Las ambiciones de AMLO incluyen la construcción de una nueva refinería de US$8.000 millones, la modernización de las seis existentes en manos de Pemex y revertir el descenso constante de la producción de crudo.
Ciudad de México.- El presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo en diciembre con la promesa de revitalizar a la estatal Pemex y poner freno a la inversión extranjera en el sector energético para dar a los mexicanos una mayor parte de esa riqueza.
Las ambiciones del izquierdista incluyen la construcción de una nueva refinería de US$8.000 millones, la modernización de las seis existentes en manos de Pemex y revertir el descenso constante de la producción de crudo.
El problema es que estos planes de corte nacionalista tan caros para la compañía petrolera más endeudada del mundo han alarmado a agencias de calificación crediticia, que amenazan con rebajar los bonos de Pemex a la categoría de "basura".
Una rebaja en la nota podría parar la ambiciosa agenda energética del presidente junto con sus planes de usar los nuevos ingresos del petróleo para financiar programas sociales. También podría poner en peligro la nota soberana de México.
Con una deuda financiera de US$106.500 millones, Pemex vería probablemente que el costo de los préstamos se dispara mientras muchos inversionistas se deshacen de sus bonos.
Después de que la petrolera estatal brasileña Petrobras tuviera US$41.000 millones de sus bonos clasificados como basura en 2015, sus costos de financiamiento aumentaron de US$1.600 millones a US$8.800 millones en un año.
Las opciones de México son limitadas.
Evitar la rebaja en la nota requeriría bajar la carga fiscal de Pemex, formar más asociaciones con otras empresas para desarrollar yacimientos y cancelar la nueva refinería, según dijeron inversionistas de una docena de los fondos más grandes del mundo, exejecutivos de Pemex y funcionarios de Hacienda.
El Gobierno anunció el lunes medidas para aligerar la carga fiscal de Pemex, incluyendo un recorte gradual de impuestos; el refinanciamiento de 2,500 millones de dólares de deuda y la firma de una "carta compromiso" para la renovación de dos líneas de crédito por hasta 5,500 millones de dólares.
Pero el anuncio no convenció a los escépticos.
"Todavía hay grandes interrogantes sobre la viabilidad a largo plazo del plan de negocios de Pemex", dijo Aaron Gifford, un analista de mercados emergentes del administrador de activos T. Rowe Price Associates, uno de los principales tenedores de bonos de Pemex.
La elección de López Obrador frenó la apertura en marcha del mercado energético mexicano, que por primera vez había dado a las petroleras extranjeras y privadas el derecho de desarrollar campos por su cuenta y en empresas conjuntas con Pemex.
Hace días, el presidente anunció que Pemex construiría la nueva refinería -planeada en su estado natal, Tabasco- porque los licitantes invitados para participar en el proyecto excedieron el presupuesto de US$8.000 millones y el plazo límite de tres años para concluir la obra.
La agencia calificadora Moody's dijo al respecto que probablemente la construcción de la planta tomaría más tiempo y podría costar 50% más de lo planeado.
"Las consecuencias para el perfil crediticio de México dependerán en parte de si se continúa minando la confianza del mercado, diezmando aún más la ya deprimida inversión y afectando las perspectivas económicas de México", dijo Moody's.
Refinerías con problemas. El Gobierno tiene la intención de comenzar a construir la refinería en junio y terminarla en mayo de 2022. López Obrador también quiere rehabilitar las otras refinerías de Pemex, con altos índices de accidentes, que operan a alrededor del 34% de su capacidad y registran fuertes pérdidas desde hace años.
Algunos expertos de la industria dicen que las finanzas de Pemex no soportarán los planes del presidente.
La nueva refinería tendrá que ser cancelada para evitar la rebaja, dijo un exejecutivo de Pemex, quien habló bajo condición de anonimato y haciendo eco de los puntos de vista de otros.
Otro exejecutivo de la estatal dijo a Reuters que la empresa debería estar tratando de recaudar más dinero asociándose "como locos" con compañías petroleras privadas.
Por lo general, López Obrador se ha mostrado escéptico respecto a la inversión privada en energía, aun cuando ha prometido expandir la capacidad de producción y refinación de Pemex. Sostiene que puede ahorrar dinero a la empresa luchando contra la corrupción y el robo de combustible.
Pero algunos miembros del gabinete han reconocido que México podría utilizar la inversión externa para ayudar a reactivar su producción de petróleo.
"No lo puede hacer solamente el Estado", dijo la secretaria de Energía, Rocío Nahle, en una convención que reunió a ejecutivos de petroleras internacionales el 30 de abril.
Y la semana pasada dijo a Reuters que las calificadoras deben ser "responsables y serias" al evaluar a Pemex y dijo que la empresa está cumpliendo con sus obligaciones a pesar de tener que pagar por los errores de lo que calificó como una mala administración anterior.
La deuda financiera de Pemex se incrementó en un 75% bajo el último gobierno y las obligaciones totales de la compañía, incluyendo las pensiones, superan hoy en día sus activos en más de US$70.000 millones. En el primer trimestre del año no emitió más deuda, como había prometido.
Estamos invirtiendo para producir más gasolina y obtener más valor agregado", subrayó.
"Cadena de horrores". Los críticos de los planes de López Obrador, como Juan Carlos Romero Hicks, un líder del opositor Partido Acción Nacional en el Congreso, dicen que debería haberse mantenido en el camino trazado por el expresidente Enrique Peña Nieto y haber continuado abriendo el desarrollo energético al capital privado.
En cambio, ha llevado nuevos riesgos a Pemex, dijo. "Es una cadena de horrores y horrores que provoca un problema de quebranto de finanzas públicas de una industria estratégica que pasa a ser extra trágica", agregó.
Las calificadoras Fitch y Standard & Poor's han revisado este año la nota de Pemex y la han colocado en perspectiva negativa, acercando a la firma a un acantilado financiero.
Fitch ahora califica la deuda externa de largo plazo de Pemex en BBB-, mientras que Moody's la coloca en Baa3 -ambas en un nivel por encima del nivel "basura".
Standard & Poor's dijo en marzo que México enfrentaba una probabilidad de una en tres de una rebaja en la calificación de la deuda soberana en un plazo de 12 meses, identificando a Pemex como un factor de riesgo clave.
Si dos de las tres principales agencias clasifican a Pemex como "basura", los bonistas cuyos criterios de inversión prohíben llevar dichos activos se verían obligados a venderlos.
Un reporte de febrero del banco de inversión JPMorgan estimó que US$16.000 millones de los US$83.000 millones en bonos de Pemex tendrían que ser desechados de darse el caso.
Esto convertiría a la empresa en el mayor "ángel caído" del mundo, la ignominiosa distinción para un prestatario que desciende del grado de inversión al de "basura".
Abrumadora factura fiscal. Un factor clave en la debilidad financiera de Pemex es su fuerte carga tributaria, que promedia más del 80% de sus utilidades antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización.
Las agencias dicen que la posición financiera de la compañía se deteriorará si la carga sigue siendo tan alta.
En febrero, López Obrador anunció una inyección de capital casi US$4.000 millones a Pemex, después de haberle dado US$3.400 millones adicionales en el presupuesto del 2019, elevándolo a US$14.000 millones.
Las medidas anunciadas el lunes para aligerar la carga fiscal de Pemex le darán a la empresa unos 30.000 millones de pesos (US$1.560 millones) hacia finales del año fiscal, de acuerdo a cálculos gubernamentales.
La empresa pagó el equivalente a US$27.000 millones en impuestos el año pasado. Sin embargo, un recorte más profundo en sus impuestos abriría un hueco en los ingresos del gobierno, que provienen en alrededor del 15% de la petrolera.
El gobierno también está evaluando usar parte de un fondo de estabilización de ingresos públicos -creado para amortiguar los efectos de variaciones repentinas en los precios del crudo- para apuntalar las finanzas de Pemex, algo que nunca se ha hecho.
Pero eso sólo daría una solución de corto plazo en ausencia de recortes sustanciales de impuestos, dijo Dorthe Nielsen, un administrador de fondos de deuda de mercados emergentes de GAM Investments, que hasta hace poco poseía bonos de Pemex.
"Esto sólo está retrasando el problema hasta el año que viene", agregó.