Conocido como banco de bancos y bancos de gobiernos, el estadounidense Citigroup ahora busca ser el banco de la economía digital. El encargado de los negocios digitales de Citigroup para las Américas cuenta cómo las nuevas tecnologías y fintechs han influenciado en el giro de la compañía hacia su estrategia de deshacerse de sus operaciones de retail, como su reciente anuncio de la venta de Banamex.
La salida de Citigroup del negocio de banca minorista en México fue tratada con la máxima delicadeza. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador fue informado, los buenos resultados trimestrales permitieron mantener la calma entre los actores del mercado y la compañía logró comunicar que la decisión es parte de su estrategia para dedicarse a la banca corporativa.
De hecho, el banco ya había anunciado en abril de 2020 la simplificación de sus negocios en 13 mercados de Asia y Europa. En América Latina, Citigroup se deshizo de su operación retail en Argentina, Brasil, Colombia, Panamá, Guatemala, Costa Rica, Honduras, Nicaragua y Perú.
Para Driss Temsamani, el encargado de los negocios digitales de Citigroup para las Américas, el giro hacia la banca corporativa es una vuelta a los orígenes del banco, pero ahora potenciado por las nuevas innovaciones tecnológicas para entregar servicios novedosos y más eficientes a sus clientes tradicionales, también impulsado por las nuevas empresas de tecnología que necesitan el apoyo de una banca tradicional para sus negocios.
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“Nos gusta decir que somos el conductor de la orquesta y los instrumentos son nuestros clientes y sus clientes”, dice Temsamani.
-En esta nueva etapa de Citi, ¿quiénes son sus principales clientes?
-Por un lado, están los de la economía tradicional, desde las multinacionales hasta otros bancos e inclusive gobiernos. Aquellos con tiendas, que manejan efectivo, liquidez o tarjetas comerciales o cuentan con comercio exterior. Para ellos ofrecemos la banca electrónica, banca móvil y varias otras herramientas para que sean más eficientes y sus tesorerías sean más automatizadas.
Después está la economía digital. Acá nos referimos a empresas que arman una experiencia digital, como un aplicativo, y lo ofrecen a través de internet. Puede ser un marketplace para comprar en línea, servicios de delivery de comida o mercancía o de gig economy o shared economy, como los de transporte compartido.
Estas empresas en algún momento necesitan hacerle el pago a quien provee el servicio. Entonces, nosotros somos el banco pagador de la mayoría de estas empresas digitales. Al mismo tiempo, somos el banco que habilita a que esta persona que trabaja para la empresa digital pueda ir a alguna tienda a utilizar su dinero a través de su monedero electrónico.
- Respecto a la estrategia de giro hacia la banca corporativa, ¿cuánto ha afectado en esta decisión la llegada y éxito de fintechs, especialmente en América Latina, que han logrado conquistar a aquellos desbancarizados y rezagados por la banca tradicional?
- Dependiendo del país de la región, la bancarización puede llegar hasta el 50% y hay mucha economía informal. Y las fintechs llegan con la propuesta de valor de brindar acceso al sistema financiero y, al mismo tiempo, existen aplicaciones que entregan empleo y digitalizan la economía informal.
Y nosotros, en Citi, tenemos como objetivo bancarizar las próximas mil millones personas, pero queremos hacerlo siendo un banco invisible. Ya que no tenemos una banca retail que nos permite llegar a este ecosistema digital o al consumidor final, que debe ser pagada por sus servicios y necesita pagar cuando consume, las fintechs son claves en nuestra estrategia porque llegan a esta última milla donde los bancos tradicionales no llegan.
Entonces, parte de la estrategia de Citi es trabajar con estas fintechs e integrarnos en las aplicaciones de economía digital. Hoy lo hacemos a través de una gama de un interfaz de programación de aplicaciones (API por sus siglas en inglés). Por otro lado, las empresas que arman estas experiencias digitales son clientes de Citi. Entonces, tenemos ahí la relación simbiótica. Primero, ayudamos a digitalizar la economía, integrándonos a estas fintechs y empresas digitales y, al mismo tiempo, somos el banco de estas empresas.
- Existen otras fintechs que ofrecen estos servicios bancarios y son ágiles. ¿Cuáles son las ventajas competitivas de Citi, un banco enorme con muchos años y tradición?
Somos una combinación perfecta. Hoy, Latinoamérica tiene regulaciones muy fuertes para mantener un sistema financiero estable y estas regulaciones entregan licencias bancarias a instituciones financieras, pero las licencias a las fintechs son limitadas. Por esta razón, las fintechs necesitan un banco tradicional y somos el banco de estas empresas. Por otro lado, también nos beneficia porque las fintechs ayudan a traer flujos personas desbancarizadas al sistema financiero.
En el caso de los bancos de retail, cuyo modelo de negocio está dirigido hacia las personas, sí se enfrentan a una fuerte competencia. Las fintechs están llenando el vacío que dejaron los bancos tradicionales y entregan los mismos servicios a los que no tenían acceso al sistema. Pero este es un espacio en el que Citi no está.
- Como me cuentas, Citi ha visto una oportunidad de bancarizar a las personas y hay una gran oportunidad en Latinoamérica porque más de la mitad no tiene una cuenta bancaria o no están tarjetizados. Citi a lo largo del tiempo ha logrado construir confianza en la región y cuenta con alta capilaridad. Entonces, ¿por qué no ha ido desarrollando tecnologías en la banca retail aprovechando toda esta historia en la región, como lo está haciendo con la banca corporativa?
- Si damos un paso atrás, Citi nació como un banco corporativo, un banco de gobiernos y un banco de los bancos, financiando infraestructuras grandes como el canal de Panamá. Nuestra experiencia en retail fue muy buena, pero estamos viviendo la cuarta revolución industrial, donde se está digitalizando el valor, el mundo está corriendo a una velocidad mucho más rápida y el consumidor final está cambiando su manera de valorizar el servicio financiero.
Hace un rato, nos dimos cuenta que debemos cambiar: invertir en espacios donde tenemos conocimiento y la fortaleza y en los productos que agregan valor a nuestros clientes y abrir capacidades donde hay otros que pueden brindar mejores servicios a nuestros clientes. Al final del día, nuestra propuesta de valor va más allá de servir a nuestros clientes corporativos, sino que también es mejorar su propuesta de valor y llegar a sus propios clientes de manera más eficiente y competitiva.
Entonces, estamos llegando a la última milla, pero a través de los que tienen mejores herramientas. Y hay empresas del mundo digital que lo hacen muy bien, que arman experiencias digitales y, para la parte transaccional o bancaria, estamos nosotros de manera invisible. Por ejemplo, una vez que configuras tus datos bancarios dentro del aplicativo, te olvidas de ello. De ahí viene el concepto de ser un banco invisible, que es difícil para un banco tradicional pensar así. Pero el mundo va hacia ese camino.
El futuro de la banca
- Uno de los puntos importantes en el avance de la tecnología financiera es la interoperabilidad, pero hay muchas barreras de entradas impuestas por instituciones financieras tradicionales. Desde este punto de vista, ¿cuál es tu opinión sobre el open banking?
- Para ponernos en contexto, la adopción de la tecnología en Latinoamérica es muy alta. Por ejemplo, la adopción del celular inteligente llega al 75% superando el promedio mundial, pero cuando contrastamos este hecho con el nivel de acceso de servicios de banca, ahí comienza a bajar el indicador, aunque tener una cuenta bancaria debería ser un derecho básico.
Entonces, el open banking nace para estandarizar el lenguaje de las instituciones financieras para abrir puertas a terceros, como fintechs y bigtechs, y crear más competencia en el sistema y llegar a esta última milla. Si no es por regulación, las instituciones financieras generan espacios de diálogos para el open banking porque significa eficiencia y menor costo para bancos tradicionales.
Eso sí, los actores tradicionales buscan que se apliquen las mismas reglas del juego para todos los participantes. Es decir, los terceros, como los intermediarios de pagos, empresas de e-commerce y fintechs, también deben ser regulados. Otra regla que se debe cumplir es que el dueño de la información es del consumidor final y este debe dar el permiso para que sus datos sean utilizados. Esto para que las personas no pierdan confianza en los bancos.
- ¿No es un poco capcioso pedir que todos los actores cumplan con las mismas reglas del juego?, porque hay fintechs chicas que ofrecen servicios novedosos que no pueden cumplir con esas reglas, como tener una cierta cantidad de efectivo guardado en su cuenta. Entonces ahí tal vez hacerlo de forma estandarizada dentro del mercado genera un tipo de barrera de entrada.
- No debería ser así. Lo que hemos visto en varios países del mundo con casos exitosos es que se define un equilibrio entre lo que es el onboarding (proceso de adquisición de clientes), know-your-customer (KYC) o verificación de la identidad del cliente y todo el papeleo y con lo que es traer confianza al sistema financiero.
El sistema financiero sobrevive por la estabilidad de la confianza que genera y el rol del banco central y los reguladores es mantener esa estabilidad y confianza. Cuando se abren las puertas a terceros, debe haber algunas reglas comunes para garantizarlas, y otras que se construyen encima en cuanto aumenta la complejidad de los servicios. Entonces, cuanto más complejo sea el servicio o más difícil sea explicar al consumidor final, como créditos o acciones, debe haber más regulación para proteger a ese consumidor y el sistema. Cuanto más simple sea, como los pagos o monederos electrónicos, no debería venir con la misma carga regulatoria.
- ¿Cuáles son las otras tecnologías financieras novedosas que Citi está mirando de cerca?
El dinero está claramente cambiando de forma y, como industria financiera, nos dimos cuenta que las personas están buscando un dinero que sea más eficiente, con menos comisiones, transferencias gratis, más rápido, sin fricción y que ayude a mejorar sus vidas, sin este límite impuesto por bancos que no dan cuentas o acceso al sistema financiero.
Esta tendencia que arrancó con el blockchain y las criptomonedas abrió los ojos del sistema financiero para comenzar a repensar lo que es el dinero. Los bancos centrales alrededor del mundo, si no lo están ya haciendo como en Bahamas y Jamaica, están estudiando para lanzar su propio dinero digital, como es el caso de Brasil y México.
En Citi creemos que las criptomonedas son parte del desarrollo del mercado financiero y que van a seguir adelante. Por ejemplo, el banco central de Nigeria ya lanzó su dinero digital e-Naira y Citi está participando en su desarrollo. También estamos trabajando con los bancos centrales de América Latina muy de cerca para acompañarlos en esta movida. Creemos que esta tendencia va a ser muy saludable para incluir más personas al sistema financiero y para crear una infraestructura del mercado financiero más eficiente.