En sus últimos informes semanales de cultivos, el ministerio de Agricultura y la Bolsa de Cereales de Buenos Aires advirtieron sobre amplias pérdidas agrícolas generadas por pájaros en las provincias de Entre Ríos y Chaco, ubicadas al este y norte de Argentina.
Buenos Aires. La pampa argentina es tan rica en nutrientes como para producir millones de toneladas anuales de alimentos, pero también para atraer a las cotorras y palomas que, al devorar parte de la cosecha, se convirtieron en un dolor de cabeza para los agricultores.
El problema se da en uno de los principales exportadores mundiales de granos, harinas y aceites, donde los productores ahora no temen sólo al clima o los precios, sino que tienen que observar con impotencia cómo las bandadas de pájaros descienden sobre sus lotes y desgranan las plantas de girasol y maíz.
"El problema es muy grande, fundamentalmente en la provincia de Buenos Aires. Las bandadas son cada vez mayores y la plaga se está extendiendo cada vez más. Donde ya está instalado, cada año es más severo", dijo Javier Domínguez, un agricultor de la región de Luján, 70 kilómetros al oeste de la capital argentina.
Buenos Aires es la principal región agrícola de Argentina aunque, debido a la voracidad de los pequeños animales, en algunas zonas de girasol, maíz o sorgo llega a sufrir un recorte del 50% en su productividad.
El flagelo se extiende a otras regiones: en sus últimos informes semanales de cultivos, el ministerio de Agricultura y la Bolsa de Cereales de Buenos Aires advirtieron sobre amplias pérdidas agrícolas generadas por pájaros en las provincias de Entre Ríos y Chaco, ubicadas al este y norte de ese país.
"Hace 25 años que siembro. Mi gran fuerte toda la vida fue el girasol y en la actualidad no lo puedo sembrar, me vi obligado a cambiar", dijo Domínguez, que se ve forzado a sembrar un sorgo de bajo valor en el mercado porque es un grano resistente a los despiadados ataques.
Las aves se alimentan principalmente de los granos que crecen en el centro de la flor del girasol y de los que encuentran tras abrir las espigas del maíz, un cereal que es solamente asaltado por las cotorras pero que suele descomponerse tras los ataques.
Si bien la soja, el principal cultivo de Argentina, no sufre grandes ataques de estos animales, a veces las palomas provocan daños en sus etapas iniciales de crecimiento.