Vuelve el Festival de Bayreuth y con él la clásica alfombra roja alemana del estío, con celebridades de la política y la cultura alemanas.
1. Richard Wagner era un nazi
Históricamente imposible, pues murió en 1883. Pero... ¿preparó el camino a los nazis? Hasta cierto punto sí. Wagner era un antisemita con un ramalazo xenófobo. A pesar de ello, el compositor también fue anarquista, un revolucionario de izquierdas, europeo cosmopolita y muchas otras cosas. Sus escritos rezuman polémica y muchos de ellos se contradicen entre sí. Uno de ellos es el inenarrable planfleto "De lo judío en la música". Tras la muerte de Wagner, la ciudad de Bayreuth se convirtió en foco del nazismo. Incluso antes de que Hitler llegara al poder, la nuera y el yerno del compositor, Winifred (a quien nunca conoció) y Houston Stewart Chamberlain, eran fervientes admiradores del futuro dictador, que siempre fue bienvenido al Festival.
2. El Festival de Bayreuth es propiedad de la familia Wagner
Falso de nuevo. Desde 1973, la Asociación Richard Wagner es la propietaria. En el consejo de administración tienen asiento miembros de la familia del compositor, así como representantes de varias instituciones públicas. La dirección del Festival siempre ha recaído en un Wagner o en un consorte de la familia Wagner.
3. Bayreuth podría considerarse como el centro de la cultura alemana
No, Bayreuth es un teatro de ópera y un festival de carácter anual. No podemos decir que haya un centro único de la cultura alemana. Pero sí es cierto que el archivo wagneriano más importante del mundo se localiza en Bayreuth y que la casa Wahnfried, que se erige sobre la Colina Verde, fue la residencia del compositor. El 26 de julio de 2015, el museo que allí se alberga reabrirá sus puertas después de ser restaurado y haber ampliado sus instalaciones. Cuando el Festival de Bayreuth concluye, sigue habiendo actividades culturales en la ciudad, pero son minucias si las comparamos con las de otras ciudades alemanas.
4. La gente espera hasta una década para conseguir una entrada de precio astronómico, mientras que para la canciller alemana y otras celebridades las entradas son gratis y las consiguen de forma inmediata.
No. La ciudad de Bayreuth adquiere un número de entradas que utiliza para invitar a ciertos famosos. Se trata de dar un toque de glamur al evento el día de su inauguración. Con la compra de estas entradas, la ciudad apoya económicamente al Festival. Además de la ciudad, los gobiernos de la región, del Estado y de todo el país contribuyen a nutrir el presupuesto de 16 millones de euros con el que cuenta el Festival.
5. En el teatro del Festival de Bayreuth solo se oye la música de Wagner.
No exactamente. Tras la Segunda Guerra Mundial, Bayreuth estuvo ocupada por tropas estadounidenses, para las que se representaron musicales. También la Novena Sinfonía de Beethoven, compositor al que Wagner veneraba, sonó en el teatro del Festival, por ejemplo el día de su reapertura, en 1951. Aparte de ciertas ocasiones especiales, sí, siempre suena allí la música de Wagner.
6. Los precios de las entradas son astronómicos
Eso depende de lo que cada cual entienda por astronómico. Pagar un precio medio de 240 euros no es ninguna ganga, pero sí se trata de algo moderado si lo comparamos con otros festivales de renombre. Además, pueden adquirirse entradas con visibilidad reducida por solo 15 euros. Esos son, por supuesto, los precios oficiales. En el mercado negro, las cifras pueden alcanzar los cuatro dígitos.
7. El Festival de Bayreuth es el lugar donde se preservan hasta el extremo las tradiciones y un punto de referencia para los wagnerianos más conservadores.
No, por lo menos en lo referente a las puestas en escena. Incluso en la década de 1920, Siegfried Wagner, hijo del compositor, ya rompió con algunas de las convenciones establecidas, enfureciendo a los más acérrimos seguidores del compositor, que querían ver una y otra vez las representaciones tal y como las vio el propio Wagner. Winifred, viuda y sucesora de Siegfried, continuó de forma cautelosa con el proceso de renovación. En la era llamada "nuevo Bayreuth", que comenzó liderada por Wieland Wagner con el reinicio de las actividades del Festival en 1951, hubo un cambio radical respecto a las tradiciones. Wolfgang Wagner, hermano de Wieland, optó después por un enfoque plural, que iba desde lo conservador hasta lo radical. La hija de Wolfgang y bisnieta del compositor, Katharina, dirige ahora las actividades de la Colina Verde y con ella se ha impuesto lo que los alemanes llaman "Regietheater" y los americanos tildan condescendientes como "eurotrash". Se trata, en suma, de la libertad casi sin límites del director de escena, que traslada la acción de la ópera a otros lugares y otras épocas. Eso sí, la música no se toca. Por otro lado, ya hay pocos wagnerianos acérrimos a los que escandalizar, pues ésta es claramente una especie en extinción.
8. Más sobre las entradas: hay un mercado paralelo y siempre acaban en manos de la misma gente
No exactamente. Antes se distribuían paquetes de entradas a agencias de viajes y asociaciones wagnerianas y solía haber representaciones a puertas cerradas para miembros de sindicatos. Pero eso ya no es así. Más del 60% de las entradas disponibles se ofertan libremente. A principios de 2015, se vendieron por Internet. En pocas horas se agotó el contigente de la presente edición. Es cierto que los miembros de la Sociedad de Amigos del Festival de Bayreuth tienen preferencia a la hora de adquirir entradas, pero también se espera de ellos que hagan generosas contribuciones económicas al Festival.
9. La música de Wagner es estridente e inacabable, y trata de temas anticuados, con dioses, héroes y qué sé yo...
Eso sería una visión excesivamente simplista. A lo largo de las varias horas que duran óperas como Tristán e Isolda, Parsifal y El ocaso de los dioses, también hay momentos de intensa belleza y delicadeza. Es cierto que los argumentos de las óperas wagnerianas se basan en mitos germanos y en sagas medievales, pero las situaciones son de humana actualidad y presentan conflictos internos y externos, odio y amor, lealtad y traición. Quien se atreva a darle una oportunidad a la música de Wagner, descubrirá qué quería decir el compositor cuando hablaba de la "comprensión emocional" de sus obras. Pero icuidado!: su música puede crear adicción.