Mientras unos reconocen "algunos problemas" y creen que se trata de una "protesta pasajera". Otros sugieren que en Chile lo que se plantea es un "cambio del sistema económico, a través de una reforma constitucional".
¿Qué pasó en 12 días? El pasado 8 de octubre el presidente de Chile, Sebastián Piñera, decía orgulloso en un programa de televisión que "en medio de esta América Latina convulsionada, Chile es un verdadero oasis con una democracia estable”. Pero durante la jornada de este domingo afirmó que "estamos en guerra contra un enemigo poderoso”, debido a la crisis que atraviesa actualmente el país y que parece no hacer distinción entre las demandas de la ciudadanía y los actos vandálicos.
Entre barricadas, incendios y otros desmanes, cientos de miles de chilenos tomaron pacíficamente sus cacerolas y comenzaron a golpearlas en señal de protesta, aún con la presencia de militares en la calle y en pleno toque de queda. "Chile despertó” se escuchaba en las calles.
La "democracia estable” de la que el Presidente chileno tanto se vanagloriaba parecía haberse esfumado en pocos días y se había transformado en una presunta "guerra", según sus propias palabras.
"La situación fue tan sorpresiva y tan violenta que claramente el gobierno se vio sobrepasado. La medida de decretar estado emergencia es un reconocimiento a eso. En cierta manera, pide ayuda a las FF.AA., ante su inevitable debilidad. Pero si no hubieran salido los militares el desorden hubiera sido mayor”, dice a DW el académico de orientación conservadora de la Universidad Católica de Chile, Roberto Méndez.
Reacción tardía. Desde 1987, el Ejército no sacaba sus tanquetas a la calle para restablecer el orden público, cuando el país vivía en dictadura. Sin embargo, esto no apaciguó el descontento ciudadano trasladado a las calles. Ni siquiera la suspensión al alza del transporte público anunciada por el Gobierno calmó a los manifestantes.
"El Presidente decidió apagar el fuego con bencina. Con militares en la calle no puede existir el diálogo”, señaló la ex líder estudiantil y actual diputada del Partido Comunista, Camila Vallejos, a través de su cuenta de Twitter, frase que se repitió en otros sectores de oposición.
"El Gobierno se equivocó. Debió haber tomado medidas de seguridad en el metro, pero cuando quiso cerrar la puerta y retomar el orden ciudadano ya era muy tarde. Mandó a los militares a la calle sabiendo que no tienen la posibilidad de restablecer el orden. Los chilenos ya no le tienen miedo a los militares, es más, son desafiantes con ellos”, explicó a DW Marta Lagos, directora de Latinobarómetro, una ONG que realiza sondeos.
Era una bomba de tiempo. El detonante de las violentas protestas parecen no radicar solo en el alza del transporte público, como lo ejemplican diversas expresiones en las redes sociales.
"Nadie se imaginó que nos encaminábamos a esto. La gente está en estado de shock, con miedo e indignación. Pienso que es solo un momento de furia, pero no es un movimiento político con una proyección desestabilizadora. Hay problemas con las pensiones, la salud y el incremento de la delicuencia donde el Estado está comentiendo errores", explicó a DW Méndez.
A esto se le suman los escándalos de corrupción de la clase política, empresarial, de Carabineros y las Fuerzas Armadas, en casos conocidos como el "Pacogate" y "Milicogate".
Marta Lagos contradice al académico de la Universidad Católica de Chile y afirma que "esto es una revolución que va a terminar en un cambio constitucional, sí o sí". Según Lagos, "lo único que puede restituir el equilibrio de poder es un cambio constitucional, porque aquí lo que se cuestiona es el actual sistema y el modelo económico de Chile".
Por su lado, Manuel José Ossandón, senador, miembro de la misma coalición de centroderecha de Piñera, hizo un llamado en su cuenta de Twitter: "Hay que mirar el descontento. Hay cacerolazos por todas partes, pude ver como en todas las comunas la gente reclama y el mundo político no quiere entender que aquí hay un descontento, con años de abusos, injusticias y desigualdad. Yo condeno la violencia, pero invito a que nos sentemos a buscar una solución del tema profundo. No hay crecimiento económico sin paz social”.
No hay gobernabilidad. El presidente mismo no ha demostrado el mejor tacto en medio de la crisis. Mientras colapsaba el transporte público, él celebraba desatendido en una pizzería. Una actitud que la vocera de Gobierno Cecilia Pérez defendió aludiendo que él "aparte de presidente, también es humano y abuelo”.
"No hay Gobierno, no hay liderato y nadie responde a las preguntas. No se sabe quién está al mando. Es una anarquía lo que se vive, sin autoridad y con total impunidad. El vacío de poder produce anarquía e ingobernabilidad. Eso demuestra que el Presidente no entiende lo que está pasando”, agrega Marta Lagos.
Lo que viene ahora. "La gente no quiere más abusos, está cansada de promesas que no se cumplen. La gente quiere soluciones, quieren un debate sincero y amplio. No quieren humo ni leyes cortas, quieren soluciones profundas. Piden una nueva Constitución que consagre una sociedad de derechos y garantías básicas”, dijo en Twitter el ex contendor presidencial de Sebastián Piñera, Alejandro Guillier.
El gran desafío será ahora recuperar la confianza de la ciudadanía, proponiendo soluciones políticas viables a esta crisis que no se reducen solamente a temas de seguridad pública. Chile tendrá que demostrar su gobernabilidad en vísperas de dos eventos internacionales: la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en noviembre -donde Donald Trump y Xi Jinping anunciaron su presencia-, y la Conferencia de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP25), en diciembre.
¿Cómo se vuelve a la normalidad?. Nadie tiene una respuesta clara.