En mayo y junio Washington planea deportar nuevamente a miles de inmigrantes procedentes de El Salvador, Honduras y Guatemala.
“El presidente Obama se niega a reconocer que la violencia en Centroamérica es un problema regional”, dice Marielena Hincapié, directora del Centro Nacional de Ley de Inmigración (Nilc, por sus siglas en inglés), una ONG con sede en Washington que lucha por los derechos de los inmigrantes en Estados Unidos. “Se niega a reconocer que huyen de la violencia, al igual que los refugiados sirios”, agrega.
Según informaciones del Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU., todos los centroamericanos que entraron ilegalmente a Estados Unidos después del primero de enero de 2014 serán expulsados del país. Las deportaciones se llevarán a cabo en los próximos 30 días.
La ola de refugiados procedente de América Latina muchas veces provoca roces entre el gigante norteamericano y los vecinos sureños. Alrededor de 390.000 mexicanos emigran cada año a EE.UU., de acuerdo con el Consejo Nacional de Población. Asimismo, aumentó considerablemente el número de inmigrantes hondureños, salvadoreños y guatemaltecos.
Jóvenes sin perspectiva. Entre octubre de 2015 y marzo de 2016, fueron detenidas 32.117 familias en la frontera con EE. UU., informa la autoridad fronteriza de ese país. En el mismo periodo del año anterior fueron en cambio 13.913 familias. El porcentaje de los niños refugiados incluso aumentó un 78%.
El éxodo centroamericano está relacionado con la creciente violencia en la región. El Salvador es uno de los países más peligrosos del mundo con 103 asesinatos anuales por cada 100.000 habitantes. En Honduras se registran 90 asesinatos por cada 100.000 habitantes al año.
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La violencia masiva que azota al territorio salvadoreño desde 2015 se debe a la guerra entre las llamadas maras, las bandas criminales “18” y “Salvatrucha”. En 2012, el Gobierno había logrado negociar un armisticio entre los dos grupos criminales con ayuda de la Iglesia católica. No obstante, tras un corto periodo de paz, la violencia regresó.
Esto complica la situación de los migrantes salvadoreños que podrían ser deportados. “Creo que las maras cumplirán su amenaza y me asesinarán cuando regrese”, explicó la madre de una niña de 12 años al periódico El País. Actualmente se encuentra retenida en un centro de deportación en Texas. “A una vecina le pasó lo mismo”, agregó.
Violencia desbordada e impunidad. Se estima que en El Salvador operan cerca de 200 bandas criminales con aproximadamente 100.000 miembros entre los ocho y 35 años de edad. Las autoridades de seguridad estatales no logran combatir la desbordante violencia y la impunidad.
El miedo ante la brutalidad de las maras se ha convertido en una de las principales razones para emigrar.
De acuerdo con un estudio publicado en marzo de 2016 por la Universidad Tecnológica de El Salvador, un 42% de los migrantes que retornan al país señala que huyeron a causa de la violencia. “El miedo a ser asesinados obliga a la población trabajadora a abandonar el país”, explica la autora del estudio, Elsa Ramos, al periódico La Prensa.
Hasta ocho autobuses con migrantes deportados de EE.UU. arriban cada día al nuevo centro de acogida Dirección General de Migración y Extranjería (DGME) en El Salvador. Después de ser registrados, se les abandona a su suerte. La mayoría vuelve a emprender el peligroso viaje hacia el norte.