Como era esperable Ollanta Humala entró a la segunda vuelta de manera cómoda y sin correr mayores riesgos y le acompañará Keiko Fujimori. Los grandes perdedores en esta elección han sido, en orden decreciente, Alejandro Toledo, Luis Castañeda y Pedro Pablo Kuczynski. Con estos resultados se plantea un escenario complejo en la política peruana, en la medida que también es previsible que las alineaciones en la elección de los 130 congresistas que se eligen en esta oportunidad no le darán mayoría en el Congreso a ninguno de los dos candidatos, con lo cual cualquier proyecto de relevancia estratégica, orientada a cambios sustantivos, dependerá de las capacidades de negociación entre las distintas facciones políticas que, además, poseen una alta volatilidad y baja lealtad ideológica. Debemos recordar que el APRA (partido emblemático en el Perú y América Latina) no presentó candidato por razones de discrepancias internas.
Resulta notable la variación producida entre las encuestas de hace poco más de un mes y los resultados obtenidos este domingo. La razón de ello se puede buscar en diversos factores, donde los de mayor relevancia son el desencanto respecto a la eficiencia del modelo para redistribuir riqueza, disminuir la pobreza, detener la delincuencia, el narcotráfico y la corrupción, entre otros. Sin embargo, también debe considerarse la existencia de nuevos votantes que se distribuyen en más de 400.000 jóvenes (el voto en el Perú es obligatorio) y la inclusión del voto militar (recién después de la elección del 2006 tiene derecho) que puede llegar a una cifra cercana al millón y medio de ciudadanos vinculados a los militares, y donde un porcentaje significativo estaría en disposición de apoyar a Keiko Fujimori, en la perspectiva de cambios sustantivos en las relaciones entre el Ejecutivo y las fuerzas armadas, especialmente respecto a temas pasados.
Concluida la primera parte del proceso electoral peruano se avecinan dos escenarios distintos. Por una parte, la dinámica que va a tomar el contenido de las campañas de Fujimori y Humala para lograr obtener el voto huérfano de los candidatos perdedores, con vistas al ballotage del 5 de junio y, por otra, la definición acerca del tipo de gobierno que cada uno de ellos ofertará a la población peruana, y que estará vigente por los próximo cinco años, a contar del mes de julio, cuando asuma el nuevo gobernante.
En estos escenarios, un tema de relevancia es la aproximación que cada candidato tenga respecto a la continuidad del modelo de desarrollo económico. Conforme la estructura económica de Perú y la distribución de las preferencias electorales, los dos candidatos precisaran diferenciarse y establecer posición respecto a los énfasis que desean establecer para cautivar el voto de centro, considerando que no hay espacio para posiciones radicales ni extremas. Del mismo modo, deberán diferenciar su discurso político para sectores urbanos de aquél para sectores rurale,s donde finalmente está el diferencial que puede asegurar el triunfo. En este contexto, los discursos serán parecidos salvo por la forma de administrar el proceso de desarrollo en que se encuentra el Perú. Así, Humala estará dispuesto a negociar pero se estima que igualmente revisará e intentara que el Estado tenga un rol más decisivo en las aprobaciones y en la fiscalización de los capitales extranjeros que están invertidos en el país, como en aquellos que pudiesen llegar en un futuro próximo. Fujimori, por su parte, se focalizará en fortalecer la capacidad de control y coerción del Estado en distintos niveles para bajar la sensación de inseguridad y entregar más bienestar (educación, salud, alimentación, subsidios) en el sector rural. En base a esos dos ejes se producirá un debate matizado por ataques personales tendientes a validar el liderazgo y capacidades personales, a la vez que la búsqueda de apoyos transversales que aseguren el mayor caudal de votos posibles de los desencantados de Alan Garcían como de los otros candidatos. Conforme sea la intensidad de este proceso, los votos nulos y blancos podrán aumentar o disminuir.
Con todo, el modelo peruano no está en riesgo. La influencia demostrada por asesores brasileños y argentinos en torno a perfiles de liderazgos similares al de Lula o Cristina Fernández servirán, en parte, de modelos a la construcción de discursos. No hay que olvidar que Perú se encuentra inmerso en un proceso de alta fragmentación partidaria y divisiones internas que deja al electorado en una situación de orfandad ideológica, obligando a tomar opciones por otras características. El peor escenario para el Perú es que, en virtud de la necesidad de diferenciación, se opte por entrar en una espiral de guerra sucia que dejaría un complejo escenario futuro marcado por una alta polarización.
Para Chile no se vislumbran mayores riesgos en la relación con Perú, toda vez que ambos candidatos se enfrentan a un escaso margen de maniobra en virtud del precario apoyo parlamentario que tendrán, como por el hecho de que las reformas estructurales realizadas en los niveles macroeconómicos son difíciles de revertir sin un respaldo del Congreso. Sin embargo, las relaciones serán significativamente diferentes en términos de cercanía, confianza y credibilidad, cualquiera que sea el ganador de la segunda vuelta. Sin duda, triunfando Fujimori las relaciones serán de mayor pragmatismo, pero no implicando mayor cercanía. Con Humala, las relaciones serán distantes y con escasos grados de confianza.
Teniendo presente que el segundo semestre corresponde el inicio de la parte oral del juicio que lleva la Corte Internacional de La Haya, en virtud de la demanda peruana, el escenario del segundo semestre tendrá ribetes distintos a la campaña presidencial. Por ello, es menester observar con prudencia los factores que estarán presentes en esta campaña del ballotage y no adelantar juicios respecto a lo que vendrá después.
Perú posee una estrategia que fácilmente orienta su quehacer de aquí al 2050, y con objetivos claros de crecimiento y desarrollo. El próximo presidente del Perú tiene desafíos heredados e imperativos regionales y mundiales que cumplir. Por una parte, los intereses de Brasil en la amazonía y su necesidad de recursos naturales para dotar de energía, servicios y comunicaciones a toda esa área, ya ha motivado un incremento importante de inversiones. Lo mismo sucede con otros países. Chile por ejemplo, lleva una inversión total de casi US$10.000 millones y en 2010 alcanzó US$1.829 millones que se distribuyen en distintas áreas de servicios e industria, lo cual genera 750.000 empleos para Perú. Por tanto, y más allá de los factores históricos que determinan nuestra relación, es del caso observar y evaluar también las oportunidades que se derivan de ello.
De mantenerse la distribución electoral en el Perú, las mejores probabilidades de triunfo las tiene Keiko Fujimori. Sin embargo, ello es a poco menos de dos meses, donde la dinámica del proceso puede hacer cambiar lo que hoy se perfila como tendencia, según los datos conocidos.