La meta de este nuevo encuentro, según informó la cancillería peruana, es "apreciar la grave situación en Venezuela y su impacto regional desde diferentes perspectivas". Pero las características del encuentro apenas lo diferencian de otros, que no han brindado resultados.
Lima. La ciudad de Lima se convierte nuevamente en el escenario de un esfuerzo internacional para buscar una salida a la crisis política de Venezuela. Fue precisamente por iniciativa del llamado "Grupo de Lima” que más de cien países fueron convocados a reunirse este martes a nivel ministerial.
La meta de este nuevo encuentro, según informó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú, es "apreciar la grave situación en Venezuela y su impacto regional desde diferentes perspectivas, en un espacio de diálogo y reflexión plural".
Uno más. La cantidad de espacios de diálogo internacional sobre la crisis venezolana ha aumentado considerablemente desde que Juan Guaidó se convirtió en el principal líder de la oposición el pasado mes de enero. Sin embargo, todos comparten una característica: la ausencia de resultados contundentes.
El Grupo de Lima ha logrado consensos importantes en las posturas de sus miembros, pero no ha podido convencer a organismos internacionales como las Naciones Unidas de unirse a su "cerco diplomático” en contra de Nicolás Maduro.
El llamado "Mecanismo de Montevideo”, convocado por México y Uruguay, fracasó prácticamente desde su arranque al no lograr una postura unánime en su primera declaración conjunta. Por su parte, el "Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela”, apadrinado por la Unión Europea, intentó en vano establecer un diálogo entre Maduro y la oposición y parece haber suspendido sus reuniones mensuales tras su último encuentro en el mes de mayo.
Grandes ausentes. La idea detrás del encuentro de este martes era ampliar el alcance del Grupo de Lima para incluir en la discusión a países que aún no reconocen a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.
Países como China, Irán y Rusia se consideran aliados clave de Nicolás Maduro desde un punto de vista comercial, diplomático e incluso militar. Las primeras publicaciones sobre la Conferencia Internacional por la Democracia en Venezuela parecían sugerir que la participación de estos países sería un primer paso para incorporarlos a la iniciativa de presión contra Maduro.
Sin embargo, un vistazo al listado final de participantes revela que el grupo fracasó en este propósito: en la lista aparecen varios países que han sido abiertamente críticos de Nicolás Maduro como Estados Unidos, Colombia o Brasil, pero faltan precisamente aquellos que siguen apoyándolo: Rusia anunció que no asistiría a la conferencia, aduciendo que dudaba que el encuentro pudiera llevar a un diálogo entre Maduro y la oposición.
China, Irán, Bolivia y Cuba también rechazaron la invitación a la conferencia, convirtiéndola de facto en una reunión de países que apoyan a Guaidó. La lista de organismos internacionales que forman parte de la conferencia también es escueta. Se limita al Banco Interamericano de Desarrollo, al Banco de Desarrollo de América Latina y a una representación de la Unión Europea.
Estados Unidos al frente. El encuentro de este martes se da poco después de importantes movimientos de Estados Unidos en contra de Venezuela y en particular del anuncio de un posible bloqueo por parte del gobierno de Donald Trump al comercio venezolano.
Funcionarios de alto rango del gobierno estadounidense anunciaron su participación, incluyendo al Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, y al Secretario de Comercio, Wilbur Ross. Para el analista político Enrique Daza, del Centro de Estudios Latinoamericanos en Bogotá, consultado por DW, la fuerte influencia de Estados Unidos en la conferencia le resta credibilidad.
Por una parte, la ausencia de los países que hasta ahora han negado su apoyo a Guaidó dificulta la percepción de neutralidad necesaria en una situación como la de Venezuela. Y por otro, Estados Unidos se ha convertido en un partícipe impredecible en conferencias como la que tiene lugar en Lima.
"No puede evaluarse la conferencia, ni la situación actual internacional, ignorando el desafío que Estados Unidos ha hecho a los mecanismos multilaterales de solución de controversias. Además, está ausente la Organización de las Naciones Unidas. Parece que la conferencia forma parte más de la política estadounidense que de un esfuerzo legítimo por una solución pacífica a la crisis política de Venezuela”, señaló.
Medidas sobre medidas. Si bien la reunión de este martes difícilmente logre más que abogar en un comunicado por una solución pacífica al conflicto y, posiblemente, exigir la convocatoria de elecciones libres en Venezuela, sí podrían acordarse medidas que sirvan para alivianar los efectos de la crisis.
Reuniones anteriores del Grupo de Lima y del Grupo Internacional de Contacto han llevado a regulaciones más laxas para la migración venezolana y han previsto apoyos financieros para el país una vez que se encuentre una salida a la crisis.
Sin embargo, países como Colombia o Estados Unidos no han descartado por completo la posibilidad de una intervención militar en Venezuela, como tampoco se ha descartado el bloqueo comparable al de Cuba mencionado por Donald Trump.
Para Enrique Daza, la conferencia podría prestarse para legitimar este tipo de intervenciones, con consecuencias impredecibles y que "tendrían un costo humano muy alto, puesto que Maduro tiene todavía una fuerza que no es despreciable”.