Si bien el Gobierno ha pedido volver a la paz como condición para entablar un diálogo, miles de manifestantes salieron de nuevo a las calles de Quito liderados por indígenas, quienes mantendrán la protesta hasta que se derogue la eliminación de los subsidios.
Quito. El Gobierno de Ecuador y los manifestantes que rechazan las medidas de austeridad del presidente Lenín Moreno no llegaban a un acuerdo el viernes, una posibilidad que aún parece lejana ya que ambas partes se han mantenido firmes en sus posiciones tras nueve días de protestas.
Si bien el Gobierno ha pedido volver a la paz como condición mínima para entablar un diálogo, miles de manifestantes salieron de nuevo este viernes a las calles de Quito liderados por indígenas, quienes han dicho que radicalizarán la protesta hasta que se derogue la eliminación de los subsidios al diésel y la gasolina extra.
"Mientras cada uno se sienta, de las partes, radicalizados en sus posturas yo le veo de una manera muy difícil, casi imposible que se dé ese diálogo", dijo el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, Luis Cabrera, a un medio de televisión.
En el noveno día de protesta y luego de que enterraron a uno de sus compañeros muerto durante la huelga nacional de miércoles, unos cientos de indígenas procedentes de la Amazonia llegaron a Quito con lanzas y sus rostros pintados en señal de combate, para sumarse al reclamo y liderar la marcha que planeaba llegar al Palacio de Carondelet, según testigos de Reuters.
"¡Fuera Lenín, fuera"¡ gritaban los manifestantes. La organización indígena CONAIE informó que en otras ciudades del centro del país se mantenía activa la protesta.
El gobierno confirmó que cuatro personas murieron durante las manifestaciones, unos 133 policías han resultado heridos y más de 600 personas estaban detenidas.
Las protestas, las peores en más de una década, comenzaron la semana pasada tras el anuncio de Moreno de un paquete de medidas que apuntan a reducir un abultado déficit fiscal y en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por unos US$4.200 millones.
Los bloqueos en carreteras del centro y norte del país han complicado el abastecimiento de alimentos y derivados. Por su parte, el sector petrolero registraba pérdidas acumuladas hasta el jueves de unos 520.000 barriles de crudo, según datos oficiales.
Moreno, quien traslado el gobierno a Guayaquil, decretó un estado de excepción y luego un toque de queda nocturno, ha dicho que no renunciará, ni derogará las medidas porque son necesarias para mejorar la economía dolarizada del país petrolero.
El secretario de la Presidencia, Agusto Briones, dijo que el Gobierno quería sentarse a dialogar, pero "creemos que la condición mínima es tener paz".
"Parecería que tuvimos un resorte contenido durante diez años, lo soltaron ahora y tenemos reclamos por todos lados", agregó a un canal de televisión. "Es hora de sentarnos de manera responsable".
El Gobierno ha dicho que tuvo acercamientos esta semana con los sectores en descontento y que elaboró un programa agrícola para plantearles a los indígenas como compensación a las medidas. Pero la CONAIE calificó de "fantochada" al diálogo que propone Moreno y han calificado a su gobierno de "asesino".
Las Naciones Unidas, que ha estado actuando como mediador junto con la Iglesia Católica, hizo un llamado a mantener la calma en la nación sudamericana.
"Llamamos a todo el país a mantener, ahora más que nunca, su actitud solidaria, pacífica y respetuosa de los derechos de las y los ecuatorianos, los derechos colectivos de los pueblos y nacionalidades y evitar estigmatizar a las personas en situación de movilidad humana", expresó Naciones Unidas Ecuador en su cuenta de Twitter.
Moreno ha dicho que detrás de los disturbios están intentos de desestabilización de su gobierno por parte del expresidente Rafael Correa y del mandatario venezolano Nicolás Maduro, quienes han negado las acusaciones.