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Diego Beltrand nos revela el drama de los migrantes venezolanos atrapados entre dos crisis: la de Venezuela y la del coronavirus
Jueves, Abril 16, 2020 - 16:19

Diego Beltrand, enviado especial del director general de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para la Respuesta Regional a la Situación Venezolana, conversó con AméricaEconomía sobre el dramático presente de una población móvil que representa el éxodo más importante de la historia de América Latina.

Por Hebe Schmidt, desde Madrid. La crisis del coronavirus, que sacude las estructuras sanitarias, económicas y sociales del planeta, se enseña con fuerza por estos días, en América Latina, con una de las poblaciones más vulnerables: los trabajadores migrantes y refugiados venezolanos que se vieron obligados a dejar sus hogares y partir hacia distintos países de la región, en busca de trabajo y una oportunidad para intentar comenzar de nuevo con sus vidas.

Sin embargo, las obligadas medidas de confinamiento para cercar al virus, la reducción del consumo, el cierre de negocios, la pérdida de los puestos de trabajo, tanto en la economía formal como informal, y el cierre de fronteras de la vecina Colombia, están obligando a muchos de ellos a retornar a su país de origen, donde la realidad que les espera, ni de lejos, seguramente es mejor, aunque allí muchos aún tengan un techo y algún familiar.

Lo drásticamente cierto es que los migrantes y refugiados venezolanos se quedaron atrapados entre dos crisis: la situación política y económica que atraviesa su país de origen y la del coronavirus, que poco a poco golpea cada vez más a los países de acogida a los que han migrado, como Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil.

Para conocer más de cerca la realidad que afecta a este colectivo, AméricaEconomía dialogó con Diego Beltrand, enviado especial del director general de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para la Respuesta Regional a la Situación Venezolana. Su principal responsabilidad es mantener por parte de la OIM el enlace político, la coordinación, la supervisión de la respuesta y la recaudación de fondos en el marco del Plan Regional de Respuesta a Refugiados y Migrantes venezolanos (RMRP), junto a la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Ambas agencias tienen también como representante especial conjunto de alto nivel político a Eduardo Stein, quien se ocupa de gestionar el contacto con los gobiernos de la región. 

Beltrand, quien también fuera director regional de la OIM para América del Sur, hasta diciembre pasado, aboga y reitera, a través de AméricaEconomía, el pedido conjunto hecho en las últimas horas por la OIM y la ACNUR a los gobiernos latinoamericanos, para que "hagan extensiva la atención sanitaria y asistencia a los migrantes y refugiados venezolanos en el marco del Covid-19".

 

-Específicamente, ¿cuándo comenzó a darse la salida masiva de personas de Venezuela?

-La salida masiva comenzó a partir de 2015, y hasta el momento, es el éxodo más dramático e importante de la historia de América Latina. Entre 2015 y 2016, Venezuela se fue transformando en un país de emigración, cuando desde siempre había sido un país receptor de migrantes. Hoy, más de cinco millones de venezolanos viven en el exterior.

-¿Qué países están acogiendo este flujo migratorio sin precedentes en Latinoamérica?  

-El 84%, es decir unos 4,2 millones de venezolanos, han migrado hacia países de Sudamérica y el Caribe. En Colombia, 1,8 millones están reubicándose; otros 861 mil fueron acogidos en Perú, 455 mil en Chile, 366 en Ecuador; 253 mil en Brasil y unos 143 mil en Argentina. Y fuera de Latinoamérica, España, es uno de los países que más venezolanos ha recibido.

 

-¿Muchos de los que emigran lo hacen bajo la doble condición de migrantes y refugiados?

-Así es. A esta doble condición la llamamos "flujo mixto". Los flujos mixtos están compuestos por migrantes y refugiados, y cada país receptor determina el estatus que le otorga a cada persona. Ahora mismo, en condición de refugiados existen unas 896.000 solicitudes, y de estas, la mayor cantidad, unas 482.571 solicitudes de asilo, se están gestionando en Perú. Por otro lado, a más de dos millones de venezolanos les han dado permiso de residencia, que incluye el permiso de trabajo en los países que les están acogiendo. Estos permisos se están gestionando, en general, con cierta rapidez y permiten a las personas quedarse en el país, en principio, por un período de dos o tres años, salvo en el caso de Uruguay, país que les está otorgando la residencia permanente.

-¿Cuáles son los porcentajes de las franjas etarias de la migración venezolana?

-La mayoría está en edad económicamente activa y en condiciones de trabajar.

AMARGO RETORNO

-¿Cómo está afectando la crisis del Covid-19 a los migrantes y refugiados venezolanos, tanto a los que ya están en los países de acogida como a los que están migrando a pie? ¿Se están dando casos de retorno por la pérdida de puestos de trabajo en las economías de los países que les acogen?

-Esta doble condición de migrantes y refugiados coloca a los venezolanos en una situación de alta vulnerabilidad. Antes de que Colombia cerrara su frontera por causa del coronavirus, había muchos movimientos pendulares -los venezolanos iban y venían entre las localidades fronterizas no sólo a hacer compras, sino también para trabajar. En este momento, dadas las medidas dirigidas a impedir el tránsito entre países para combatir al Covid-19, la frontera está cerrada y el gobierno de Colombia está desalentando los retornos y tomando medidas para asistir a los venezolanos.

Igualmente, los casos de retorno se están dando por factores múltiples, entre ellos, no poder integrarse, no encontrar trabajo o haberlo perdido, no tener cobertura sanitaria, sentirse discriminados, dado que como sucede en distintos sitios del mundo, cuando llegan personas en busca de trabajo se despierta el miedo en la población local a que les quiten o resten puestos de trabajo. También, aunque en menos casos, están volviendo de Brasil, de Perú y de Ecuador. Estos movimientos de retorno son muy difíciles de seguir o cuantificar, dado que muchos de los migrantes y refugiados vuelven a través de trochas o caminitos o pasos, donde no hay puestos de inmigración y no pueden registrarse.

 

-En el contexto de la pandemia del Covid-19, "los caminantes", esa parte de la población venezolana que está migrando a pie, atravesando ciudades y cientos de miles de kilómetros para llegar a los países de acogida, ¿siguen adelante?

-Sí, hemos recibido información que algunos de los llamados caminantes siguen recorriendo a pie, por pasos informales, durante semanas, los caminos para llegar a Colombia y Perú, y un grupo está llegando ahora a Chile y otro a la Argentina. Dentro de Venezuela, a veces, hacen tramos en bus. En Colombia, pasan por siete u ocho ciudades; son cientos de miles, y el flujo no es uniforme, porque no salen todos al mismo tiempo, salen por separado y se van juntando en el camino. Se trata de un éxodo doloroso, muy dramático, de alto impacto, con situaciones muy difíciles. Están migrando a pie muchas personas mayores, personas enfermas, mujeres solas y con niños, y menores solos. Les pedimos muy especialmente a los gobiernos por donde pasen estos migrantes que les presten los mismos servicios sanitarios que a la población local en este contexto de Covid-19.

-Específicamente ¿cómo les están ayudando las organizaciones sociales a los migrantes y refugiados venezolanos?

-ACNUR y OIM coordinan la respuesta humanitaria y para ello han creado una  plataforma regional conformada por 137 organizaciones que operan en red desde los distintos países, porque tanto los refugiados y migrantes, como las comunidades que los acogen, continúan necesitando apoyo urgente, particularmente a medida que el impacto económico de la pandemia del coronavirus comienza a sentirse en América Latina y el Caribe, a lo que se suma este dramático desplazamiento. Las organizaciones están proveyendo de alimentos, de kits de higiene, de agua, de atención médica y de abrigo entre otras cosas.

A todo esto, se suma que los venezolanos que salen del país no tienen documentación adecuada, dado que en Venezuela recién otorgan el pasaporte o la cedula a los mayores de nueve años, y muchos de los menores viajan con un papel que no tiene ni siquiera una foto. Para los países de acogida es muy difícil identificar quiénes son, pero hay once países que están recibiendo los pasaportes vencidos entre dos y cinco años, entre ellos, Argentina, Perú, Colombia, Brasil, Uruguay, Canadá, México, Costa Rica, Ecuador, Paraguay, Panamá, España y Estados Unidos. Incluso, se están haciendo esfuerzos extraordinarios, por ejemplo, en el caso de Colombia, que no otorga la nacionalidad a los nacidos en el país de padres extranjeros, que en el caso de los venezolanos haga una norma para que más de 30 mil hijos de venezolanos no nazcan apátridas.

 

-¿Qué porcentajes de venezolanos se encuentran en calidad de irregulares y cuál es el país por el que más optan para realizar su proyecto migratorio?

-Es difícil decirlo con certeza, pero creemos que entre 50 y 60% de los migrantes están en situación de irregularidad. Y el país de destino al que más se dirigen los venezolanos es Colombia, no sólo por su proximidad, sino por la familiaridad cultural que tienen con el país.

-¿En función de sus recursos económicos y de su cualificación personal, entre otros factores, los venezolanos han valorado la posibilidad de optar por uno u otro país para emigrar?

-Hubo distintas oleadas de salidas de personas de Venezuela. La gente con más recursos económicos y cierto poder adquisitivo y educativo elevado han emigrado hacia Argentina y España. Son aquellos que llegaron a esos países en avión, con otras características de inserción en el mercado laboral; a Argentina, incluso, también han emigrado muchos estudiantes. Pero con el paso de los años, ese perfil fue cambiando, y las últimas oleadas de personas que salen de Venezuela son más más vulnerables y con más necesidades, incluso salen con bajo peso, mala alimentación y problemas de salud.

Autores

Hebe Schmidt