos propios como patentes o servicios, dice la edil.
"Pero ésta es una de las cosas buenas que existen en la comuna, que es pionera en este tema. Hemos hecho esfuerzos para ser reconocidos como una comuna que cuida el medio ambiente", añade.
Rumbo a la COP 25. Santiago, con más de 6 millones de habitantes, muchas industrias y rodeada por las imponentes montañas de Los Andes, está siempre bajo una gruesa capa de smog. Junto a otras ciudades en el sur de Chile son las que tienen peor calidad del aire en Sudamérica, según recientes estudios.
De las naciones de América Latina que hablan español o portugués, Chile es el segundo país detrás de México que genera más basura con 1,15 kilos per cápita/día, pero recicla o composta menos del 1%, según datos del Banco Mundial.
El país sudamericano está impulsando una serie de iniciativas medioambientales mientras se prepara para acoger la cumbre sobre el cambio climático COP25 en diciembre, como reducir el consumo de plásticos de un solo uso, tratar de recortar sus emisiones o aumentar la tasa de reciclaje.
"Como la mayoría de los países en vías de desarrollo estamos bastante atrasados. Las iniciativas existentes son muy aisladas, por lo que la enorme mayoría de nuestros residuos llegan al medioambiente a vertederos y rellenos sanitarios", dice Mauricio Ceballos, a cargo de la campaña sobre plásticos de Greenpeace.
El Ministerio de Medio Ambiente acaba de fijar metas de reciclaje de papeles, plásticos y vidrios como parte de la implementación paulatina de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, de 2016, para obligar a la recolección y reutilización de productos.
Ya se establecieron objetivos para los neumáticos y hasta 2021 irán sumándose otros como aceites lubricantes, baterías y artículos electrónicos.
"El tema del reciclaje y cuidado del medio ambiente está cambiando, no solo por las leyes sino porque en la sociedad tenemos una visión distinta, de hacernos cargo de los residuos y de que vuelvan al sistema productivo", dice a Reuters Patrick Lyon, socio de una planta de reciclaje de electrónicos que se prepara para doblar su capacidad por la ley REP.
Pero no existen hasta ahora planes más amplios ni globales sobre recolección de desechos vegetales. Y si bien el Ministerio de Medio Ambiente destaca a otros municipios -algunos muchos más ricos- por sus esfuerzos en varias iniciativas, no existe un programa que tenga la magnitud del de La Pintana.
El municipio de Peñalolén, por ejemplo, en la precordillera de Santiago, también es uno de los más avanzados en iniciativas medioambientales. Sin embargo, hasta ahora sólo recolecta para reciclaje entre 12 y 16 toneladas de desechos vegetales por mes.
Y en general los proyectos de otros municipios han empezado a implementarse solo recientemente.
"No hay nadie que lo haya hecho con el nivel de penetración y perfección que lo hizo La Pintana", afirma Gonzalo Muñoz, el 'champion' medioambiental para la COP25 de Chile, representante del mundo privado en esa cita planetaria. "Es sorprendente que otros municipios no lo hayan copiado hasta ahora".
Para Carol Valdebenito, ingeniera en Recursos Naturales que trabaja hace siete años como educadora ambiental en la comuna, éste es un trabajo de largo plazo en el que se mezclan varios temas, más allá de basura, huertos o compostaje.
"Los vecinos no sólo nos hablan de cosas ambientales, sino también de asuntos sociales, de sus problemas e inquietudes", dice a Reuters mientras recorre las calles de La Pintana junto al camión verde.