El alejamiento de Alain Joyandet y Christian Blanc parecieron ser un intento del presidente Nicolas Sarkozy por imprimir algo de autoridad en su díscolo gabinete.
París. Dos ministros franceses de segunda línea renunciaron este domingo por sendos escándalos relacionados con gastos, en momentos en que el Gobierno de centroderecha lucha por recuperar credibilidad política tras una serie de traspiés embarazosos.
Las renuncias de Alain Joyandet, secretario de Estado para desarrollo en el extranjero, y Christian Blanc, secretario de Estados para la región del Gran París, parecieron ser un intento del presidente Nicolas Sarkozy por imprimir algo de autoridad en su díscolo gabinete.
La decisión también sugiere que el mandatario no está preparado para sacrificar a su prominente ministro de Trabajo, Eric Woerth, cuya reputación ha sido opacada por acusaciones de un conflicto de intereses respecto a supuestas violaciones impositivas por parte de la heredera más rica de Francia.
El propio despacho de Sarkozy anunció las renuncias simultáneas, que se producen pocos días después de que el presidente criticó el comportamiento de ambos ministros y quedara claro que serían apartados del cargo en una reorganización del Gabinete planeada para octubre.
Blanc, ex jefe de Air France, saltó a los titulares de la prensa el mes pasado cuando se conoció que su oficina había gastado 12.000 euros (US$14.680) en cigarros. El funcionario admitió él mismo había fumado un tercio de los cigarros y se le ordenó pagar la suma entera.
Joyandet quedó en el centro de la escena tras reportes de que había contratado un jet privado a un costo de 116.500 euros para viajar en misión oficial al Caribe cuando podía haber tomado un vuelo regular.
Las revelaciones se produjeron en momentos en que el Gobierno estaba buscando promover una sobriedad ministerial ante un déficit creciente que se encamina a alcanzar este año un récord de 8% del Producto Interno Bruto.
Un funcionario en el Palacio Eliseo, que pidió no ser identificado, dijo que Sarkozy había decidido desprenderse de ambos hombres para "castigar un comportamiento que era considerado inadmisible".
Para que el Estado ahorre dinero, ninguno de los funcionarios relevados será reemplazado.
Las revelaciones periodísticas del malgasto de fondos públicos en Francia ha originado una ofensiva gubernamental aunque no a la medida del escándalo desatado el año pasado en Gran Bretaña, cuando se filtraron detalles de dudosos reembolsos a funcionarios y legisladores.
Pero el Gobierno ha cerrado filas alrededor de Woerth, que supervisa una sensible y crucial reforma al endeudado sistema de pensiones estatal pero enfrenta el escrutinio diario sobre el llamado "caso Bettancourt".
Las autoridades francesas han ordenado una revisión completa a la situación impositiva de Liliane Bettencourt, la heredera de 87 años del emporio cosmético L'Oreal, luego de que uno de sus consejeros reconoció que podría haber irregularidades en sus finanzas.
Los políticos opositores se han preguntado por qué Woerth nunca ordenó una revisión fiscal de la heredera mientras fue ministro de Presupuesto en el período 2007-2010, justo cuando su esposa trabajaba para la compañía que administraba la fortuna de Bettencourt.
Woerth ha negado cualquier acto incorrecto y Sarkozy lo ha defendido abiertamente. Sin embargo, en la semana en que la aprobación del presidente tocó su mínimo histórico, claramente sintió que necesitaba poner orden en sus filas.