Más allá de las interpretaciones más difundidas el aparente desacuerdo entre Fama y Shiller, dos de los recientes premios en economía, no toca a un hecho reconocido y fundamental: nadie puede ganarle al mercado como resultado de predecir sistemáticamente mejor que el resto de los participantes los precios de los activos. Sea que hayan o no conductas gregarias o irracionales, el hecho es que nadie puede anticipar con suficiente confiabilidad retornos ni volatilidades de bonos, acciones ni afines.
En palabras de los propios Nobel:
“No es fácil ganar dinero rápido y aunque seas muy hábil, puedes pasarte muchos años perdiendo”
“Si ellos supieran cuán malo es el mercado en fijar precios absolutos correctos, ya se habrían hecho ricos”
“El problema es que los retornos esperados cambian a través del tiempo porque también varían la aversión al riesgo, la riqueza y otros factores. Y no tenemos una buena variable para medir aversión al riesgo, ni buenos modelos para seguirle la pista”.
“Bueno, Gene y yo tenemos mucho más en común que lo que usted pudiera pensar”
Por cierto, hay desacuerdos en torno a la regulación preventiva para prevenir lo que Shiller y sus seguidores denominan burbujas, pero la dificultad de predicción lleva a la misma conclusión práctica: nadie puede jugar al gurú si se atiene al negocio financiero con información lícita. Ni siquiera hay mucho espacio para los que técnicamente se denomina cazadores de alfa (rendimientos anormalmente altos).
Consecuentemente, el manejo activo de portafolios y la recomendación especulativa de expertos no se justificaran.
Un ejemplo fresco de la inutilidad en la rotación frecuente de inversiones lo encontramos en el sistema de pensiones de Chile.
Como se recordará, se trata de un régimen de capitalización individual con aportes obligatorios y ahorro voluntarios de los afiliados. Ofrece cinco portafolios posibles a elegir según sea la edad y el apetito al riesgo: el menos riesgoso tiene un mínimo de 95% en activos de renta fija y el más, uno con 80% máximo en acciones y similares. Sin embargo, y aparte de ciertas restricciones para quienes están más cerca de la edad de jubilar, el costo de cambiarse de un fondo a otro es virtualmente cero.
Desde 2012, la autoridad vio con preocupación que el número de traspasos de un fondo a otro crecía fuertemente después de la emisión de recomendaciones de un asesor que ganó cierta popularidad incitando al manejo activo de los ahorros de pensiones a través de internet.
La preocupación de la Superintendencia de Pensiones era doble: precaver males decisiones a ahorrantes poco informados y evitar probables disrupciones en la intermediación financiera asociadas a la rotación brusca de carteras de inversión.
Conforme a su responsabilidad, la autoridad condujo una investigación con al menos dos resultados interesantes:
Primero, seis de las once recomendaciones de cambio del referido 'gurú' resultaron erradas. Es decir, perjudiciales para los afiliados que siguieron la ilusión científica del oportunismo.
Segundo, del universo de 208 mil afiliados afiliados que se cambiaron de fondo entre abril 2012-marzo 2013- siguieran o no recomendaciones de “expertos”- la historia terminó así:
•77% de las personas resultó con peor rentabilidad respecto de la que habrían obtenido sin cambiarse de fondo
•64,9% de las personas que efectuaron cambios obtuvieron peor rentabilidad que el fondo de pensiones de peor desempeño en el periodo
Por cierto, no se necesita haber sido discípulo de Nobel para entender de una vez lo ya reconocido: pretender ganarle al mercado es cuando menos ingenuo, cuando no, autodestructivo.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog del economista.