Maduro defendió durante su posesión la legalidad de su reelección y la vigencia de una democracia plena “de la clase obrera, del pueblo, no una democracia de élites", pero además lanzó el desafío de realizar una cumbre regional con agenda abierta que incorpore temas comunes para que se discutan "cara a cara".
Nicolás Maduro asumió este jueves su segundo mandato presidencial en Venezuela con una serie de desafíos en lo político, económico y social. Planteó la celebración de una cumbre especial de gobiernos de América Latina y el Caribe para tratar temas de interés común, contrarrestar la ofensiva de la derecha extremista e incluso conversar sobre Venezuela.
Mientras, en el contexto internacional la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó una resolución que declaró ilegítimo el segundo mandato del presidente venezolano. Esa resolución, que fue apoyada por 19 votos a favor, seis en contra y ocho abstenciones, llama además a la realización de nuevas elecciones.
A eso se sumó la decisión del presidente de Paraguay, Mario Abdo, de romper las relaciones diplomáticas con Venezuela en rechazo a la posesión del presidente reelegido.
Maduro defendió durante su posesión la legalidad de su reelección y la vigencia de una democracia plena “de la clase obrera, del pueblo, no una democracia de élites", pero además lanzó el desafío de realizar una cumbre regional con agenda abierta que incorpore temas comunes para que se discutan "cara a cara".
Es más, dijo que si sus homólogos solicitan conversar sobre Venezuela se discutirá "de cara al pueblo", según reportó la Agencia Venezolana de Noticias.
"Todo es posible si hay voluntad política, creo que el Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) puede jugar un papel importante, tomar una iniciativa diplomática, de altura para parar esta locura, esta escalada que quién sabe a dónde nos puede llevar", agregó y afirmó que su país es víctima de una campaña de manipulación, orquestada por poderes hegemónicos.
El presidente Evo Morales fue uno de los mandatarios que participó del acto de posesión de su aliado político y heredero del extinto Hugo Chávez. Ni bien llegó a Caracas, el miércoles, defendió la democracia venezolana y cuestionó el pronunciamiento del Grupo de Lima, del que se marginó México, que pidió a Maduro no asumir su nuevo mandato.
Maduro juró al cargo en medio de este panorama y trazando una serie de desafíos para esta nueva gestión de seis años en un país afectado por la crisis política, económica y social. Anunció el lanzamiento de un conjunto de medidas económicas para fortalecer el Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica que serán anunciadas el lunes.
No obstante adelantó que tendrán el objetivo de enfrentar “la guerra económica que, desde 2013, se ciñe contra Venezuela a causa de las medidas aplicadas por el gobierno de Estados Unidos y sus aliados de la región”. Además dijo que ya están en su país empresarios extranjeros procedentes de Europa, EE.UU. y Latinoamérica con la intención de invertir.
También demandó afianzar la lucha contra la corrupción e iniciar la "corrección profunda" de los errores de la Revolución Bolivariana.
"El enemigo más grande es el imperialismo estadounidense, pero el peor de todos es el corrupto y la corrupta. Estoy obstinado de la indolencia y el burocratismo que daña la vida del pueblo", sentenció, según la Agencia Venezolana de Noticias.
Juró en el Tribunal Supremo de Justicia ( TSJ) para el período 2019-2025. Además de Morales asistieron al acto los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel; de Nicaragua, Daniel Ortega; y de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, además de otras delegaciones oficiales de diferentes países.