Este domingo poco más de 15 millones de chilenos están llamados a las urnas para elegir al nuevo presidente del país. Se tratará de una elección fragmentada y polarizada, donde todos los escenarios son posibles y la segunda vuelta es considerada un hecho.
Los candidatos presidenciales que aspiran a gobernar Chile desde marzo de 2022 han repetido que las elecciones del próximo domingo 21 de noviembre, donde se eligen también parlamentarios, son las más importantes de los últimos 30 años, e incluso de las décadas que vienen.
Y aunque es probable que haya una cuota de exageración, no deja de ser cierto que las votaciones están enmarcadas en un contexto particular. No solo está el débil gobierno que se va, sino también la Convención Constitucional, las huellas del estallido social de octubre de 2019 y, sobre todo, una fragmentación política que hará más compleja la formación de coaliciones tras la previsible segunda vuelta, que tendrá lugar en diciembre.
Los sondeos dicen que lo más probable es que los candidatos José Antonio Kast (Frente Social Cristiano, ultraderecha) y Gabriel Boric (Apruebo Dignidad, izquierda) sean los que disputen el balotaje, lo que supone un escenario de polarización desconocido en el país sudamericano desde el retorno a la democracia, en 1990.
Vale también mencionar que los sondeos se han equivocado en sus apuestas en prácticamente todas las elecciones tras el estallido social, por lo que muchos analistas no descartan que a la segunda vuelta pueda pasar alguno otro de los que aparecen con alguna opción, como Sebastián Sichel (centroderecha) o Yasna Provoste (centroizquierda).
"Sí, es una elección bien fragmentada, mucho más que las de años anteriores", señala Jorge Saavedra, profesor asociado del Departamento de Sociología de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y autor del libro The Media Commons and Social Movements: Grassroots Mediations Against Neoliberal Politics. "En la segunda vuelta, los que no ganen van a optar por quien se encuentre más cerca, o menos lejos, de sus ideales", señala. Para el investigador, también será importante ver cómo se articula la "amenaza” del rival, un factor que podría llevar a muchos electores a votar por oposición, es decir, por el "mal menor".
Elección de extremos
"Las encuestas son engañosas, hay que saber leerlas", dice Kenneth Bunker, analista político, experto en comportamiento electoral y director del portal tresquintos.cl.
"Cuando uno logra sacar algo de información puede mirar las tendencias, que muestran que Kast y Boric están arriba". Para él, "aparte de Boric nadie tiene asegurada la segunda vuelta", y la duda que está presente es si Sichel, el candidato del bloque oficialista y exministro del presidente Sebastián Piñera, consigue remontar y pasar a segunda vuelta en lugar de Kast, un derechista que se declaró opositor al gobierno.
Si llegan a pasar Kast y Boric, que es la opción que los expertos consideran mayoritariamente, todos apuntan a que se tratará de una elección polarizada. "Algunos dicen que Chile ha estado polarizado desde 1989, pero la verdad es que Boric está más a la izquierda de la Concertación, y Kast está más a la derecha de la Alianza", explica Bunker, en referencia a los sectores políticos que han gobernado desde 1990.
"Ambos están a los costados, son los que ofrecen alternativas más radicales entre quienes tienen posibilidades de pasar a la siguiente ronda", explica.
Saavedra piensa que, si bien a priori ambas candidaturas podrían parecer más extremas, "si vemos los cambios ocurridos en el país en los últimos 10 años, con la aparición de un grupo político por fuera de la izquierda tradicional (Frente Amplio), pero por sobre todo lo ocurrido después del estallido social, lo que tenemos es que hay una ciudadanía que mayoritariamente pide un cambio de modelo. La votación, cercana al 80%, que recibió la opción de terminar con la Constitución neoliberal de Pinochet así lo demostró”. Para él, los electores buscan opciones de futuro, aunque en esa búsqueda la derecha se refugió precisamente en el pinochetismo.
El refugio nostálgico
"Se trata de un refugio un tanto nostálgico de un ayer donde -desde esa mirada- el país vivía con menos delincuencia y más orden. ¿Cuál es la explicación de esa regresión de la derecha? Una es que ese sector nunca ha podido forjar un relato y una práctica que les acerque a posiciones menos dictatoriales, más progresistas y democráticas; y la otra es que se presenta como una opción más inmediata a resolver la percepción de inestabilidad e inseguridad que existe en el país", sostiene el académico de la Universidad de Cambridge.
"Hay un eje que puede servir para explicar por qué Kast y Boric están arriba: es el eje que va del cambio hasta el orden. Kast representa el orden y Boric el cambio, y son los votantes los que tienen que ver dónde se ubican en ese continuo", coincide Bunker.
"Lo único bueno que ha hecho Yasna Provoste en esta campaña fue una frase donde ella dijo que Boric es cambio sin orden y Kast es orden sin cambio", agrega el analista. Para él, el crecimiento de Kast en los sondeos tiene que ver con que toca una tecla que suena bien a la clase media, donde lo ven "como alguien más favorable para restablecer el precio normal, entre comillas, de las cosas. Es gente que ve demasiado cambio, y ese cambio tiene un costo que ya lo están viendo en sus hogares", puntualiza.
"La institucionalidad política chilena está en proceso de cambio y me parece que eso va a seguir así por un tiempo", sostiene Saavedra. Y buena parte de lo que viene dependerá no solo de quién gane, sino también de cuánto respaldo consiga en el Parlamento.
"Un gobierno de Kast sería difícil de sostener, sobre todo si no logra respaldo en el Congreso", agrega. "Hay que ver el Senado, si el ganador tiene quórum, el porcentaje que saquen los otros candidatos, pero tras las elecciones va a haber una gran negociación y el centro de ese debate seguirá siendo la democracia, el autoritarismo y la estabilidad del país".
En la segunda vuelta, estima Bunker, "los candidatos se van a mover al centro y van a prometer gradualidad y moderación en los cambios" para tratar de convencer a los indecisos.