La reciente fuga de 75 miembros del Primer Comando Capital (PCC), la pandilla más grande y poderosa de Brasil, puso en foco la creciente influencia de la organización en Paraguay, cuyas débiles instituciones no han demostrado ser rivales para el PCC y otras bandas criminales.
Pedro Juan Caballero. Luis Alves da Cruz despertó en medio de una conmoción cerca de las tres de la mañana en el ala de la prisión paraguaya en la que estaba confinado desde 2016.
Da Cruz, un pequeño traficante de drogas brasileño, vio a otros reclusos vestidos de negro de pies a cabeza. "Nos estamos escapando", le dijo uno de ellos. "¿Venís?".
En cuestión de minutos, Da Cruz se convirtió en uno de los 75 prisioneros que huyeron de la penitenciaría regional de Pedro Juan Caballero en las primeras horas del 19 de enero, en una de las fugas más audaces de la historia de Paraguay.
Los fugados eran miembros del Primer Comando Capital (PCC), la pandilla más grande y poderosa de Brasil.
La operación puso en foco la creciente influencia de la organización en Paraguay, cuyas débiles instituciones no han demostrado ser rivales para el PCC y otras bandas criminales brasileñas de rápido crecimiento que se han instalado allí.
Las autoridades de la prisión ubicada cerca de la frontera entre Paraguay y Brasil sabían lo que estaba planeando el PCC, dijo la ministra de Justicia de Paraguay, Cecilia Pérez.
Para Pérez, algunos fueron cómplices, mientras que otros miraron a un lado por miedo a represalias. Treinta y dos funcionarios de la prisión, incluido el director de la cárcel, están bajo arresto.
"Tenemos una crisis de seguridad que tiene su epicentro en el sistema penitenciario", dijo la funcionaria a Reuters.
Cuarenta de los fugados, incluyendo a Da Cruz, eran brasileños. Hasta ahora, solo 11 han sido recapturados. Da Cruz fue apresado días después cuando se dirigía a la ciudad brasileña de Dourados.
Reuters tuvo acceso en exclusiva al testimonio que dio a la policía brasileña, en el que aseguró que guardias de la prisión facilitaron la fuga. Él huyó a través de un estrecho túnel que los reclusos excavaron con pequeñas palas, y que tenía ventilación y focos de iluminación sujetados de las paredes con tenedores.
Los jefes de la fuga ni siquiera se molestaron en ensuciarse, dijo Da Cruz en su testimonio, ya que simplemente salieron por la puerta principal. Otros prisioneros recapturados respaldaron su declaración, dijo la policía paraguaya.
"Lo que demuestra (la fuga) es que el PCC hace lo que quiere, cuando quiere, y que el Estado paraguayo no representa un obstáculo para sus planes", dijo el analista en temas de seguridad Juan Martens. "Si quiere escaparse, lo hace", agregó.
"La ciudad de la sangre". Situado entre Brasil, Argentina y Bolivia, Paraguay es uno de los principales productores de marihuana del mundo y un punto clave para el tránsito de cocaína andina.
Es también una de las naciones más pobres del continente y está considerado el segundo país más corrupto de Sudamérica, según el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional de 2019.
Como resultado, se ha convertido en una base operativa cada vez más atractiva para pandillas brasileñas como el PCC de Sao Paulo y el Comando Vermelho (CV) de Río de Janeiro.
Las autoridades reconocen que los delincuentes brasileños operan casi con impunidad en la zona de Pedro Juan Caballero y se han convertido en una gran fuerza tanto dentro como fuera de la prisión.
El PCC, por ejemplo, recluta o "bautiza" a los reclusos, lo que le permite crecer rápidamente y expandir sus tentáculos, dijo Gilberto Fleitas, director de investigación de hechos punibles de la Policía Nacional de Paraguay.
Fleitas estimó que actualmente existen unos 500 miembros del PCC en las cárceles de Paraguay, una cifra que se ha duplicado desde el año pasado. El comisario Rubén Paredes dijo que el número es aún mayor, y que cerca de un 10% de los 16.000 reclusos paraguayos pertenece a bandas brasileñas.
Muchos otros operan más allá de los muros de la cárcel, comprando a políticos y policías corruptos.
"Al menos en la cárcel están contenidos", dijo Paredes, quien es jefe de investigación de delitos de la Policía Nacional del área Central, que incluye la capital, Asunción. "Afuera hacen lo que quieren", agregó.
Apodada la "Ciudad de la Sangre", Pedro Juan Caballero demostró ser una base atractiva para las bandas de narcotraficantes de Brasil, dijeron las autoridades. La ciudad se mezcla casi imperceptiblemente con el municipio brasileño de Ponta Porã.
Reuters no vio puestos de control policiales ni barreras que separen las dos ciudades. Las personas cruzan con facilidad desde ambos lados de la frontera.
Pequeños aviones que transportan cocaína boliviana con frecuencia aterrizan en pistas remotas en las afueras de Pedro Juan Caballero, dijeron a Reuters autoridades brasileñas y paraguayas. Desde allí, las drogas se mueven por el sur de Brasil y van hacia Europa, donde la demanda de cocaína está en auge.
Las ganancias del tráfico de drogas se lavan a través de negocios locales como hoteles, casinos o cría de ganado, dijo la policía brasileña.
La ciudad de unas 120.000 personas vio un fuerte aumento en la violencia vinculada al narcotráfico el año pasado, como resultado de la feroz competencia para dominar las rutas del tráfico.
El intendente de Pedro Juan Caballero, José Carlos Acevedo, dijo que en el 2019 hubo más de 150 asesinatos, lo que arroja una tasa de homicidios de más de 120 por cada 100.000 personas. En comparación, la tasa de asesinatos en El Salvador, el país más peligroso del mundo, es de 61,8 por 100.000, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNDOC).
"Nada funciona aquí", dijo Acevedo, cuyo hermano, un legislador, sobrevivió a un intento de asesinato en Pedro Juan Caballero en 2010. "La policía es completamente corrupta", añadió.
La policía de la ciudad no respondió un pedido de comentarios.
Historia criminal. La trayectoria criminal de Da Cruz es una muestra de los problemas que enfrenta Paraguay ante la invasión brasileña.
Nacido en el aislado pueblo de Joselandia, en el nordeste de Brasil, dijo a la policía que se mudó a Sorriso, en el estado de Mato Grosso, cuando tenía 10 años.
En 2012 fue a parar a la cárcel por tráfico de drogas, pero fue puesto en libertad bajo un programa de liberación diurna en 2015. En vez de cumplirlo huyó a Pedro Juan Caballero, donde fue arrestado por tráfico de drogas en 2016 y enviado a la prisión de la ciudad.
Una vez dentro, fue bautizado como miembro del PCC y comenzó a trabajar como uno de los empleados internos de la pandilla, manejando sus tareas administrativas y ayudando a resolver disputas. Da Cruz era un prisionero de bajo rango, según la policía brasileña, pero en prisión tomó contacto con gente de rango superior.
En los últimos años, el principal jefe narco del PCC en la región fue Sérgio de Arruda Quintiliano Neto, conocido como "Minotauro", quien fue arrestado en el sur de Brasil el año pasado. Casi al mismo tiempo, más de una docena de sus principales sicarios fueron capturados y enviados a la prisión de Pedro Juan Caballero, donde vivían junto a Da Cruz.
Ellos también se encuentran entre los fugados, aunque permanecen con paradero desconocido, comentó Fleitas.
Los primeros informes de inteligencia sobre una posible fuga surgieron a mediados de diciembre.
El 16 de diciembre, el entonces director de institutos penales de Paraguay, Joaquín González Balsa, escribió una carta a una unidad de la fiscalía en Asunción especializada en el crimen organizado en la que decía que "las informaciones recabadas del área de Inteligencia dan cuenta que se podría producir rescate de internos (...) pertenecientes a grupos criminales".
La ministra de Justicia dijo que el director de la prisión también había presentado una información similar, lo que los llevó a creer que los datos eran confiables. Las autoridades llevaron a cabo una requisa en diciembre buscando armas, en medio de sospechas de que se estaba organizando un motín. Pérez dijo que no encontraron señales de un túnel.
"Uno de los recapturados señaló que hicieron el túnel después de la requisa", declaró Pérez. "La empresa de seguridad que monitorea el circuito cerrado no alertó porque dijo que no vio nada", añadió.
Gustavo Sánchez, un representante de la firma SIT encargada del monitoreo, dijo que luego de ocurrida la fuga la empresa entregó a la ministra una nota, sin hacer más comentarios sobre la declaración de la funcionaria.
Pérez dijo que a raíz de la fuga, Paraguay intensificará la cooperación con el gobierno de Brasil, que está tratando de tomar medidas enérgicas contra las bandas criminales, golpeando sus finanzas y enviando a los jefes a prisiones federales de alta seguridad.
El comisario Fleitas reconoció que Paraguay está perdiendo la batalla contra el PCC.
"No hay forma de que uno estando en Pedro Juan Caballero pueda poner un carácter muy rudo ante esta facción", dijo. "Porque identifica a la familia, coacciona a parientes, a jueces, fiscales, policías".