Desde el pasado jueves, una serie de muertes súbitas atribuidas a un “síndrome febril hemorrágico” mantiene en vilo a la población venezolana. Y el silencio del gobierno local no disipa la inquietud general.
En circunstancias normales, la escasez de implantes mamarios de marca que se registra en Venezuela monopolizaría los titulares de la prensa local. Después de todo, Venezuela es el país donde se realiza el mayor número de cirugías plásticas para realzar los senos, después de Estados Unidos, Brasil, México y Alemania. Pero, desde el pasado jueves 11, es la muerte de diez personas a causa de una inusual infección la que acapara la atención de la población y redefine, a sus ojos, la noción de “crisis sanitaria”.
En un momento en que tanto las clínicas privadas como los hospitales públicos reportan insuficiencias sin precedentes, en que su personal exige la declaración de un estado de emergencia para evitar el desplome absoluto del sistema de salud, en que los brotes de malaria alcanzan proporciones epidémicas y los casos de dengue y chikungunya se multiplican sin cesar, lo último que los venezolanos necesitaban era la aparición de una enfermedad desconocida para el estamento médico.
Ya en marzo de 2014, los profesionales de la salud protestaron por las insuficiencias del sistema sanitario venezolano.
Diez víctimas mortales conocidas. Las ocho primeras víctimas fallecieron en el estado septentrional de Aragua. El 11 de septiembre, Ángel Sarmiento, presidente del colegio médico de esa entidad, atribuyó sus defunciones a un “síndrome febril hemorrágico” con síntomas similares a los del dengue y el chikungunya: malestar general, fiebre, dolores musculares y articulares. La alarma sonó por la rapidez con que aparecieron erupciones cutáneas, seguidas por sangramientos internos y externos; por insuficiencias respiratorias, hepáticas y renales; y por la muerte.
La infección mató a otras dos personas en un lapso de 72 horas este lunes (15.9.2014). “No sabemos de qué se trata”, admitió en Caracas el presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas León Natera. “Yo no creo que se trate de meningococcemia ni de ningún otro padecimiento de origen bacteriano porque, hasta ahora, todos los fallecidos han sido atendidos directamente por sus allegados sin que los últimos enfermen. La meningococcemia es altamente contagiosa y letal”, explica Rafael Orihuela, experto en enfermedades tropicales, en entrevista con DW.
El menor de los males. “Prefiero pensar que es la vertiginosa expansión de las epidemias virales del dengue y el chikungunya –que fácilmente puede estar afectando a unas 40.000 personas– la que propicia síntomas atípicos severos como los vistos: los cuadros de shock graves, las fallas de múltiples órganos y la muerte. Descartar la meningococcemia por lo menos nos deja frente a dos epidemias conocidas”, acota quien también fuera ministro de Sanidad y Asistencia Social (1992-1993), y director del Hospital Universitario de Caracas.
De comprobarse que las misteriosas muertes fueron causadas por estos enemigos bien identificados, podrían tomarse medidas como las que los especialistas y la propia población vienen demandando desde hace tiempo. “Los virus que causan el dengue y el chikungunya son transmitidos por los mosquitos aedes albopictus y aedes aegypti, que han proliferado en las últimas semanas en Caracas y localidades de los estados Aragua, Carabobo, Miranda y Vargas. Una efectiva campaña de fumigación y abatización acabaría con ellos”, comenta Orihuela.
Estado de negación. Sin embargo, señala el investigador, la situación se ha visto agravada por la actuación del Ejecutivo de cara a la emergencia. “El Gobierno comenzó negando el denominador común de las muertes registradas y amenazando con encarcelar al primer médico que habló sobre este problema de salud pública; a través de la policía técnica judicial, secuestró el cuerpo de un fallecido para que la autopsia se realizara en la morgue estatal y se niega a difundir información al respecto. Ese secretismo lo que genera es más recelo y angustia”, asegura Orihuela.
“Desde las filas del Gobierno se puso a circular la historia de que las muertes fueron causadas por el virus del Ébola con miras a que la oposición cayera en la trampa y regara el rumor, pero nadie les hizo caso”, dice Orihuela, agregando que él y otros científicos planean reunirse formalmente con las autoridades de la Organización Panamericana de la Salud para ponerlos al día sobre lo ocurrido en Venezuela.
Mientras tanto, los profesionales de la salud siguen esperando a que se declare el estado de emergencia sanitaria; una decisión que haría viable la desburocratización de la transferencia de recursos económicos al ministerio de la Salud, la importación directa de medicamentos sin registro previo y otras medidas para hacer frente a las diversas crisis sanitarias que afligen a los habitantes de este país sudamericano.