Pasar al contenido principal

ES / EN

Facebook: ¿un índice político fiable?
Jue, 02/09/2010 - 10:13

Javier Santiso

Lo que podemos aprender de Israel
Javier Santiso

Profesor de economía en ESADE Business School.

Si Facebook fuera un país, sería hoy en día más grande que Brasil. Con más de 500.000.000 de usuarios, supera los 200.000.000 de habitantes del país latinoamericano. En América Latina, Facebook registra casi 70.000.000 de usuarios, un total comparable a la población de Chile y Colombia reunida.

Obviamente uno podría argumentar que comparar usuarios y ciudadanos, redes sociales y naciones, no es comparable. Sin embargo, los mundos digitales se asemejan a lo que el gran académico Benedict Anderson, especialista mundial de las naciones y los nacionalismos, llamaba las “comunidades imaginadas” (imagined communities).

Como lo subrayó en sus libros y ensayos, el surgimiento del nacionalismo está para él estrechamente conectado al aumento del número de libros impresos y al desarrollo técnico de la imprenta en su conjunto. El pensamiento gráfico tanto como el verbal son así claves para fomentar redes de convivencia. En ese sentido, las redes digitales, con sus vocabularios, señas de identidad, acciones e interacciones, también diseñan una nueva razón gráfica, como la denominó el antropólogo Jack Goody.

No es de sorprender, por lo tanto, que las empresas tecnológicas hayan contratado ejércitos de antropólogos, sociólogos y etnólogos para entender los nuevos hábitos y costumbres de las tribus que proliferan en la web, los blogueros, hackers, webmasters y otros twiteadores o chateadores. En los bosques más remotos de los mundos 2.0, la consultora KPMG ha descubierto así nuevas especies de consumidores, masones digitales, con fuertes lealtades a su logia, y nómadas digitales, que vagan de un sitio a otro1.

No sabemos cuántos de unos u otros hay en América Latina, sin embargo, sabemos que estas comunidades se están expandiendo a gran velocidad: en México 16.000.000 de personas ya utilizan Facebook, a mediados del 2010, mientras lo hacen 7.500.000 de colombianos, 6.200.000 chilenos y otros 6.200.000 de brasileños.

A mediados del 2010, América Latina era el continente con la mayor tasa de penetración en el mundo para Twitter, otra de las redes sociales digitales estrella (con un crecimiento interanual de más de 300%, totalizando más de 15.000.000 de usuarios en todo el continente, sin contar aquí a los hispanos residentes en Estados Unidos). Brasil y Venezuela, junto a otro país emergente de Asia (Indonesia) configuran el trío encabezando las tasas de penetración de esta red.

LinkedIn, la red profesional más exitosa en el mundo con 70.000.000 de usuarios en más de 200 países, por su parte ya tiene más usuarios en Brasil (1.150.000) que en España, y dos veces más en Argentina (630.000) que en Suiza. India (5.700.000) es el país emergente con más usuarios registrados.

Estas cifras -y quizás el afán de estar (o parecer estar) conectado con el tempo de la modernidad digital- han hecho que los políticos se hayan también asomado a la red. En agosto del 2010, el presidente Lula de Brasil tenía unos 5.575 “fans” en Facebook. Cristina Fernández de Kirchner, la presidenta de Argentina, totalizaba 32.900 “fans”, una cifra muy por encima de Lula, quién sin embargo goza, a final de su segundo y último mandato, un opinión favorable en los sondeos récord, muy superior a la que ostenta su homóloga argentina.

Cuando miramos los seguidores obtenidos por candidatas y candidatos en búsqueda de una elección como en el caso de Brasil, que elegirá un nuevo presidenta(e) en octubre del 2010, tampoco parece que Facebook ayude mucho: Dilma Roussef, quién se coloca por encima de su rival José Serra en los sondeos electorales, apenas tiene 3.300 seguidores en su página.

Facebook no parece ser por lo tanto un indicador muy pertinente a la hora de evaluar la popularidad de unos y otros, por lo menos del mundo político. Tampoco parece ser una buena métrica a la hora de indicarnos el (buen o malo) desempeño en términos de logros económicos de un mandatario. Así el presidente peruano Alan García, quién llevó su país al grado de inversión, algo inédito en la historia del país, apenas tiene 2.400 seguidores, algo menos que Daniel ortega de Nicaragua (2.600), y muy por debajo de Rafael Correa de Ecuador (16.600 fans). Por su parte, Lionel Fernández de la República Dominicano, otro gran reformador en funciones, apenas registra 4.500 fans, a pesar de la gestión que hace de su país y de dos mandatos.

Si bien habría que ajustar el Índice Político Facebook, las métricas de las redes sociales ofrecen sin embargo información de interés. El presidente colombiano Álvaro Uribe (casi 130.000 fans) que terminó su último mandato a mediados del 2010, es así el máximo responsable latinoamericano en este índice virtual. Pero estamos viendo una intensificación del uso de las redes: su sucesor, Juan Manuel Santos, que entró en funciones en agosto del 2010, ya culmina a más de 410.000 “fans”.

El mismo fenómeno se repite en Costa Rica: la nueva presidenta, Laura Chinchilla (casi 24.000 seguidores), elegida en 2010, ya supera el número de fans del presidente saliente, el prestigioso estadista y premio Nobel, Oscar Arias, con apenas presencia en Facebook. José Mújica (6.300), el nuevo presidente de Uruguay ya supera al presidente saliente Tabaré Vázquez (5.200).

Otros dirigentes latinos ostentan elevadas métricas. Así Michelle Bachelet (más de 128.000 fans), por ejemplo, sigue superando al nuevo presidente chileno, que entró en funciones en marzo del 2010, Sebastián Piñera (con cerca de 51.000 “fans”). La presidenta chilena saliente deja relegada muy lejos a su homólogo venezolano, todavía en funciones (más de 32.000 “fans”), muy volcado al uso de las telecomunicaciones, radio, televisión y ahora red. También supera al mandatario mexicano, Felipe Calderón (casi 52.800 fans). Todos buscan presencias y huellas digitales. Incluso, desde Cuba, Fidel Castro se colgó a la red, contabilizando su página el mismo número de fans que su amigo venezolano (32.000 “fans” también registrados en agosto del 2010).

En todo caso, Facebook nos da también algún mensaje alentador. Si bien se habla mucho de las brechas digitales, algunos países logran presencias insólitas. Así, el presidente del país más pobre de América latina, el boliviano Evo Morales (más de 51.000 seguidores), obtiene casi diez veces más fans que el presidente del país más rico, en términos de PIB por cápita, del continente. Las cifras logradas por Evo Morales son igualmente superiores a la canciller de Alemania, Angela Merkel, o al primer ministro de Canadá, Stephen Harper, países OCDE mucho más ricos y poblados que Bolivia.

Eso sí Facebook nos indica también algo sobre la velocidad del olvido en el mundo moderno: el gran presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, apenas tiene 2.200 seguidores, un cifra comparable a Mikhail Gorbachev (2.600). Otros aguantan mejor la embestida del tiempo digital: el sudafricano Nelson Mandela, otra gran figura política de finales del siglo XX, tiene casi 320.000 seguidores. Pero todo parece indicar, como en el mundo real, que el paso del tiempo también es cruel en el mundo digital.

*Esta columna fue publicada originalmente en Infolatam.

Autores