Los indecisos tendrán mucho peso en esta elección, a la que el izquierdista Morales llega como favorito con más del 30% de las preferencias. Se medirá con el ex presidente Carlos Mesa, que con 27% de la intención de voto ha dado chances reales a la oposición por primera vez en años.
La Paz. Bajo su gestión Bolivia tuvo el mayor crecimiento de su historia y redujo la pobreza, pero el país decidirá el domingo si avala las ambiciones del presidente Evo Morales de aferrarse al poder luego de casi 14 años o permite el regreso de la clase política que no pudo lidiar con las penurias económicas.
Los indecisos tendrán mucho peso en esta elección, a la que el izquierdista Morales llega como favorito con más del 30% de las preferencias. Se medirá con el expresidente Carlos Mesa, que con 27% de la intención de voto y propuestas de centro ha dado chances reales a la oposición por primera vez en años.
De todos modos, ninguno de los dos lograría el 50% de los votos o la ventaja de 10 puntos sobre el escolta necesaria para evitar una segunda vuelta el 15 de diciembre.
Morales, un exrecolector de hojas de coca de 59 años que se convirtió en el primer mandatario indígena en una nación donde los ciudadanos de pueblos originarios son mayoría, lleva las riendas de una economía que ha crecido un promedio de 4,6% anual desde que asumió en 2006, una tasa envidiable para la mayor parte de Latinoamérica.
Durante su gestión nacionalizó las abundantes reservas de gas del país, combinó sus medidas estatistas con políticas económicas amigables con el mercado e invirtió en programas sociales que sacaron de la pobreza a unos 3 millones de personas, casi una cuarta parte de la población.
"Queremos dar cinco años más de nuestra experiencia para que Bolivia siga creciendo económicamente, para terminar nuestras grandes obras", dijo Morales al cerrar su campaña el miércoles.
Sin embargo, Morales ha venido perdiendo poco a poco su otrora inmenso apoyo popular, mostraron sondeos.
Muchos bolivianos creen que ha forzado las leyes en su intento por ser reelegido una vez más, de acuerdo con las encuestadores. Y sus detractores le reprochan conductas autoritarias, corrupción, derroche de recursos públicos y un mayor endeudamiento del país.
"Esta elección es absolutamente diferente a todas las anteriores. Para ponerlo en retrospectiva, el señor Evo Morales en la última elección tenía más del 50% de intención de voto", dijo el politólogo Franklin Pareja. "Hoy lo estamos viendo al presidente Morales salir de muchos lugares silbado".
En estas elecciones se definirá también el equilibrio de fuerzas en la bicameral Asamblea Legislativa, que hoy controla el oficialismo por amplia mayoría.
Morales, líder del Movimiento Al Socialismo (MAS), ha invocado los fantasmas de los descalabros económicos ocurridos bajo gobiernos neoliberales y ensalzado sus logros económicos y la estabilidad que hoy vive Bolivia.
Incluso subió la apuesta: prometió llevar el Producto Interno Bruto (PIB) para 2025 a US$60.000 millones desde los US$42.000 millones actuales y reducir la tasa de pobreza extrema del 15% al 5%.
Pero Mesa, que gobernó Bolivia por menos de dos años hasta verse forzado a renunciar en 2005 en medio de protestas por el alza en los precios de los hidrocarburos, asegura que no representa al neoliberalismo y que no propone privatizar ni hacer ajustes estructurales a la economía.
Mesa prometió acabar con el despilfarro fiscal, el autoritarismo, la corrupción y la pobreza, y pasar de una economía de extracción de materias primas a otra diversificada.
"Este 20 de octubre no nos estamos jugando una elección, nos estamos jugando el futuro de nuestra querida Bolivia", dijo el candidato opositor, un historiador y experiodista de 66 años.
Pero su pasado político como vice del expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada, quien huyó del país en el 2003 en medio de una ola de represión militar que dejó más de 60 muertos, le han restado apoyo electoral.
A pesar de todo, algunas encuestas proyectan que si hay un balotaje, Mesa podría derrotar al mandatario indígena.